La Puerta, ancestral y estético pueblo alfarero / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

 

 

El antiguo arte de elaborar cosas, vasijas, cacharros, imágenes, efigies y otras figuras, en barro y loza, de las más disímiles características, usos, colores, brillos y cualidades estéticas, representan para los arqueólogos, etnohistoriadores e investigadores una fuente y huella irrebatible de nuestro pasado, el que algunos quieren seguir escondiendo y otros desean conocer.

Una vasija, un chorote o un cacharro de arcilla o una pieza de artística, encierra <<un grado de desarrollo tecnológico para su fabricación, una función para la cual estaba destinada y una forma y decoración que indican un planteamiento estético>> (Los ceramistas de tiempos pretéritos. Diario El Tiempo. Pág. 34. Edición martes 12 febrero 1991. Valera), los pueblos ceramistas prehispánicos evolucionaron este arte siglos antes de la era cristiana.

Se puede afirmar que uno de los pueblos más antiguos tanto en la actividad agrícola, como la de alfarería es el del valle de Bomboy, conocido tras la invasión europea como San Pablo Apóstol de Bomboy, y posteriormente denominado La Puerta (Edo. Trujillo), localizado en la región occidental andina, en una hermosa estribación que se desprende del ramal septentrional del Pico Miranda de la Cordillera de los Andes, llamado por los primeros pobladores: Bomboy.

Se estima la presencia de primeros pobladores en el valle de Bomboy (La Puerta), entre 450 D.C. a los 1000 años D.C. (Vargas: 1967; Wagner: 1969; Niño: 1988; Ramos: 1988; y Gordones y Meneses: 1992. En: Gordones Rojas, Gladys. Lo étnico en las sociedades prehispánicas de la Cordillera de Mérida. 1ras. Jornadas de Investigación de la Escuela de Historia). Investigaciones genéticas de los Drs. Miguel Layrisse y Johanes Wilbert, también permiten señalar que los primeros asentamientos de estos pueblos agro-alfareros aparecen posiblemente hacia los 3.000 años antes de ahora (1.000 A.C.) (Iraida Vargas y Mario Sanoja. Orígenes de Venezuela). Poblamiento dado en un proceso estratégico de expansión de la civilización Chibcha-Muisca, de la que se extiende la nación Timoto, en dominio y desarrollo económico desde la Sierra Nevada y el hoy Lago de Maracaibo, buscando la salida al Mar Caribe.

Dicha afirmación se fundamenta en primer lugar, por las piezas encontradas dentro de este espacio geográfico, en su mayoría utensilios  domésticos, platos, trastes, ollas, cacharros, corotos, los famosos imbaques, como se denomina en nuestras montañas, así como, las imágenes bien pulidas y objetos de uso religioso como los chorotes, los bracerillos de quemar esencias o los envases globulares como los mintoyes o guacas destinados a usos funerarios; existen otras hermosas piezas que simbolizan aspectos importantes de su cosmovisión indígena como la que simbolizan la maternidad y vida o al honorable hombre y caudillo, que denotan la calidad estética de estos artesanos; así como, los sonajeros para acompañarse musicalmente, y los chorotes para sus presentaciones teatrales y celebraciones mágico-religiosas; el segundo elemento, que nos refuerza eso,  es el referido a las fuentes o minas de los materiales, que en su mayoría, son de arcilla mezclada con arenilla cocida y el color rosa y ocre que dependía de la ceremonia y del rango dentro del Señorío Tribal al que está dirigida; esas actividades se realizan cerca de canteras de arcilla, explotadas a cielo abierto; materiales que se encuentran en nuestra zona como “Tierra de Loza”, llamada así por los antiguos encomenderos, (hoy Tierra Colorada, para los habitantes de este caserío), donde está la mina de arcilla ubicada en lo que hoy se conoce como “Carorita”; la arenilla y greda fina que se encuentra todavía en el río Bomboy, la cal y mica una especie de elemento blanco en una mina denominada por los Adelantados y encomenderos antiguamente «Tiza» y que se encuentra ubicada en el sector Santa Bárbara, o la mica y el granate de La Mocotí, de nuestra parroquia, elementos básicos de esta actividad artesanal. En tercer término, el reconocimiento e importancia dada en estudios de especialistas nacionales y algunos extranjeros como Herbert J. Spinden y Jean-Albert Vellard, a este patrimonio cultural a comienzos del siglo XX.

