Caracas, 30 abr (EFE).- Este martes, cuando se cumplen cinco años del levantamiento frustrado opositor en Venezuela, liderado por Juan Guaidó -entonces presidente del Parlamento- y Leopoldo López, ambos artífices se encuentran fuera del país, donde son recordados apenas como una sombra difuminada con el paso del tiempo.
En un momento en el que la nación caribeña vive con ilusión la cuenta atrás hacia las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio, aquellos que pretendieron presentarse como héroes salvadores de la patria por cualquier vía, menos por la electoral, han quedado, en el mejor de los casos, en el olvido.
Y cuando se asoman a través del mundo cibernético en busca del aplauso fácil, a miles de kilómetros de Venezuela -Guaidó en Estados Unidos y López en España- y viviendo una realidad muy distinta a la que se vive en su país, los comentarios que reciben son lo suficientemente elocuentes como para hacerles entender que han decepcionado a un pueblo que un día confió en ellos.
De la pasión a la aversión
Tanto uno como otro levantaron pasiones en Venezuela en distintos momentos de la historia reciente, pero eso, igual que su recuerdo, ha mutado hasta el desprecio e, incluso, hasta la más profunda aversión en algunos casos, como sus otrora fieles seguidores les transmiten constantemente en redes sociales.
López despertó ilusiones, aunque efímeras, en 2014 -6 años después de que fuera alcalde del municipio de Chacao (2000-2008)- como líder de las protestas antigubernamentales, cuyo objetivo final era sacar al presidente Nicolás Maduro del poder.
Las manifestaciones, que se saldaron con 43 fallecidos, provocaron la entrada de López en prisión por los delitos de instigación pública, daños a la propiedad en grado de determinador, incendio en grado de determinador y asociación para delinquir.
De 2017 a 2019, estuvo bajo arresto domiciliario, que abandonó aquel 30 de abril, con un ‘indulto presidencial’ otorgado por Guaidó, quien se había proclamado «presidente encargado» de Venezuela tres meses antes en una plaza de Caracas, un ‘mandato’ -reconocido por medio centenar de países- que nunca pudo ejercer, al carecer de instituciones y de poder real.
El ‘indulto’ se quedó en un mero símbolo y López se refugió, en condición de huésped, en la residencia del embajador de España -previo paso por la Embajada de Chile-, donde permaneció hasta su salida del país en octubre de 2020, momento en el que su popularidad se fue esfumando hasta quedarse en un vago recuerdo.
Y menos todavía duraron las pasiones que levantó Guaidó en enero de 2019 al autoproclamarse ‘presidente’, haciendo creer al país que, en un mes, convocaría elecciones que conducirían a un cambio político.
Tras años de idas y vueltas, con momentos más o menos gloriosos, el expresidente del Parlamento huyó del país en abril de 2023, rumbo a Miami, donde hoy vive con su familia, una elección que quienes lo defendieron en su día consideran desacertada, ya que no conciben una lucha por Venezuela desde miles de kilómetros de distancia.
Sustituibles y sustituidos
La ‘desaparición’ de López y Guaidó del panorama político venezolano en el terreno generó cierta desazón entre el antichavismo, que parecía no encontrar su camino ni el guía que lo transitara. Pero reapareció en escena María Corina Machado, quien, pese a estar inhabilitada para ocupar cargos públicos de elección popular, tomó el timón opositor y enfiló la ruta a seguir.
Los planteamientos de la opositora, pensando siempre en la vía electoral como camino hacia el cambio político, convencieron tanto a la ciudadanía, que le demostró su confianza en las primarias de octubre, dándole más del 90 % de los votos, y al antichavismo tradicional, que, tras diversos encuentros y desencuentros, se rindió a sus pies.
Y aunque Machado no podrá participar como candidata en las presidenciales de julio, es ella quien lleva la batuta y la promotora de una unidad en el seno de la oposición que parecía inalcanzable hace tan solo un año.
La líder opositora logró que fuera inscrito ante el Consejo Nacional Electoral (CNE) el candidato ‘unitario’, Edmundo González Urrutia, pese a las numerosas trabas que se ha encontrado en el camino, dejando atrás la búsqueda del poder por vías alternativas a las urnas.
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