La Oposición venezolana no se quiere encontrar, persiste en el sectarismo, y el país esperando por su rectificación

 

Por: Luis A. Villarreal P.

Tanto que se insiste en la Unidad, y quienes tienen que ver con satisfacerla por el bien de los venezolanos,  … muy bien gracias.

Es lamentable, cómo están de despreocupados los que tienen que dar un paso al frente, porque sencillamente ejercen la representación partidista y por ende aspiran el poder; también los gremios e instituciones fundamentales de la vida nacional, desentendidos, o cuidándose, o arguyendo frases y propósitos muy coherentes con la terrible realidad, pero sin arremangarse, sin meterse en la candela.

A nivel de la Plataforma Democrática,  quienes ‘soportan’ el peso del diálogo —que nunca dio muestras de ganarse la credibilidad en lo que a su utilidad se refiere, en un tiempo prudencial, vista la depauperación de Venezuela in crescendo—, todo está de capa caída, ha venido incurriendo en tímidos ruegos frente al altivo oficialismo.

El gobierno cuestionado, cada día está más cómodo y ‘sin culpas’ de la tragedia que yace en sus manos, pero sí se la atribuye al imperio estadounidense —reconocedor del gobierno interino y responsable de las sanciones financieras y comerciales— porque no solo afecta al gobierno cuestionado sino que según este es causa de la incomodidad y miseria del pueblo.

La contundencia conque el oficialismo se embolsilló el artículo 72 constitucional —relativo al derecho del referendo revocatorio—, ha dejado al descubierto una oposición partidista sin planes contingentes; al parecer, ya como entregados a una contienda electoral para el 2024, supuestas elecciones que el cuestionado ha dicho que no se sabe cuándo se realizarán.

¿Qué hace el G4, órgano que silente quita y pone? su ‘alta definición’ no permite que lo veamos. O ¿qué hacen otros partidos minoritarios, que estarán mirando por la hendija? Claro, con pocas excepciones. Pareciera que las tendencias opositoras —partidistas dominantes y minoritarias, gremiales o institucionales— están demasiado cautelosas o engavetadas, frente a una Venezuela que languidece en la esperanza, en su lastimosa resiliencia.

Si no hay revocatorio, o no es la opción más apropiada; y si tampoco funciona el diálogo en México, considerado ‘conveniente’ por el Grupo de Contacto, la U E, y el gobierno estadounidense y sus aliados;  entonces, ¿qué está haciendo el sector ‘dominante’ de la oposición partidista?  ¡Qué lo digan!  Porque si hay algo desconsiderado y cruel hacia los venezolanos que sufren, padecen, y mueren de inanición, con la esperanza en el pulso, es apoltronarse en una tregua no anunciada, silenciosa, y absolutamente conformista, repudiable.

Como hablamos de excepciones, es de destacar: Andrés Velásquez —víctima de procesos electorales, creyente del diálogo— ha dicho o dado a entender que este año 2022 debe escogerse el candidato presidencial opositor, para alcanzar las elecciones libres. Esta idea es compartida por quienes ya no son reconocidos verdaderos opositores . No obstante,

es un atajo más; posiblemente una sentencia para la Oposición. Esta definición y legitimación opositora —que tiene sentido y presión— debería hacerse cuando ya estén dadas las garantías de un proceso electoral imparcial y limpio. Y esto solo se puede entre todos.

Guaidó, en un mensaje de su cuenta Twitter, ha expresado: «El objetivo que nos unifica a todos es recuperar la democracia y lograr cuanto antes una elección presidencial con condiciones».

El ‘Presidente Interino’ cumplió con la protesta para el 12F, y pautó ‘movilización callejera’ para marzo, bajo la premisa de renovación opositora. En un comunicado complementario se refiere a una “convocatoria de un proceso de base para que el pueblo elija el liderazgo de las fuerzas democráticas en todos los niveles”, pero no aclara cómo. Aunque varias organizaciones lo han hecho parecido.

Guaidó ha estado ‘honrando’ su liderazgo con llamados a la protesta de calle, a objeto de principalmente insistir en elecciones presidenciales libres. También ha hecho ver que él intercede ante el gobierno de EUA para que ablanden las sanciones y con ello tal vez lograr que la comitiva oficialista vuelva a sentarse en México, donde según Blyde desbordan las ganas de acompañamiento en las negociaciones, de la mano de la UE y el Vaticano. ¿?

En cambio la vocería de Vente Venezuela ha manifestado su convicción de crear ‘una nueva oposición’ y tampoco explican cómo, ni ofrecen detalles sobre si este propósito fragmentaría más a la oposición al pretender reemplazar la que domina.

Si el Reino de Noruega hizo suyo el reto de abrir un proceso de diálogo —con el pragmático y místico’ apoyo internacional— para que negociaran la oposición y el oficialismo por el bienestar y felicidad de Venezuela,  ¿será que se tenga que pedir el concurso de un pool de países o personalidades para que intenten ‘sentar en actitud unitaria y de responsabilidad por el país’ solamente a la Oposición venezolana?

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