La otra Valera: aquella que dejó profundas huellas / Por: Alfredo Matheus

Sentido de Historia

 

 

*Hace 55 años, los muchachos hacían la primera comunión en la iglesia San Juan Bautista, luego de los oficios religiosos se les obsequiaba un suculento almuerzo, aquello causaba mucho regocijo en los niños porque la mayoría jamás había comido una manzana, ni uvas, menos ensalada rusa. La fiesta seguía en la casa de familia donde lo más popular era partir la tradicional torta…

* El pan caliente y la leche de vaca llegaba muy de mañanita a la casa de los valeranos. El señor Amadeo se ufanaba de vender leche sin una gota de agua, hasta la prensa diaria se hacía presente en los hogares sin necesidad de salir a la calle a buscar los pregoneros…

* En horas de la noche, la ciudad marchaba al centro de Valera para disfrutar de las exhibiciones de los centenares de tiendas que para la época existían. El comercio era de tanto auge, que no daba tiempo de recorrer tantas ventas de ropa… En la heladería Roma había que tener paciencia hasta que nos tocara el turno de apertrecharnos de una llamativa barquilla. Jamás volvimos a comer otra igual. La muchacha que atendía el local parecía toda una reina de belleza, por lo cual se hacía una cola de adolescentes pidiendo su barquilla, pero en el fondo también se buscaba admirar tanta belleza detrás del mostrador…

* El fuerte guarapo de panela que vendían dos viejitos en la calle 14 con Av. 10, era lo más barato para agarrar una “pea” segura. El que se tomaba tres “guarapazos” tenía una borrachera como para “sacarle cría”…

*Las redadas policiales eran el terror de la muchachada, viernes y sábado en horas de la noche, había que estar “mosca” mirando para los lados, al observar que se acercaba una patrulla de tombos, la carrera era de mucho miedo, nadie quería ir a dormir en el suelo pelado de la Comandancia de Policía hasta el día lunes en que se salía en libertad.

*En el Comedor Popular, un almuerzo bien resuelto costaba un bolívar, recuerdo a mi amigo “Pata e´ croche” con sus 200 kilos de peso, pedía tres almuerzos al mismo tiempo, en un santiamén, dejaba las bandejas limpiecitas ante el asombro de los presentes, algunos decían que tenía la solitaria, por eso tanta comida junta que degustaba… Los que no tenían para comprar tan buena “papa”, no faltaba un alma piadosa que les brindaba el almuerzo…

*Los sábados la ciudad era una gran fiesta. Hombres y mujeres vestían sus mejores galas para ir de parranda que podía durar hasta el amanecer. En las casas más humildes se prendía la pachanga. Los ricachones tenían su club donde se tomaba whisky 18 años. En horas de la mañana, los días domingo era normal observar la gran cantidad de jóvenes que desfilaban por la Av. Bolívar, no porque iban a misa, sino que salían de pachanguear en las discotecas del sector Las Acacias…

* El mudo que cuidaba la casa de Copei en la calle 12 con Av. 11, formaba unos soberanos escándalos al momento en que la muchachada que salía de las escuelas les hacía señas indecorosas con las manos. Al mudo se le metía una rabia tan grande que salía en veloz carrera a ver qué joven agarraba para darle sus jalones de orejas…

*Los bares de la ciudad, eran atendidos por las populares mesoneras. Algunas les acompañaba mucha simpatía, así como bailaban como todas unas artistas. Uno que otro empedernido bohemio de esas noches de gozo terminaba enamorado de las “chicas malas” como eran conocidas. Se decía que enamorarse de unas de estas damas, era parecido a tener de amigo a un policía, pues estos, a la hora de una redada, no conocían a nadie…

* ”Zombi”, fue un niño que creció en la Unidad Carmania, al cumplir los 18 años, era obligatorio abandonar el albergue. Se refugió en casas de amigos que habían estado en esta casa correccional. Se convirtió en defensor número uno de las mesoneras, a partir de las 12 de la noche se daba a la tarea de buscarlas en distintos bares para acompañarlas hasta sus casas, las mujeres lo adoraban y les obsequiaban algún dinero por la protección que les brindaba… En muchas oportunidades, “Zombi” se agarró a pelear con uno que otro, que le gustaba golpear mujeres, nunca perdió una pelea callejera, tenía una señora pegada, a la vez que era bueno para el boxeo de calle…

Esta es, la otra Valera, esa que pocas veces es comentada por la historia oficial, pero que dejó profunda huella en quienes la disfrutamos, la gozamos, y también la padecimos, porque fueron muchas las veces que dormimos en un mugriento calabozo policial, gracias a las benditas redadas…

* Recuerdo la redada más grande que conocieron las barriadas valeranas: Hace unos 45 años fue herido de gravedad un funcionario de la Guardia Nacional por los lados de la calle 16, el Comandante del Destacamento 15 parece que enloqueció, y desató una feroz represión. Los hombres eran sacados de las casas sin ninguna orden judicial, trabajadores que se estaban bañando lo único que les dejaban ponerse eran los interiores, así fueron montados en el bus verde de la Guardia Nacional e hizo historia en la ciudad.

Esa noche de terror, más de 500 valeranos quedaron detenidos en el comando de la Guardia Nacional en Las Acacias, buscando al sujeto que hirió al funcionario, al final, fueron 20 sospechosos los que pagaron los platos rotos. Permanecieron por 25 días en un nauseabundo calabozo, hasta un amigo defensor de los derechos humanos, se “caló” los días de cautiverio en aquella Valera de hace 45 años…

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