Gladys Socorro
La guerra es a cuchillo pero con el objetivo fuera de foco. Se dicen de todo, lo que es y lo que no es. Se dan hasta con el tobo, pero sólo logran hacerse daño entre ellos, mientras que el enemigo real está arrastrado de la risa viéndolos pelear. En definitiva, la oposición venezolana se está sacando los ojos, las tripas y el corazón en una pelea estéril cuyo único beneficiado es el gobierno de Nicolás Maduro; y el perdedor, como siempre, es el pueblo.
Se cuenta y no se cree. Veinte años de lucha por salir de este gobierno causante de toda la miseria nacional, y ahora, cuando por fin llegó el momento de darle la estocada final a su agonizante mandato que suma 80% de rechazo, a nuestros líderes políticos les dio por profundizar y anteponer sus rivalidades, desacuerdos y radicalismos a las penurias diarias de la gente.
Lo que hasta hace poco fungía como la Unidad Democrática, encargada de trazar la ruta política y electoral a seguir en esta gran batalla de supervivencia de todos y cada uno de nosotros, hoy está rebanada en varios toletes. Una parte, liderada fundamentalmente por Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular, dice que el camino a seguir de cara a las elecciones presidenciales del 20 de mayo es la abstención. Para ellos, participar en el proceso es “legitimar al régimen”, pero a menos de dos semanas aún no presentan alternativas claras para salir de esta tragedia. Siguen en el limbo y el pueblo padeciendo.
Un segundo bloque apuesta a la vía electoral. Lo lidera Henri Falcón. Si bien su candidatura no es el resultado de un consenso dentro de la MUD, puntea todas las encuestas entre los precandidatos habilitados del sector opositor. Una tercera rama de la Unidad Democrática nacional insiste en la “dimisión del tirano” y le apuesta todo a las decisiones del Tribunal Supremo en el exilio y a las sanciones de la comunidad internacional. Esta ala la encabezan María Corina Machado, Antonio Ledezma y Andrés Velásquez.
En teoría, y sólo en teoría, todos coinciden en la necesidad de salir del gobierno de Maduro, pero después de tantos años no consiguen engranar la forma de logarlo. Diluyen los esfuerzos entre tanta incapacidad para llegar a acuerdos. Mientras tanto, el gobierno respira profundo por el alivio que le da una unidad dividida que lo ayude a flotar en medio de una tormenta signada por una población ahogada en el hambre, sin ni siquiera poder conseguir calmantes para aliviar sus dolores; imposibilitada para comprar detergente para lavar sus miserias, o un jabón para bañarse con tobito aunque sea una vez al día y evitar que la sarna se adueñe de sus demacradas y avejentadas pieles.
Los cálculos políticos de la oposición no le llevan el pulso al acelerado deterioro de la calidad de vida de los venezolanos. La realidad cambia todos los días. La gente no come con deslegitimaciones ni dimisiones. La gente está desesperada por salir de Maduro y su gobierno. Allí radica el gran reto de la campaña de Henri Falcón: poder capitalizar ese gran descontento y cristalizar en votos tangibles la ventaja que le dan los sondeos de opinión.
Si lo logrará o no sólo se sabrá el mismo 20 de mayo. Todo dependerá de la decisión propia de los venezolanos de romper el llamado de abstención e intentar salir del gobierno por la vía electoral. También dependerá, en gran medida, de la organización electoral que el bloque de Falcón logre diseñar para defender los votos en todas las mesas electorales del país. La verdadera pelea es entre millones de venezolanos y Maduro. Falcón no será el mejor pero es un canal para lograrlo. Sería un voto castigo para intentar sacar de raíz la causa de tanto mal vivir. De él ya nos encargaremos después.
@gladyssocorro