Lima, 21 ago (EFE).- Cada cierto tiempo, algún caso de violencia machista en Perú ocupa titulares durante unos días por su crueldad o por la fama de alguna de las partes, como la reciente denuncia de la esposa del futbolista Christian Cueva, pero las agresiones a las mujeres son algo cotidiano en el paisaje del país andino.
«La violencia machista es, en nuestro país, un hecho cotidiano, llama la atención de los medios (en este caso) que el agresor es una persona mediática que puede alcanzar el interés, pero es una realidad que pasa todos los días con las mujeres», expuso a EFE la subdirectora del movimiento feminista Manuela Ramos, Rocío Gutiérrez.
Las portadas de diarios y redes sociales los últimos dos días han estado copadas por la denuncia de Pamela López, la expareja pero aún esposa del jugador de la selección nacional, por violencia física y psicológica. Incluso, videos de agresiones se han hecho virales en redes sociales.
Entre mensajes de apoyo a López, también han surgido múltiples comentarios en redes y programas en los que se critica la actitud de la expareja de Cueva y por ejemplo cuestionan el porqué mantuvo su relación con el futbolista.
Gutiérrez dice que, en una sociedad como la peruana, la versión de la víctima se pone en entredicho por varios factores: Cueva es una persona querida vinculada al deporte rey del país y también existe un conjunto de prejuicios muy arraigados en relación a los comportamientos de las víctimas, estereotipos basados en cómo debe ser el comportamiento de una mujer.
Y prejuicios tan arraigados sobre comportamientos machistas tienen como resultado un proceso de normalización de estos actos.
Normalización que, por ejemplo, se traduce en que uno de los apodos que aficionados gritan desde las gradas al jugador peruano Andy Polo, «Pegalón», después de haber sido condenado por la Justicia por violencia machista contra su expareja.
Los datos de la violencia
Según el último reporte sobre feminicidios y violencia del Instituto Nacional de Estadística (INEI), del total de víctimas de violencia física, solo el 45,3 % decidió buscar ayuda a familiares o instituciones.
Entre las que decidieron no decirlo, el 45 % aseguró que «no era necesario». Otras indicaron vergüenza (16,8 %), no saber dónde ir (11 %) y miedo (8 %), entre otros.
La experta sostiene que esto se debe a que en Perú se da un entorno familiar y social «muy tolerante a la violencia», pues este es muy crítico y juzga a las mujeres que denuncian y no reconocen los actos de violencia como vulneración de derechos.
Por ello, es muy complejo que las mujeres víctimas de violencia puedan salir de este círculo, pues no cuentan con un soporte social ni cultural que necesitan, ni tampoco con medios institucionales que le apoyen.
Alta tasa de feminicidos
La subdirectora de Manuela Ramos añade que este hecho de naturalizar y normalizar la violencia es algo que las mujeres tienen incorporado y se buscan razones para excusar actos de violencia tanto psicológica como física o sexual, e incluso se culpabilizan para buscar un pretexto.
Esa situación les deja en mayor vulnerabilidad ante un crecimiento de las agresiones.
Entre los años 2015 y 2023, se registraron 1.191 feminicidios en Perú, donde el 53 % de las mujeres han sido víctimas de violencia por parte de su esposo o pareja.
Lejos de que esta situación mejore, Gutiérrez advierte de que movimientos ideológicos ultraconservadores están presionando al actual gobierno para que «retroceda» en los avances logrados para proteger los derechos de las mujeres, como la posible desaparición del Ministerio de la Mujer.
Paula Bayarte