Toda la vida amé la TV. Tenía casi 11 años, cuando Pérez Jiménez permitió la instalación de la señal. Poco tiempo después, mi padre compró un televisor con llave. Permitía verla, pocas horas, después de haber realizado tareas escolares y deberes cotidianos. Lo recuerdo con emoción, se podían ver las imágenes a distancia, todo en vivo y directo. Blanco y negro, cuando en el cine estallaba el tecnicolor. ¿Qué importaba? Se empezaban a recibir las primeras series y películas. ¡Fantástico! ¿Cómo pensar que vendrían las críticas más acérrimas relativas a la producción de series?
La izquierda decidió atacar con fuerza a los medios. No tengo certeza, probable que fuera una orden emanada de Moscú, pues allá, en la Urss, solo aceptaban mensajes de propaganda. Odian la Libertad de Expresión.
Las críticas giraban en primer lugar en torno al consumismo. Contra las cuñas publicitarias, ya que estimulaban la compradera y la inconsciencia de consumidores. Cuantas críticas hacían, nuestros admirados Maestros, Armando, Michele Mattelart, Ariel Dorfan y Mabel Piccini. La corriente crítica, representada aquí, por el Dr. Antonio Pasquali, la querida Marta Colomina, Eduardo Santoro, Díaz Rangel, Héctor Mujica y también quien escribe; dedicamos décadas a criticar, a híper criticar, la programación de la TV.
No se hacía diferencia con los tipos de programas: Sesame Street programa infantil, (extraordinario) producido en el “imperialismo norteamericano.” Para nuestra angustia. No hablemos de nuestros amados Mickey y Donald, se les dedicaron muchas cuartillas, estigmatizándolos. ¿Quién iba a decir que ellos mismos, productores y creativos, se encargarían de destruir la televisión? Las compañías especializadas, tales Netflix, Fox, Universal y las especializadas en noticias CNN, CBS, FOX News y las dedicadas a las telenovelas Pasiones y Telenovelas, entre otras, ocupan por la vía del cable o el satélite nuestros televisores.
Hay un importante segmento de la población, en su mayoría jóvenes, que no quieren saber nada de la televisión formal. ¡Qué interesante desafío se les plantea a los productores audiovisuales y a los creativos al frente del desarrollo de este tipo de mensajes! Hay que decirlo, no es fácil. Segura estoy que con creatividad a millón lograrán producir materiales innovadores en esta época de retos audiovisuales.