Río de Janeiro, 28 oct (EFE).- La polarización que divide a Brasil entre el actual presidente, el progresista Luiz Inácio Lula da Silva, y su antecesor, el líder ultraderechista Jair Bolsonaro, fue la gran derrotada en las elecciones municipales del domingo, en las que el centro y la centroderecha fueron los grandes vencedores.
Lula y Bolsonaro contabilizan varias pérdidas, algunas importantes que comprometen sus proyectos de cara a las presidenciales de 2026, y el centro surgió como alternativa en un país que vivía una elevada polarización, según analistas consultados por EFE.
«La gran vencedora en las municipales fue la centroderecha racional, la que participa en el juego democrático y rechaza el radicalismo. La polarización se redujo y ojalá siga así», afirmó el politólogo José Luiz Niemeyer, profesor del Instituto Ibmec.
Para Marco Antonio Carvalho Teixeira, coordinador de maestrías en políticas públicas de la Fundación Getulio Vargas (FGV), las principales conclusiones fueron que la polarización que se preveía de cara a las elecciones de 2026 no se produjo; que surgieron alternativas a ambos líderes y que cualquier proyecto electoral para 2026 tiene que tener en cuenta el centro.
Las fuerzas que más alcaldías conquistaron fueron el Partido Social Democrático (PSD), con 887; el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), con 854; el partido Progresistas (PP), con 747, y Unión Brasil, con 584.
Son cuatro fuerzas de centro y de centroderecha totalmente pragmáticas y que, por los cargos ofrecidos, apoyan el Gobierno de Lula así como también respaldaron la gestión de Bolsonaro.
El Partido Liberal (PL), liderado por Bolsonaro, fue el quinto con más alcaldías, con 517, y el Partido de los Trabajadores, la formación fundada por Lula, tuvo que resignarse al noveno lugar, con 252.
La principal derrota de Lula fue en la disputa por la Alcaldía de São Paulo, la mayor ciudad del país, en la que apostó por el diputado Guilherme Boulos, a quien quería convertir en líder alternativo para la izquierda.
Pero Boulos fue derrotado por el actual alcalde de São Paulo, Ricardo Nunes, un integrante del MDB con poco peso político y carisma que obtuvo cerca del 60 % de los votos.
Pese a que tuvo un tímido respaldo de Bolsonaro, Nunes atribuyó su victoria al apoyo público y masivo que recibió del gobernador de São Paulo, Tarcisio de Freitas, ministro en el Gobierno del líder ultraderechista y que surge como alternativa presidencial para la derecha más moderada.
Pese a que el partido de Bolsonaro fue el que más conquistó alcaldías entre las 103 ciudades con más de 200.000 habitantes de Brasil, con 16 gobiernos municipales, el líder ultraderechista perdió en las disputas en que más se concentró y que más le interesaban.
«El candidato de Bolsonaro en Goiania fue derrotado por otro candidato de derecha, lo que mostró un cisma entre los bolsonaristas que puede tener consecuencias nacionales», según Teixeira.
La disputa en Goiania colocó en lados opuestos a Bolsonaro y al gobernador del estado de Goiás, Ronaldo Caiado, que ha cuestionado el liderazgo del expresidente y no niega su intención de aspirar a la presidencia como candidato de la derecha.
Pese a que Bolsonaro confía en revertir la inhabilitación política que le impide disputar las presidenciales de 2026, dos gobernadores de una derecha menos radical que disputan protagonismo con el líder ultra salieron fortalecidos en las municipales: Tarcisio de Freitas y Ronaldo Caiado.
Bolsonaro también dejó de ser unanimidad entre los más radicales tras el surgimiento de Pablo Marçal, un empresario que ganó notoriedad nacional como el tercer candidato más votado en la disputa por la alcaldía de São Paulo.
Por el lado de la izquierda, el único candidato con proyección nacional sigue siendo Lula, pero aún no está claro si intentará la reelección en 2026, cuando tendrá 81 años, o si apoyará a algún candidato del PT como el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, que ni siquiera es unanimidad en su partido, asegura Niemeyer.
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