Parte II
También existe una imaginación colectiva en torno a las cuevas, ya que al meterse en ellas, se puede oír una corriente o sonidos que provoca la sensación de que, en sus profundidades corre agua y en copiosa cantidad. Lo que el mágico pueblo tiene como creencia, ¡Y lo serio es que está convencido!, de que lo más hermoso, a pesar de los tiempos, es que por allí corren tres ríos. Aunque no se trata de ríos cualesquiera; uno es un río de leche, el otro de sangre y, el último, de agua natural cristalina.
Además de ello, existe una hermosa leyenda popular recogida de ese sentimiento por la Sra. Aminta Azuaje de Morales, escritora ingenua, que me voy a atrever a transcribir tal como ella la recogió:
“Es el caso que voy a relatar una historia sobre del porqué de llamarse “Peña de la Virgen”. Ese nombre que nuestros antepasados le dieron a la montaña más alta que tiene Trujillo en la Parroquia Chiquinquirá.
Ha sido contada por los mayores, como le decimos a los bisabuelos, abuelos, padres, etc., quizás un siglo o más, según los relatos traídos de esos tiempos de generación en generación hasta nuestros días y casualmente me ha llevado a la preocupación de recopilar este relato para mi pueblo.
Se nos ha contado que fueron varias las ocasiones que los vecinos de Carmona estuvieron viendo a una joven doncella que baja a comprar o a cambiar algunos artículos por otras de sus necesidades; era una joven con sus facciones muy originales y un gran ánimo de juventud.
Es de suponer que en ese entonces nuestra Chiquinquirá era una aldea de pocas casas, sin modernismo, sin calles, sin carros y tantas cosas que nos ha traído la civilización.
En Carmona no sabían cómo se llamaba la joven; todo era naturaleza espléndida lo mismo que la bella doncella que por las tardes salía a comprar velas para su lumbre y fue a una pulpería. Unos preguntones le dijeron ¿Por qué anda sola? y ella les respondió: sola no, sino con Dios, el sol y las estrellas. Todavía, no contentos, le preguntaron que de dónde era; ella les contestó que de cerca; pero la malicia se anidaba en aquellos seres ansiosos de saber más de la linda doncella y vuelven a insinuar: ¿Usted cómo cruza la quebrada que es tan caudalosa y, quién la ayuda a pasar? Ella enseguida les contesta: ¿Se le olvida que ando con Dios mi protector?
La joven logrando un descuido se fue, pero algunos vecinos les siguieron los pasos y fue cuando observaron que se ocultó en la Peña entre una roca.
Comenzaron a observar algunos destellos en la Peña, la veían luminosa, se acercaron y, cuál no sería su sorpresa, ya que se dieron cuenta que no era como se pensaba de una joven que vivía en la comunidad, sino que era la «Santísima Virgen” (1984:3-4).
Con todas estas locuciones populares, autóctonas, mágicas, ficcionales, ingenuas, la palabra oral, repetida año tras año, se han quedado grabadas en el Trujillo de la Tierra de María Santísima, que se quedó para siempre de tanto trajinar.
Todos estos hechos han fortalecido las bases para arraigar más la fe a la Virgen y, a la vez, hacerla más fuerte para la cultura e identidad de un pueblo que nació para encubar la historia.
En la Peña de la Virgen son muchas las oraciones, peticiones, alabanzas de fe, de los hijos de un pueblo que están seguro que desde lo alto de la montaña su patrona los vigila y los protege justamente desde aquel día que dejo la ruta itinerante.
Alí Medina Machado, profesor del Núcleo Universitario Rafael Rangel de la Universidad de Los Andes (ULA), excronista de la ciudad de Trujillo, escritor, historiador, autor de varios libros sobre la ciudad capital, entre ellos el libro “La advocación de la Virgen de la Paz de Trujillo”.
La influencia mariana en la ciudad de Trujillo es compleja por sus diversas interpretaciones y manifestaciones de fe, tanto de la mariología eclesiástica como de la expresión popular de un pueblo creyente en su patrona: la Virgen de La paz, así como en las demás advocaciones marianas, tal es el caso de la Virgen de la Peña o Peña de la Virgen.
Ello es parte de la tradición religiosa de Trujillo, pero con un carácter popular, de gran expresión de alabanza de una fe imaginaria, intangible, que, podríamos decir, de características mitológicas. A ciencia cierta no sabemos cuál es el origen del fervor y pasión por la Virgen de la Peña. Esta es una leyenda con mucha fuerza que nace en el Valle de los Mucas y que se fue extendiendo a toda la capital.
La Virgen de la Peña es intangible, a nuestro juicio, no tiene cuerpo. De una interpretación de vivencias e historias local, pensamos que Monseñor Estanislao Carrillo tuvo mucho que ver con esta creencia, coadyuvando a sembrarlas en el sentimiento mariano de ciudad portátil.
Monseñor Carrillo es hoy día el ícono más importante de la religión para Trujillo, quien estuvo desde 1885 hasta 1953 como vicario; es una figura monumental, es el primer gran sacerdote que se transformó en un símbolo religioso, tuvo en su haber 65 años de actividad religiosa.
Esto es una manifestación de la fe, de la esperanza. No es un monumento, y el día que se haga visible dejaría de ser una creencia, una visión a pasar a hacer una cofradía, ese día que sea identificada se rompe el encanto.
¿Por qué eso? Porque es un encanto que está desvinculado con la Virgen de la Paz, son dos realidades distintas, que contrastan con el concepto religioso aunque esa creencia e interpretación lo lleva cada quien en su imaginario. La Virgen de La Peña o viceversa, no es celebrada, sea la de La Paz o del Rosario o, cualquier otra advocación, cada quien la lleva en su fe. La imagen que aparece allá que es la Virgen del Rosario, no se sabe quién la llevó hasta allá.
La creencia de la Peña de la Virgen es popular – eclesiástica, es decir, existe en Trujillo una expresión pagana y sincrética. Son realidades que han sido mezcladas, pero en el plano de las crónicas trujillanas, es decir, más allá de la institucionalidad de la iglesia. Ya que, la Peña de Virgen, insistimos, ha salido de un tinte mitológico, mágico, de encanto, sino, sólo debemos fijarnos en los tres ríos, los cuales son producto de la tradición: el río de agua, el río de la leche y el río de sangre. El primero, es la fuente de agua. Esta identifica la existencia geo-histórica de la ciudad y está alimentada por la Quebrada de los Cedros y el río Castán; pero más importante para la ciudad, es la Quebrada de los Cedros; de hecho, las columnas de la Catedral fueron sacadas de las riveras de esta quebrada. El río de sangre es la lucha encarnizada entre los aborígenes y los conquistadores. El río de leche es la alimentación de la ciudad maternal, porque eso es Trujillo. Tanto es así, qué, Mario Briceño Iragorry la llamó la tierra de María Santísima. Recordemos que esta creencia se desarrolla en el cerro de Carmona y es un lugar ¡Mágico!
Todas estas creencias son una suerte de manantial para la literatura más que para la historia. Es un reservorio ficcional subutilizado. Tenemos que aprovecharlo para la educación; agregarle una carga de sensibilidad para con el colectivo. Tenemos que hacer un llamado de atención y hacer muchas cosas con ese gran imaginario; reforzarlo en los medios de comunicación, llevarlo a los centros educativos, a las cátedras universitarias para que sean consideradas como estudios cotidianos.
Hace mucho tiempo que la ciudad está en silencio…