La primera fiesta nupcial de La Puerta, 1897 / Por: Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

¡La fiesta! Quién puede negar que nos encante el baile, la comilona y la celebración, mucho más cuando se trata de una boda, que significa que el festejo es por todo lo alto y para recordar.

Fue en 1897, y fue la única boda de ese año, por lo tanto, fastuosa y recordada. Un festejo matrimonial. El primer casorio del pueblo se realizó a las 6 de la mañana, en el despacho de Francisco Rivas hijo, que era el Jefe Civil de La Puerta, cosa de cumplir con el enlace religioso en el templo San Pablo Apóstol de Bomboy, durante el resto de la mañana.

 

Los contrayentes

 

Anotó Rivas, en la única acta del Libro de Matrimonios de 1897, que, interrogó a «José Zesario Parra ¿Queréis y recibís á María Mercedes Paredes? quien contestó en alta clara e inteligible voz. Sí la quiero y la recibo. Seguidamente á María Mercedes Paredes ¿Queréis y recibís por marido á José Zesario Parra? La cual de igual manera contestó. Si lo quiero y lo recibo. Yncontinenti dirigiéndome a los dos les dije: en nombre de la República y por autoridad de la ley «quedan pues unidos en matrimonio perpetuo e indisoluble»» (Acta de matrimonio). Los padrinos fueron su amigo José Gregorio Ruz, pariente del coronel Sandalio Ruz, del que tomaría Cesáreo las ideas nacionalistas que girarían en su pensamiento, y que lo harían defender y salvar la vida del coronel Américo Burelli, líder de los alzados en 1914. La madrina fue María Facunda Paredes, familiar de la contrayente, ambos habitantes del caserío Los Aposentos.

Después del matrimonio civil, se trasladaron al templo San Pablo Apóstol de La Puerta, precedidos de la dama de honor y los dos niños que llevaban los anillos, para realizar el casamiento religioso, y recibir la bendición del cura párroco ante el altar, se mantenía el criterio que para que fuera sagrado y permanente tenía que ser por la iglesia, era la mentalidad de la época. Estaba en vigencia, la Ley del Matrimonio Civil de 1872, que obligaba realizar este, antes del religioso.

Cesáreo como lo llamaban en el pueblo, era un hombre vivaz y trabajador, día a día encorvado sobre la sementera, sabía leer y escribir, nació en la población de Jajó, estado Trujillo, en 1857.

Vieron llegar a los recién casados desde distintos puntos del caserío, inclusive atento algún “gorrero”, de esos que se meten a beber y a comer gratis, por supuesto, no llevan regalo.

 

El festejo matrimonial

 

En la finca La Media Loma, cercano al Portachuelo de La Lagunita, estaba todo floreciente, la casa adornada con bambalinas, se vio lúcida y abundante, en el patio un gran mesón con mantel adornado con flores y guirnaldas olorosas, manares con frutas, vasijas con dulces, y no faltó la torta nupcial.

Los novios, los padrinos y los acompañantes en sus respectivas bestias, salieron de La Puerta, pueblo solitario, en el que quedaba solo la ruinosa sede de la Prefectura, al frente, el viejo templo de San Pablo Apóstol, y alrededor algunas diez viviendas de bahareque y fajina, luego que los terratenientes y gamonales quemaron las casas y le arrebataron las tierras a los indígenas Bomboyes, 6 años antes.

La entrada de los novios a la casa, se vio iluminada cuando apareció María Mercedes, joven y encantadora dama, de 18 años de edad, bajo su blanquecino pañolón tapando el hermoso cabello, de tez rosada por el clima y el mestizaje predominante, ojos negros, atraía la mirada de todos los asistentes. A su lado, Cesáreo, orgulloso con su traje negro y camisa blanca, con corbatín, y su infaltable sombrero.

En el corredor, en la hilera de sillas, sentados estaban los padres de la novia, Francisco y María Casimira, también Facunda Paredes, cerca de los Castellanos, los Ruz, junto a otros amigos de Cesáreo. Más allá, cercano al fogón de la cocina, otro mesón con banquetas donde a su turno se iban sentando los fiesteros a comer el humeante sancocho de gallina, con verduras y aliños de la huerta, que iban sirviendo a los invitados, en tazones de barro, flotantes los respectivos tropezones, el ajicero montañero y la ruma de arepas de harina del norte.

