En otro artículo, he señalado que la fotografía en nuestra Parroquia, comenzó a verse en los años 40 del siglo XX, coincidente con la apertura de actividades del Hotel Guadalupe, por sus visitantes. Andrés Ocanto, guarda algunas gráficas de esa época, en su conocido baúl, como la emblemática de la entrada norte, en la que aparece Esteban Briceño en el acceso de su negocio, hablando con el “Chaveto Polo”, personaje popular; existen varias fotografías significativas de la década siguiente, tomadas por el francés Edmund, cuando estuvo residenciado en La Lagunita.
Puede considerarse que a mediados del siglo pasado, imbuida Venezuela en el denominado boom petrolero, facilitó el desarrollo de la fotografía. La Puerta se convirtió en punto de interés turístico, captado por visitantes, turistas y por la cámara fotográfica de uno de sus pobladores: Rafael Antonio Rivas. En las últimas décadas de ese siglo, la fotografía se fue masificando y tuvo el influjo del turismo, y la escalada del urbanismo depredador, sobre este pueblo rural andino, convertido en fenómeno inmobiliario capitalista.
Uno de los pocos trabajos fotográficos precursores, propios de nativos de La Puerta, es el de Rafael Antonio Rivas, quien desde joven, con pocos recursos, se aficionó a este arte, y realizó un interesante registro fotográfico de personajes, estampas y lugares puertenses, que se ha podido rescatar gracias a la colaboración de la promotora cultural profesora Belkix Villegas y de Benito Rivas, hermano del personaje. Rafael Antonio Rivas, nació en La Puerta, el 13 junio 1931, hijo de Josefa María Rivas. Wenceslada Rivas, antigua copropietaria de las posesiones “Los Pozos y Los Vicuyes” del Páramo de La Puerta, y de las pioneras matronas del tercer poblamiento de esta comarca, era su abuela.
El puertense Rafael Antonio Rivas, aunque
aficionado, un virtuoso de la fotografía
Hemos podido revisar alrededor de 100 fotografías tomadas por Rivas. que fueron conservadas en físico, por su hermano Benito Rivas, y la profesora Belkix Villegas, quienes tuvieron la generosidad de permitirme verlas y digitalizarlas, con el fin de dar a conocer este extraordinario y desconocido patrimonio fotográfico, dejado por Rafael Rivas, que obviamente, sirve de fuente o recurso para los futuros investigadores de la historia de La Puerta.
En el marco de la conmemoración de los 28 años del fallecimiento de este personaje, se ha organizado un lote de ellas, que reúne un conjunto de 30 imágenes seleccionadas para publicar una muestra titulada: “Rafael Rivas, un virtuoso de la fotografía”, comenzando con “El Patrimonio Urbano de La Puerta, en la fotografía de Rafael Rivas” , la segunda entrega, con “Los rostros cercanos de su época, en la fotografía de Rafael Rivas”, y la tercera entrega, con “Estampas y costumbres de La Puerta, en la fotografía de Rafael Rivas”.
Es recordado en la comarca, como trabajador durante muchos años de obras públicas, solía salir bien temprano manejando su camioneta Dodge, vino tinto, de madrugada y prestando servicio en el camino a los que bajaban del páramo con sus cargas y se las llevaba al mercado.
Para Rafael, su verdadero mundo personal intuito, reservado, donde se sentía más cómodo, fue en el campo de la fotografía, en su creación se mezcla lo familiar con lo paisajístico, adecuado a la cotidianidad y costumbres, realidades fotográficas que se pueden hoy compartir, con el mismo gusto con que fueron captadas para expresar las bondades y belleza de nuestra Parroquia. Logró a pesar de lo limitado de los equipos fotográficos, copiar esa belleza en sus imágenes que dice bastante de su sensibilidad y su expresión artística.
En 1955, adquirió una cámara tipo caja, con la que tomó paisajes, fotos de familiares y de amigos, además algunas de él. Ese año, hizo una interesante panorámica del área urbana, destacando el templo viejo, contrastando armónicamente con el templo original construido por el recordado padre Trejo.
El patrimonio urbano de La Puerta,
en las gráficas de Rafael Rivas
Del conjunto de fotografías, relacionadas con «El Patrimonio Urbano de La Puerta, en la fotografía de Rafael Rivas”, compartimos con esta nota, una composición, que incluye la imagen del mencionado fotógrafo, su cámara fotográfica Ansco Shure Shot, y tres gráficas inéditas e importantes desde el punto de vista histórico, que comentamos a continuación.
