De no haber ocurrido la Resurrección del Señor, vana sería nuestra fe y vana sería nuestra esperanza. Así lo expresó con razón San Pablo. La fecha más gloriosa, en toda la liturgia de la Iglesia, es justamente la fiesta de la Resurrección. El domingo pasado, el mundo cristiano celebró el día en el que Cristo derrotó a la muerte.
La Resurrección del Señor es una fecha propicia para meditar en la belleza de nuestra fe. Ocasión para reflexionar sobre la vida eterna y sobre la necesidad que tenemos, cada uno de nosotros, de resucitar en el Señor a una vida nueva, a una vida más justa, más digna y más comprometida con el amor a Dios y con el amor al prójimo.
Salvando las distancias, se me ocurre hacer un símil con la realidad que sufre Venezuela en los tiempos actuales. También Venezuela atraviesa el dolor de la pasión. Una pandemia devastadora y una crisis económica, política, social y moral que produce un gran sufrimiento a toda la población. También para Venezuela, después de la pasión, vendrá la fiesta de la resurrección.
Debemos prepararnos para contribuir a que esa resurrección de Venezuela nos permita construir un país justo, amable, democrático, con calidad de vida para cada una de las familias venezolanas, con progreso económico, que nos suministre todos los bienes y servicios que requerimos, con empleos decentes para todos los trabajadores, con buenos salarios, sin inflación, sin recesión, con un servicio de salud pública adecuado a las nuevas exigencias y con un sistema de seguridad social que proteja a todos nuestros ciudadanos.
La resurrección de Venezuela tiene que venir acompañada por una resurrección de nuestra educación. Más y mejor educación, desde el pre-escolar hasta la educación superior, que produzca ciudadanos integrales, capaces de formar ciudadanos que elijan con buenos criterios y contribuyan al mejor desarrollo del país para beneficio de todos.
Más y mejores escuelas. Más y mejores salarios para nuestros maestros y para todos los trabajadores de la salud y de la educación.
La resurrección de Venezuela tiene que ser para disfrutar de una sociedad en la que prevalezca la justicia, la paz, la unión y el progreso en todos los órdenes de la vida social.
Saludamos la resurrección del Señor. A él le pedimos que ilumine a todos nuestros líderes para que puedan contribuir a la resurrección de Venezuela en un ambiente de paz, de justicia y de solidaridad.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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