Carolina Jaimes Branger
Es harto sabido que los regímenes totalitarios se caracterizan por su autoritarismo, represión y control absoluto sobre la población y que suelen mantenerse en el poder, básicamente, a través de la manipulación de elecciones, la censura de la prensa y la persecución de opositores políticos.
Sin embargo, en ocasiones, estos regímenes han sido sorprendidos por la voluntad popular en elecciones democráticas, siendo derrocados por un candidato desconocido que desafía su poder establecido. Un ejemplo notable de esto ocurrió en 1989, cuando el régimen comunista en Polonia fue derrocado por el movimiento Solidaridad, liderado por Lech Walesa, un líder sindical poco conocido en aquel momento. A pesar de la represión y la censura del gobierno, Walesa y su movimiento lograron movilizar a la población en contra del régimen autoritario, ganando las elecciones parlamentarias y presidenciales de forma abrumadora. Este hecho marcó el fin del régimen comunista en Polonia y el inicio de una transición hacia la democracia que se mantiene.
Otro ejemplo es el caso de Viktor Yushchenko en Ucrania en 2004. Yushchenko, como Walesa, un candidato poco conocido, desafió a Viktor Yanukovych en unas elecciones presidenciales marcadas por la manipulación y el fraude. Sin embargo, la población ucraniana salió a las calles en protesta, exigiendo transparencia y justicia electoral. Realmente inspiradora la actitud de los ucranianos, porque el régimen autoritario estaba atacándolos con todo su poder. Finalmente, tras una segunda vuelta de elecciones, Yushchenko fue declarado ganador, marcando un hito en la historia de Ucrania.
Estos casos demuestran que, a pesar del control y la represión de los regímenes totalitarios, la voluntad popular puede ser más fuerte. Los ciudadanos tienen el poder de desafiar a los regímenes autoritarios a través de la participación política y la movilización social. Y en ambos, la sorpresa de un candidato desconocido fue decisiva en el devenir de ambas naciones.
La Plataforma Unitaria y la Mesa de la Unidad Democrática, con María Corina Machado a la cabeza, han dado un ejemplo de madurez política como pocas veces hemos visto en Venezuela. Hay que reconocer los sacrificios individuales, el poner de lado las apetencias de poder en bien del país y el apoyo irrestricto que quienes las conforman han dado a la Unidad. Y el candidato desconocido, Edmundo González Urrutia, con su discurso sosegado, sin estridencias, decente (¡sobre todo decente!), llamando a la convivencia y a la paz es una bocanada de aire fresco después de veinticinco años de insultos, gritos, descalificaciones y un largo etcétera. Los venezolanos estamos hartos de tanta corrupción, de tanta confrontación, de tantas mentiras, de tanta manipulación. Nos merecemos algo mejor, ¡ya basta!
Y tenemos en estos momentos una oportunidad de oro de entrar en una transición a la democracia. ¡No la desperdiciemos! Sabemos que el régimen está dispuesto a todo. Pero un pueblo unido en una convicción podrá más que ellos.
@cjaimesb
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