Rafael, en su colección incluyó tomas fotográficas que se deben considerar documentos históricos, son panorámicas y monumentos civiles y religiosos. En el lado derecho de la composición que aquí se muestra, la gráfica de arriba, en blanco y negro, al ampliarla, se puede observar el símbolo imponente y eterno de La Puerta: su torre campanario (hoy muda porque una mano consagrada se llevó las campanas), que culminaba en la parte alta en forma de punta de diamante, tal como la había diseñado el padre Pedro Santa Ana de Coronado, en 1790, totalmente distinta a la que tiene actualmente, de media naranja. En esa panorámica de La Puerta, desde el sector Pueblo Nuevo, se puede ver la fachada del templo San Pablo Apóstol de La Puerta, original, construido por el padre Trejo; además, descubre algo interesante, que son los secretos estéticos, la belleza y las características del hermoso templo que había construido este Párroco, a finales de la década de los 50 del siglo XX, es decir, una especie de templo con vena basílica, hecho que debe servir de fuente de información para los investigadores, arquitectos e historiadores del patrimonio urbano andino y del eclesiástico. Un Templo totalmente distinto a lo que tenemos hoy.
En la siguiente gráfica (la del medio), es la Calle Páez, en 1966, nos traslada a aquellos tiempos cuando se amanecía con humo de hogueras como lo escribió el poeta Régulo, las campanadas de San Pablo y el sonido de los cascos de los arreos, levantando el polvo de estas calles de tierra; a la izquierda donde se ve a la señora, la bodega de Pedro Villegas y a la derecha, la casa de las cuatro puertas, que perteneció a “Mano Chico” Villarreal, papá de Pablito. Al fondo el Palacio Municipal, construido por el dictador Pérez Jiménez, más al fondo, una esquina de la vieja escuela.
La gráfica de abajo, en morado, podemos observar la plaza Bolívar de La Puerta, en 1967, desde un ángulo, precedida de la calle de tierra; las viejas escalinatas, también la variada y frondosa jardinería combinando con los pinos de doble corte, los antiguos faroles, adornada con festivas bambalinas, y en el centro el imponente busto del Libertador, donado en 1943, por el presidente Isaías Medina Angarita, sobre la atractiva y hexagonal base elaborada por artesanos y albañiles de nuestra comunidad.
El equipo fotográfico, guarda reposo
A Rafael, lo fue atrayendo tanto la fotografía, que un día compró su cámara. Esta máquina era una de las más populares y modernas para aquel tiempo; lo interesante de este instrumento, contemporáneo, es que evidencia la espontánea preocupación de un habitante de un pueblo rural andino por esta afición, si tomamos en consideración que la fotografía de Rafael Antonio Rivas, está muy situada en las décadas de los 50-60-70, donde nos dejó algunas exposiciones muy interesantes y de gran valor histórico, en relación a nuestra Parroquia.
Otro de los elementos interesantes de la fotografía de Rafael Antonio Rivas, es el equipo usado. Una cámara cuadrada hecha en Estados Unidos, en Nueva York, marca Ansco Shure Shot, este modelo fue el más popular de las cámaras fotográficas de esta empresa, fabricadas en 1948. Una caja básica con la abertura vertical hecha en aluminio y usaba películas de formato 120, las más antiguas. La cámara fotográfica de Rivas, aún existe, la conserva su sobrina, profesora Belkix Villegas.
Anécdotas del personaje
En una oportunidad se presentaban en la fiesta de enero, unas corridas de toros en la Plaza Bolívar, se ponía el coso taurino desmontable, y cuenta Marcos Terán, el de La Hoyada, que estaban reunidos y le dijo en la calle Páez a Rafael:
– Rafa, vamos para los toros. Entonces Rafael le dijo:
– A mí me gustan mucho los toros, pero en sancocho.
Otra anécdota que recuerda su hermano Benito Rivas, es que cuando ya tenía un tiempo trabajando en Obras Públicas estadales, le dan para trabajar un tractor, que lo manejara abriendo zanjas, moviendo tierra, haciéndo terraplén, y él, un día, estaba en Jiménez, están movilizando un terraplén y el tractor se voltea, el sitio donde estaba era tierra movediza y el tractor se iba hundiendo pero él adentro se podía mover y empezó como pudo a desmontar la máquina. Comenzó a sacarle piezas y se sacó el reloj, un reloj de pulsera que cargaba y lo sacó y aflojó los tornillos del tractor, y decía en medio de aquel accidente, – ¡Es que me lo quieren robar! ¡Me lo quieren robar! Cuando logran movilizar con la ayuda del tractor, lo sacan y lo primero que dijo fue: – ¡Logré salvar mi reloj! Él no sabía que estaba en un trance donde casi perdía la vida.
Después de tantas jornadas trabajando en obras públicas, con dinamita, quedó sordo. Cuando le tocó ir al Ejército Nacional, fue y se presentó al Conscripto, y ya estaba listo con toda su indumentaria, afeitado y todo, ya se imaginaba tocándose las charreteras, pero no lo dejaron quedar, porque tenía el arco del pie grande, es decir, tenía un pie pequeño y tenía mucho arco, por lo que no servía para las grandes jornadas y caminatas de los soldados.
Rafael Antonio Rivas, murió el 12 de octubre de 1995, en el pueblo que lo vio nacer. Es de los llamados fotógrafos aficionados, y a la vez, sin saberlo, un cronista de su pueblo, por su valioso trabajo fotográfico que debe ser difundido y reconocido, al formar parte de la memoria histórica de La Puerta.