La cerámica puertense encontrada u objeto de despojo, una exhibida en Museos nacionales y extranjeros, otra en poder de particulares, nos informa que los indígenas Bomboyes, de la nación Timotes respetaban la vida, al hombre y a la mujer, a sus caudillos y le rendían ciertos tributos, así mismo, adoraban la naturaleza, los elementos, los astros, veneraban sus antepasados, es decir, un acervo interesante de que dichos pobladores basaban su cotidianidad sus costumbres y religiosidad en dichos valores, en los que incluían su concepción sobre la belleza; un ejemplo muy hermoso de ese acervo, lo constituye la pieza y figura femenina sentada, que actualmente es exhibida en el Museo Tulene Bertoni, de Valera, pieza antropomorfa que simboliza la maternidad, la vida, el amor, fue hallada en el Páramo de La Puerta, (hoy los Torres).

En la figura que se observa en la parte superior izquierda de la composición de imágenes que aquí se acompaña, se puede observar que representa a una mujer completa. Cabeza completa con ojos achinados y bien definidos, nariz firme con orificios, boca de labios gruesos, orejas con orificios, de posibles pendientes, en la parte superior de la cabeza, un cintillo con trazos verticales, símbolo de linaje, rango o posición social. Senos de mujer, brazos y antebrazos definidos, manos con dedos abiertos posados sobre las rodillas, piernas que culminan con trazos verticales en forma de pie, apoyados en el suelo.

Se pueden ver, pezones erguidos con orificios, destaca sus órganos genitales y un gran abdomen, de donde brota una criatura con cabeza al relieve, ojos, nariz con orificios, boca, orejas, piernas con marcas de dedos, posiblemente, simboliza el embarazo, maternidad o la vida o estas tres fases.

La posición del cuerpo, está sentada con las piernas abiertas, ampulosamente en forma de «L”, tiene muslos, talones, apartados, y pies sobre el suelo. Se revela por las facciones y forma del rostro, la ansiedad, orgullo y alegría del acto del alumbramiento,  estado de parturienta o símbolo de la maternidad. Del mismo modo es exhibida en dicho museo, una bonita pieza dedicada al hombre caudillo, sentado en doho. Esto, notablemente es, arte prehispánico Bomboy.

La libertad para la elaboración de estas figuras, culminó en el periodo colonial, cuando se ordenó penalizar y castigar con azotes por el Consejo del Santo Oficio, y lo calificaba como brujería y Mojanería; los artistas y alfareros que hacían estas piezas perdían sus privilegios como principales de la tribu.

Aunque dispersa en la actualidad, el pueblo originario de La Puerta, dejó una hermosa y perenne muestra de su muy antigua actividad artesanal alfarera y por ende expresa a través de ella su cultura y cotidianidad como pueblo indígena paramero, sus costumbres y religiosidad, y su valoración de la estética, la ética y la belleza, lo cual es tema importante para la etnografía venezolana.

El etnógrafo y antropólogo francés-tunecino Vellard (1901-1996), especialista en etnobiología de los Andes, en 1936 escribió que el despojo de tierras de los resguardos indígenas había “precipitado la desaparición de los indios de los Andes venezolanos» (Vellard, Jean-Albert. Arqueología de la región occidental de Venezuela. Pág. 2. 1940); el fraudulento despojo de las posesiones del Resguardo Indígena de La Puerta, ocurrió en 1891, que marcó la extinción -por decir lo menos-, de la Comunidad nativa Bomboy y su cultura.

Igualmente afirmó este investigador que, hasta 1920 aproximadamente, en el mercado de Mérida, se podía encontrar a personas que hablan en lengua Timote, y en los páramos uno que otro anciano, que conserva nociones de la lengua de sus antepasados. Habitaban en <<chozas redondeadas con paredes de barro armado sobre una base de gruesos cantos rodados, sin cemento; recubríanlos con un alto techo cónico de juncos>>, (Vellard, 32); la última que conocí de ese tipo, con fogón de tapia en la entrada, fue la casa de Gabriela Aldana, en la Mesa del Aliso, en el Páramo de La Puerta. Luego fueron rectangulares, quizás guiándose por la cuadrícula española.