Hubo el primer brindis, de los recién casados, y sus familiares. En otro lado, el jarrón de panela con limón y cóctel de frutas, el botellón de la mistela ahumada, un poco de sanjonero, algo de ponche y ron, fue una reunión de alegría y música. Cesáreo le metía al canto. A su llamado, aparecía el violín, la bandolina, el cuatro y el par de maracas. Se escucharon valses, el primero lo bailaban los novios.

Mientras escuchaban al conjunto tocar música andina, serrana, también variaban con un encantador vals trujillano, sin embargo, hubo varias parejas, que llenaron la sala bailando al son del pasillo campesino. No faltó la carne asada de una ternera que reservaron para ese evento tan especial para los Parra y los Paredes, la gente no se casa todos los días. Uno de los parientes atendía a las señoras, y les servía una taza de tizana o bebida combinada, o pedían café, chocolate, mistela o vino. Con seguridad, cuando María Mercedes agarró el cuchillo y picó la torta nupcial, el primer pedazo lo recibió y comió Cesáreo, ya esposo.

Parra, había alquilado la posesión denominada “La Media Loma”, a su propietario Audón Lamus, situada camino a La Lagunita del Portachuelo; y comenzó a hacerla producir. La novel pareja se residenció este caserío, fomentaron familia, procrearon cuatro hijas: Luisana, Blasa, Teodora y Sixta, y cuatro hijos: Daniel, Humberto, Jesús y Ricardo; este último, murió en el 2012, a la edad de 110 años, en La Puerta (datos suministrados por Antonio Lino Rivero. 2022).

El matrimonio civil documentado por primera vez en La Puerta, siglo XIX, quedó asentado en su correspondiente acta, que a continuación comparto transcripción parcial del original.

«Hoy á las seis am, del día trece de noviembre de mil ochocientos noventa y ciete, constituidos en la Jefatura Civil de esta parroquia La Puerta, el Jefe Civil de la misma Francisco Rivas H., y el Secretario de esta corporación compareció José Zesario Parra, mayor de veinte y un años, soltero, Agricultor, natural del Distrito Miranda de la Sección Central y domiciliado en el mismo Distrito he hijo legítimo del finado José Felis Parra y María Ysabel Castellano: y compareció también María Mercedes Paredes, mayor de diez y ocho años, soltera dedicada a los oficios propios de su sexo, natural y vecina de esta parroquia he hija legítima de Francisco Paredes Agricultor, y de María Casimira Hoyos dedicada á los oficios propios de su sexo y domiciliados en esta parroquia con el fin de celebrar el matrimonio que tienen convenido y ciendo suficientes los documentos producidos para proceder al acto, el Secretario dio lectura á la Sección 13a. de la ley de matrimonio Civil que establece los derechos recíprocos entre los contrayentes. Acto continuo interrogué a… Extendida inmediatamente la presente acta en el libro de registro Civil correspondiente se le leyó á las personas que deban suscribirla y habiendo todos manifestado estar conformes firman. La Puerta trece de Noviembre de mil ochocientos noventa y ciete = El Jefe Civil= Francisco Rivas h. El contrayente. José Cesario Parra. A ruego de la contrayente Matías González. Testigo: José Gregorio Ruz. A ruego de la contrayente por no saber. Rafael Monreal. Sct.>> (Libro de Matrimonios Año 1897. Unidad de Registro Civil de La Puerta).

A partir de este hecho social, se inició en varios caseríos de La Puerta, el fomentó y el asentamiento de la familia de apellido Parra, teniendo como primero de ese apellido a José Zesario Parra. Vivió siempre en la Media Loma, fue un campesino sin tierra, la trabajó toda su vida, conocido por la calidad de sus cosechas y por sus buenas acciones.

En el año 1940, aquejado de una enfermedad que no pudo vencer, su bien ponderada familia y sus amigos, vieron apagar la señera vida del legendario don Cesáreo Parra, el de la frenética y nacionalista galopada de 1914. El rescate y recuerdo de este evento social, debe mantenerse en la memoria colectiva, porque los contrayentes fueron una pareja ejemplar, de trabajo tesonero y honesto, buenos padres de familia, y por su lealtad a la amistad, a los principios y valores humanos, y particularmente por su actitud en defensa de los intereses nacionales.

 

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