La Oposición venezolana: haciendo lo mismo frente a una crisis más compleja

 

Por: Luis A. Villarreal P.

A dificultades mayores los requerimientos para superarlas son proporcionales.  Empero, la Oposición —partidos, gremios e instituciones: las fuerzas vivas— se desplaza impertérrita, sin engranar, con los mismos procedimientos que han sido causa fundamental de sus desaciertos y fracasos.

No se ve que se tienda a superar el sectarismo que han practicado. En el caso partidista se demuestra que no quieren rectificar sino más bien acentuar el egocentrismo característico de su ineficiencia o incapacidad para mancomunar y replantearse un programa de lucha sostenido para rescatar a Venezuela de la terrible conducción que empobrece y dispersa a los venezolanos, debilita e incapacita sus instituciones.

Aunque el generalizado análisis señala claramente las consabidas causas del fracaso y la decepción opositora, sus dirigentes las siguen ignorando, estos exhiben su resabio para no reconocer el diagnóstico que indica que la prioridad no es su individualismo sino la Unidad; palabra esta que al parecer los aturde y los confunde y paradójicamente los  pone en contradicción.

En los días previos al 27N, ya se veía que los resortes de los partidos querían salirse de sus estructuras, y se oían dentro de sus cuadros representativos las propuestas para corregir y fortalecer la oposición partidista:

Que sí, que es necesaria una nueva estructura más allá del ‘gobierno interino’; que había que legitimarse con la participación del electorado opositor; que la Unidad era indispensable para pautar la lucha y lograr mejores condiciones electorales…

Y al pasar el 27N, cuando se vio claramente el resultado letal de la división del voto, o lo que es lo mismo, de la ‘desunidad’; observándose el fracaso del complejo de autosuficiencia del G4 —que hizo creer que representaría suficientemente a la oposición—, porque apareció un caudal de votos calificado como ‘independiente’, se han visto nuevas propuestas y determinaciones:

Formar un nuevo partido como alternativa hacia el elector que ya no cree en las ejecutorias de los partidos que han fracasado.

 Y más recientemente —aparte del revocatorio que fue un impulso en falso, y de querer revivir el diálogo en México que cayó en coma—,  los partidos dominantes han declarado que van a cumplir con lo prometido de la manera siguiente:

 Legitimarse, pero de forma muy sui generis; es decir, no ante el electorado opositor en general, sino cada partido por medio de sus militantes o simpatizantes. Algo así como una convención interna. 

 Esta forma de ‘legitimación’, que no es garante de Unidad, porque peca de sectaria, la han hecho suya representantes de PJ, UNT, e incluso VP (que sufre disidencia de sus cuadros porque la organización no está a la altura de los requerimientos de la lucha frente al oficialismo).

 Seguir luchando sin concesiones para el régimen, pero basándose en la supuesta ‘cualidad’ independiente que no sigue al G4 sino que más bien lo rechaza por ‘ilegítimo’ y por ejercer la representación opositora ‘consustanciados’ con los entes administradores del proceso electoral.

 Tal ‘excusa’ los ha llevado a decidir no participar en la posible realización de ‘elecciones primarias’,  y en vez de eso lanzarse —en posición adelantada no contra el verdadero adversario sino contra la ansiada Unidad opositora— a las meras elecciones presidenciales. En esta dirección se mueve el partido Lápiz que lidera Antonio Ecarri.

 

Actitudes tan sectarias como las del G4 y de quienes lo adversan —indiferentes a la Unidad— siembran los vientos que traerán las tempestades a la hora de querer producir el cambio que las mayorías esperan.

La grave situación en Ucrania causada por la invasión rusa que ha incendiado la pradera y amenaza con expandir el infierno a la humanidad, causa  desabastecimiento (hambre) lejos de Europa, y desaceleración económica en países de América Latina.

No obstante, Guaidó y quienes representan el interinato, y otros partidos minoritarios de este distanciados, han insistido ante Washington —quien decide cuándo y cómo ‘jugar’ las fichas sancionatorias o de embargo— para que no se levanten las sanciones, ¿ni siquiera a cambio de petróleo para castigar la guerra rusa y a Putin, su aberrado artífice?, ¿o para evitar la falta de combustible y otros derivados en EUA?

Se tiene ya por entendido que el deslinde electoral es la única opción a la vista —y para ello la oposición lamentablemente se ‘apresta’, de brazos cruzados, a esperar el 2024—, pero no es garantía para conducirnos al ansiado cambio;  todo sigue dependiendo de un remoto pero no imposible proceso eleccionario imparcial, que no esté controlado o influenciado por el oficialismo.

La incertidumbre para lograr ese propósito por el bien de Venezuela y sus habitantes se reproduce en la ineficacia y contrariedad interna, principalmente en la oposición partidista que sigue actuando de acuerdo a su aislado patrón de la realidad, colocando sobre la mesa propuestas que distorsionan aún más la lucha para salir de la crisis, sin tener en cuenta que el oficialismo sigue posicionándose, y que tendrá más petro dólares disponibles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salir de la versión móvil