Los indígenas para la protección de los restos de sus ancestros, los ubicaban en tumbas en zonas altas, en La Puerta, están localizadas en cuevas, entre otras, como la que está en Quebrada Seca, El Pozo, otra en Los Aposentos, igualmente la de la Cuesta de los Rondones y en el santuario de las Siete Lagunas, que según el criterio de Vellard, atestigua la densidad de esta antigua población y cultura Bomboy, como una de las primeras poblaciones agrícolas (papa y maíz), desde 1.000 a.c. (Sanoja y Vargas), sumado a la pequeña industria del chimó, la cestería, esteras y los sombreros de raíces vegetales, sus telares y mantas de algodón, que conservaran en la época de esclavitud, transmutando sus técnicas ancestrales, que fueron aprovechadas por los invasores españoles, lo que nos da una idea de cómo era la solidez de la cultura de esta población aborigen, siendo el estilo y belleza de su cerámica prehispánica una de sus expresiones, que merece ser abordada y estudiada, a pesar de la dispersión de piezas en diferentes museos del mundo.

Uno de los objetos que llamó la atención de Vellard, encontrado en el páramo de las Siete Lagunas, de La Puerta, fue una pieza que comparó con la que utilizaban y elaboraban en el Perú, fue el triturador de piedra cuya forma recuerda exactamente una plancha de ropa, con su asa redondeada, se refiere a la piedra de moler que se consigue ahora en algunas casas, como adornos,  y hace una disgregación interesante sobre el tipo de cerámica, <<la región Timote y la de Cuica aparecen entre ellas diferencias sensibles>> (Jean- Albert. Arqueología de la región occidental de Venezuela. Pág.40. 1940); coincido con este criterio, inclusive, se debe agregar las diferencias con la etnia Jirajara que se asentó en la zona baja trujillana.

Otro de los datos importantes de Vellard, es que  dentro del grupo de figuras estudiadas por él, incluye una estatuilla Timote de 88 mm de alto y se encuentra en la colección del Museo del Hombre, de París, allí mismo se pueden encontrar imágenes de piezas precolombinas encontradas en La Puerta (Vellard, J. Contributión a l’ Archíologie des Andes Venezueliénnes. Journal de la Society des Americanistas. Tomó 30. Pág. 121.1938); que robustece nuestra afirmación acerca de las diferencias citadas. Existen otras piezas que reposan en el The American Museum of Natural of History of New York (USA).

Imágenes de piezas precolombinas encontradas en el Páramo de las Siete Lagunas, en la cueva de El Pozo y otros lugares de La Puerta, que tiene el Musée de l’ Homme, de la ciudad de Paris, Francia, la pueden observar en la parte inferior izquierda de la composición de imágenes que aquí se comparte, (Vellard, 128).

Aparte de esas gráficas, en la página 121, de la obra de Vellard, incluye unos dibujos con detalles de las piezas placas aladas del parisino Musée de l’ Homme,  por ejemplo la N° 3, es una serpentina de 120 x 27 mm, hallada en el Páramo Siete Lagunas (La Puerta); la marcada con el N° 6, es serpentina de 123 x 40 mm, encontrada en la cueva El  Pozo (La Puerta); la N° 19, es un Coquillaje de 27 x 16 mm, encontrada en la cueva El Pozo  (La Puerta); la N° 27, también hallada en La Puerta, es un schistes sériceteux, de 28 mm, figura antropomorfa;  y la N° 20 y la marcada 28, halladas igualmente en el Páramo de La Puerta, es una figura antropomorfa en serpentina haut 75 mm., todas estas piezas, que son de nuestro patrimonio histórico y cultural local, evidencia el carácter e historia de pueblo alfarero prehispánico, que tiene La Puerta.

