Roma, 30 ene (EFE).- La crisis política que vive Italia pone en peligro la recuperación económica del país, uno de los más afectados por la pandemia, ya que la falta de gobierno complica la gestión de las millonarias ayudas del fondo europeo para impulsar su débil crecimiento y reducir su elevada deuda.
La inestabilidad política ha llegado en un momento muy delicado: Roma corre el riesgo de quedarse por detrás de otros países, entre ellos España, en la elaboración de un plan detallado de reformas que le permitan obtener los 209.000 millones de euros en subvenciones y préstamos que le corresponden del fondo europeo de recuperación.
Italia se encuentra sin Gobierno desde el pasado martes, cuando la falta de apoyos en el Parlamento obligó a su primer ministro, Giuseppe Conte, a presentar su dimisión. La gestión de los fondos europeos ha sido la causa, al menos sobre el papel, de que el Ejecutivo se quedara en minoría.
UNA RESPONSABILIDAD CON LA UE
El socio europeo que más ayudas podrá recibir está bajo presión para demostrar que es capaz de gastar el dinero de la Unión Europea (UE) de forma eficaz, pues si no lo hace puede ser visto como un ejemplo del fracaso del plan Next Generation EU.
«Su éxito tendrá impacto en toda la UE, no solo a nivel nacional», explica a Efe la economista y docente de Economía Europea en la Universidad LUISS Veronica De Romanis.
«Es la tercera economía del euro y los países de mayor peso en la UE tienen una doble responsabilidad, con sus ciudadanos y con el resto de socios europeos», subraya por su parte Francesco Saraceno, economista y también profesor de Macroeconomía Internacional y Europea en la misma Universidad.
Italia no se había recuperado de la crisis de 2008 cuando se dio de bruces con la de la COVID-19 y, de hecho, había entrado en recesión en el primer trimestre de 2020.
La economía italiana, como las del resto del mundo, se ha visto golpeada duramente en el 2020 por el coronavirus y el Gobierno estima que la deuda se ha disparado al 160 % del producto interior bruto (PIB) y el déficit al 10,8 % por los más de 100.000 millones de euros en estímulos que Roma ha impulsado para apoyar al tejido productivo.
Pero mientras el resto de países europeos avanzan en sus conversaciones con Bruselas para obtener las ayudas, Italia, que ha tenido 66 gobiernos desde la Segunda Guerra Mundial, aún no las ha comenzado, inmersa en una crisis política que no parece que vaya a resolverse con celeridad.
PERDIENDO UN TIEMPO VALIOSO
«Incluso asumiendo que se resuelva relativamente pronto, habremos perdido dos semanas con consultas, nombramientos, votos de confianza que son muy preciadas», justifica Saraceno.
Precisamente la gestión de estos fondos europeos ha sido uno de los puntos que el ex primer ministro Matteo Renzi ha utilizado para retirarse de la coalición gubernamental.
«Si se gastan mal, la deuda nos ahogará; si se gastan bien, serán la solución a nuestros problemas», dijo el jueves, tras su reunión con el presidente de la República, Sergio Mattarella, durante la ronda de consultas del jefe del Estado con los partidos para analizar soluciones a la crisis.
El Ejecutivo italiano ya ha diseñado un primer documento que delinea las grandes áreas de inversión de estas ayudas, entre ellas unos 70.000 millones de euros para transición ecológica y más de 46.000 millones a digitalización.
Pero el texto aún no ha sido aprobado por el Parlamento y los distintos ministerios aún tienen que concretar las reformas, los tiempos y los objetivos en la versión final dirigida a la Comisión Europea.
«Aún estamos a tiempo, la fecha límite es el 30 de abril», explica Saraceno, «aunque los plazos son estrechos».
LA OPORTUNIDAD DE HACER REFORMAS Y NO SOLO PROMETERLAS
De Romanis destaca que Italia, al igual que España, tiene una gran oportunidad: «nunca antes un gobierno había gestionado tantos recursos europeos» que pueden servir para «cambiar de verdad y aplicar reformas, no solo prometerlas como ha hecho en los últimos años».
Y añade que, de forma paralela, Italia necesita «estabilidad» para poner en orden sus cuentas.
Italia está a tiempo, pero tiene que actuar con rapidez. El Fondo Monetario Internacional ha afirmado que, por ahora, su deuda es manejable, gracias a los bajos tipos de interés y a las perspectivas de recuperación, pero avisa de que en 2021 se encontrará en torno al 160 % del PIB.
«Si no es este año tendrá que ser el siguiente, pero Italia necesita impulsar un crecimiento duradero para disminuir su relación deuda/PIB, porque una deuda en el 150 % o en el 160 % del PIB ahora no preocupa, pero no es sostenible a largo plazo», concluye Saraceno.
Laura Serrano-Conde