Desde mediados del siglo XX, por febrero, se fue adoptando la costumbre en los muchachos, niños y adultos, de disfrazarse; mayormente vecinos de La Hoyada, que era y es, el sector populoso y alegre de la parroquia.
El historiador Mario Briceño Iragorry afirmaba que, dicha costumbre se impuso desde 1914, en plena dictadura gomecista; debemos agregarle que quizás estas fiestas servían de aliviadero a tanta tensión social generada por el régimen de restricción de libertades ciudadanas. Según Vicente Dávila, el carnaval lo estableció el sobrino de Antonio Nicolás Briceño “el Diablo”, siendo Gobernador de Caracas, durante el gobierno liberal de Antonio Guzmán Blanco, y la gente sacó banderolas con este verso:
“¡Gloria! ¡Gloria a Don José!
Que inauguró el carnaval.
Esta fiesta sin igual.
Promovida por él fue”.
Los antiguos juegos de carnaval de agua y hollín, en La Puerta
Le preguntamos al amigo Jesús Pacheco, el viejo fontanero del pueblo, sobre los viejos carnavales y recuerda que por los años 60 y 70, la gente salía a las calles con su perol de agua para bañar al vecino o al amigo, posteriormente llegaron las bombas o vejigas que se llenaban de agua, se lanzaban, algunas se acertaban, otras no.
Recuerda que, en el juego de carnaval, también se pintaban, usaban una pintura en polvo, de esas que se usan para pintar piso, oscura, otros usaban el hollín y la ceniza, el asunto era embadurnar con algo que pintara las caras, la cabeza, la ropa de los del vecindario; según sus palabras, eran juegos sanos sin mayores problemas o altercados, porque era la misma gente vecina, amigos y familia, todo reducido a la calle donde se vivía.
Por supuesto, no faltaban los azuzadores de siempre, que cuando le echaban agua a alguno que no le gustara, gritaban “échele más, échele más”; en este grupo recuerda a los comerciantes Martín Sulbarán, don Carmen Matheus, comerciante de la plaza; Jacinto Peñaloza, dueño de La Zulianita; Augusto Carrasquero y a Rafael, el de la Bodega La Tortolita. Los planteles educativos, también celebraban al rey Momo.
“Las muñecas” de La Puerta y los disfraces originales
En los antiguos carnavales de La Puerta salían a las calles como en espontáneo desfile bailando, “Las Muñecas”, acompañadas de los más estrafalarios, risibles y curiosos disfraces criollos. Esto, lo pudimos disfrutar hasta el año 2000.
“Las Muñecas”, eran hombres jóvenes, ataviados con su peluca y trajes muy coloridos de damas antiguas o modernas, algo exageradas en el maquillaje y bailando al son de la música que más sonaba en el momento. Explicó el vecino Esteban Quintero, que varios de los jóvenes de La Hoyada, se disfrazaban de “muñecas”, unos pocos de “negritas”. Entre otros se disfrazaban de “muñecas”, con peluca y hasta con tacones, el licenciado Gerardo Moreno, Emiro Suárez, y Carlos Albarrán.
Hubo también en los desfiles de “Las Muñecas”, otros disfraces extravagantes, como el del señor David Romero, de la calle Arriba, se montaba su disfraz de cochino, y le agregaba papas, zanahorias y ramas al cochino, coincidía que él tenía un negocio de pesa de puerco, a los vecinos les agradaba ese disfraz. Pacheco recuerda que él, se disfrazaba totalmente de negro, una especie de “Diablo negro”, otros lo llamaban “La muerte”, varios años salió de la casa de su tío Tolentino, en La Hoyada, con ese disfraz, porque a la gente le gustaba. Benito La Torre “polero”, se disfrazaba con el traje que se semejara al del personaje televisivo más destacado del año.
El mismo Pacheco, recuerda, que algunos salían en zanco a pasear por las calles, «recuerdo a Oscar Peñaloza de la calle Arriba». Acompañaban las parejas de “viejitos”, que también hacían reír a la gente. Las calles se agolpaban de vecinos y de turistas, alegres, piropeando a “Las Muñecas” y bromeando con los disfrazados, riendo de sus peripecias y morisquetas, bailando por las avenidas Páez y la Bolívar. Todo se iniciaba en La Hoyada, recorrían la avenida, pasaban por la plaza. El sitio principal de llegada del desfile por las calles, era el terreno donde hoy está el Caney de Cámara, en la antigua calle La Legua. La bailanta o el concurso de baile era en la fuente de soda familiar El Valle, de doña Elda Torres, atendido por su hijo Kike, que tenía pista brillante, roja y adecuada para este evento y una buena rocola.
En las tardes podían ir los jóvenes de mayor edad, con sus disfraces, a bailar, o a rocolear en el Bar Tropical, donde Gil Cómbita, o se iban a La Flecha, a la pista de baile, donde Rafael Moreno, el popular y recordado “Camello”.
Las fiestas duraban cuatro días, sábado y domingo, lunes y martes de carnaval. No eran carnavales turísticos comerciales, ni eran financiados por el gobierno, fueron expresiones culturales espontáneas de la colectividad de La Hoyada, con disfraces que eran producto de su creatividad, para disfrutar de esas fiestas carnestolendas. Así lo festejaban antes.
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