Una de las características de este periodo arqueológico de La Puerta, es la ausencia de metales, la existencia de sepulturas colectivas en cerros o cimas de montañas, por ejemplo, el encontrado en los años 80, cuando pasaron la máquina por lo de la construcción de la carretera en “La Camacha”, en el Páramo de La Puerta. También las placas líticas aladas encontradas en “Los Aposentos”, “Las Siete Lagunas”, que simbolizan rangos, y la cerámica de índole y arte muy particular, lo que merece un estudio idóneo y apropiado (Jehan-Albert Vellard. Arqueología de la Región Occidental de Venezuela.1940). Acerca de estas placas aladas, recomiendo el detallado trabajo del artista plástico e investigador Franklin Fernández, denominado la Geometría sagrada de las placas líticas aladas. Hemos escrito en otra oportunidad, sobre el peto lítico de un principal Maviskey, que se puede observar en la parte superior derecha de la composición de imágenes que aquí se comparte, obra prehispánica, encontrada en las Siete Lagunas.

 

 

La Puerta, pueblo y tierra de alfareros prehispánicos

 

 

Si compartimos la clasificación de la profesora Wagner encontraremos la presencia de rasgos que ubican el pueblo originario de La Puerta, en lo que se llama zonas parameras, es decir, por encima de 2.000 y hasta 3.800 m de altura del occidente venezolano, por lo que se estaría dentro de la clasificación del patrón Andino, cuyas constantes básicas son la subsistencia centrada en el cultivo <<de la papa y otros tubérculos de clima frío como el ullucus tuberusos y oxalis tuberosa. La cerámica es tosca, más simple… decoración escasa: modelado burdo, incisión, aplicación y punteado. Construcciones de piedra, terrazas agrícolas, cuevas funerarias y ceremoniales y entierros asociados con parafernalia votiva compleja y diversificada: idolillos antropomorfos, isomorfos y pendientes líticos en forma de alas de murciélago… La cronología abarca… desde aproximadamente 300 DC hasta el presente>> (Wagner. Erika. Arqueología de los Andes venezolanos. Página 256. IVIC. 1967). Asevera igualmente Wagner que el estilo o fase Mucuchíes tiene relación con la cultura Chibcha (página 210). Esos datos, colocarían al andino pueblo Bomboy, en el marco de dicha civilización ancestral.

 

 

La fase Mucuchíes para Wagner

 

 

Otro de los datos interesantes que nos suministra la profesora Wagner, que refuerza nuestra tesis de La Puerta como pueblo y tierra de alfarería prehispánica, es por la cercanía y el tipo de cerámica del Alto de Mucuyupú en el área de Timotes, límites entre Mérida y Trujillo, es decir, contiguo al Valle del Bomboy de indígenas Timotes (hoy La Puerta), espacio en el que se produjeron relaciones de intercambio con otros grupos y comunidades de la zona de la Serranía de La Culata y los nexos culturales con estos pueblos protohistóricos de Colombia (regiones Tayrona y Chibcha) (Wagner, Erika. La Prehistoria de Mucuchies. Pág. 5. UCAB. Caracas. 1980); esas marcadas similitudes, iguales prácticas agrícolas y socioeconómicas, hidráulicas y terraceo en pendiente, los silos en cuevas y en plataformas de piedra, el tipo de vivienda monticulada y sobre plataforma, los importantes trabajos de vialidad intermontanos (“Las Escaleras” en piedra bruta simétricamente picada) para llegar al lago de Coquivacoa (Maracaibo), el uso del mismo lenguaje, festividades, música, teatro y religiosidad nos obliga a pensar en que para el tiempo de llegada de la invasión europea, esta comunidad había alcanzado un alto grado de maduración cultural, y también en el orden socio político.

De acuerdo a la señalada obra artesanal y los fundamentos anteriores, califica al andino pueblo Bomboy y su cultura, como una comunidad indígena de vida social organizada, con destacada creatividad y obra artística, propio de una civilización ancestral milenaria.

El propósito de esta nota sobre indigenismo puertense, es visibilizar la existencia de colecciones de esas piezas de barro y cerámica, líticas, orgánicas y autóctonas; así como, la importancia de la riqueza de su patrimonio cultural que ha sido llevado por arqueólogos y saqueadores extranjeros a Paris, Nueva York, Hamburgo, a colecciones privadas, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, no importándoles el valor cultural para los venezolanos. Por eso, es necesario, se active desde las comunidades, escuelas, grupos culturales y organismos competentes, una iniciativa para que se devuelvan estas colecciones al lugar de donde fueron despojadas, es decir, la repatriación al lugar de sus autores, creadores y artistas indígenas Bomboyes: La Puerta, estado Trujillo, en Venezuela.

 

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