Por: José Rosario Araujo
Por una piedra lanzada a la cabeza del hijo de un terrateniente y para evitar represalias el indio Rafael Montilla se escapa como arriero del General Santiago Saavedra. Era el año 1875.
Al pasar el tiempo con amigos de su infancia forma un grupo de guerrilleros para enfrentar a los caciques que mandaban su pueblo, asesinando uno de ellos en venganza por torturas que le había sometido. Con esta acción inicia una vida de guerras hasta que se convierte en soldado de verdad en tiempos del continuismo por 1892.
Se destaca en varias acciones contra los conservadores trujillanos como eran los Baptista y los Araujo. En una, de las tantas batallas en que combatió, el General Diego Bautista Ferrer lo asciende gritando: ¡Viva el General Rafael Montilla! Desde La Mocoti surgió la fama del General Montilla, un General campesino que sale victorioso al salvar el ejército del Presidente Andueza. Sería desde ese momento, el representante de los liberales amarillos contra los godos colorados, el hombre del pueblo contra los terratenientes.
Al ser derrotado Andueza, el General Ferrer se retira al estado Lara y Montilla regresa a su tierra de Guaito. El gobierno de Crespo nombra de Gobernador de Trujillo al Doctor y General Rafael González Pacheco, liberal acérrimo. Montilla le ofrece sus servicios, pero los conservadores arremeten y los dos liberales tienen que huir a Bocono, donde esperan los ataques de sus enemigos que son derrotados. A los godos los ataca Montilla saliendo en su persecución, hasta que intervino González, produciendo la primera discusión entre ellos.
El indio Montilla combate a los Araujo y a los Baptista en diferentes geografías de los estados Mérida y Trujillo. Después de estas campañas se retira a Guaito que ya era su guarida.
El Gobernador de Trujillo Juan Bautista Carrillo Guerra, tiene una fuerte discusión con el indio, cuando éste va a saludarlo, poniéndose a sus órdenes si utiliza a los liberales. De esta discusión salen amenazas de muerte de ambas partes, el caudillo liberal huye siendo perseguido por comisiones del gobierno.
El 20 de septiembre de 1899, las tropas de González Pacheco atacan Trujillo buscando vengarse de los vejámenes del Gobernador y lo hacen prisionero. Al producirse la invasión de Cipriano Castro, Montilla es llamado al ejército regular, combate en Tocuyito donde su carga a machete es inolvidable. El Ministro de Guerra Bautista Ferrer, le ordena que frenara el ataque al verlo derrotando al enemigo.
¡Dígale al General Ferrer, que los hombres de Guaito no nos retiramos nunca cuando tenemos la victoria en las manos! dijo Montilla. Respondiéndole Ferrer con una orden a sus fusileros de atacar al tigre por la espalda. Este es derrotado y se retira a su serranía de Boconó.
Después de varios enfrentamientos se entrega al General Lara y es encarcelado. Se fuga de su prisión y vuelve a Guaito. De ahí se entera que Lara es reemplazado por González Pacheco por mandato de Castro que es el nuevo presidente. A Montilla, González le da mando para que persiga al Mocho Hernández alzado en armas. Lo derrota, pero le ordenan retirarse, cosa que le molesta, licenciando su tropa y se refugia como siempre en Guaito.
Castro le ofrece la jefatura del Castillo de San Carlos en la barra del Lago de Maracaibo, acepta y toma medidas humanitarias con los prisioneros, cosa que molesta en Caracas y se le envía vigilancia. Él se da cuenta volviendo a su tierra con el alma en pena.
Toma venganza y con 140 hombres ataca a González Pacheco, no logra derrotarlo y tiene que huir ahogando su furia, perdiéndose en la lejanía. En 1901 comienza el incendio de la Revolución Libertadora, Montilla participa. Sitió a Barquisimeto donde gobernaba González, derrotándolo. Termina tomando el desayuno en el hotel de Clorinda Planas; con sus oficiales, en la capital de Lara. Se destaca en los combates de los Bucares en La Victoria, Barquisimeto, San Felipe, Guama y en Aroa
El desembarco en Tucacas de Juan Vicente Gómez, llena de pánico al jefe de la Revolución Libertadora Manuel Antonio Matos, quien abandonó a las Fuerzas Revolucionarias. Montilla vuelve a Guaito. En su refugio recibe un emisario de Cipriano Castro, que le propone que con sus 70 oficiales ejerza la vigilancia de la frontera colombiana. Acepta, pero es sometido a un acoso por parte del hermano del dictador.
A los 15 días se dispersa con sus hombres, con planes de esconderse en Guaito en seis meses. Al llegar le manda a decir a Castro «que es más corto el camino desde Guaito a Miraflores que de Capacho a Miraflores».
Desde ese día empieza un asedio contra «El Tigre». Lo acechan los ejércitos de Lara, Barinas, Portuguesa y Cojedes; pero no logran capturarlo. Al asumir el poder Gómez, le ofrece garantías para que saliera del monte y este contestaba con evasivas. Un día a salir de su casa «El Tigre» es muerto por un antiguo soldado suyo y nunca se supo la verdadera razón de su muerte. Todo se confunde con la leyenda. Así fue la vida de uno de nuestros caudillos trujillanos.
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