El poeta y dramaturgo alemán Friedrich Schiller (1759-1805) escribió en 1785 su famoso poema: ‘An die Freude’ (A la Alegría) conocido en castellano como ‘Oda a la Alegría’. Veamos fragmentos: “Alegría, brillante llama de los dioses, hija del Elíseo/ Ebrios de tu fuego entramos, diosa celeste, en tu templo/ Tu poder mágico vuelve a unir lo que los tiempos habían separado/ Todos los hombres se vuelven hermanos, allí donde se posan tus suaves alas / (…) Volad alegres como sus soles a través del inmenso espacio celestial/ Seguid, hermanos, vuestro camino alegres como héroes en pos de la victoria/ ¡Abrazaos millones de hermanos! ¡Que este beso envuelva al mundo entero!…”.
Vemos que el tema es la hermandad universal. Luego el gran compositor alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827) en el último movimiento de su extraordinaria Novena Sinfonía (1824), le puso música a esta Oda cantada por un coro. Muchos autores han expresado su admiración por esta sinfonía. Por ejemplo el compositor inglés Ralph Vaughan Williams (1872-1958) expresó: “Nunca había escuchado nada igual, ni lo he vuelto a escuchar después. Esta música parece a veces provenir de la fuente eterna de la verdad, sin intervención humana” (1). De manera similar, el líder anarquista ruso Mijail Bakunin (1814-1876) decía que había que destruir todo lo de la vieja sociedad, pero en abril de 1849 escuchó en Dresde la Novena Sinfonía de Beethoven dirigida por el compositor alemán Richard Wagner (1813-1883). Se cuenta que Bakunin lloró emocionado y al finalizar la obra subió al podio y le dijo a Wagner: “Si toda la música estuviera condenada a desaparecer en la conflagración universal, tenemos que salvar esta sinfonía aún a riesgo de las propias vidas” (2).
Por otra parte, Ralph Vaughan Williams escribió en 1939 que en una ocasión le relataron que cuando Schiller escribió la ‘Oda a la Alegría’ en realidad pensó reemplazar la palabra ‘alegría’ (freude) por ‘libertad’ (freiheit) y que Beethoven lo sabía en el momento de componer la música de la sinfonía. Vaughan precisó: “Nunca he logrado encontrar una confirmación de esta leyenda, pero no está de más que la conservemos en alguna parte de nuestra mente, cuando oigamos o toquemos, o leamos, o cantemos esta maravillosa sinfonía” (3).
El caso es que cuando cayó el Muro de Berlín en 1989, en la Navidad de ese año el compositor y director de orquesta estadounidense Leonard Bernstein (1918-1990) dirigió la Novena Sinfonía para celebrar la reunificación de la ciudad dividida y en el último movimiento en vez de ‘alegría’ puso ‘libertad’. En efecto, muchas personas consideran que la Novena Sinfonía no solamente es el símbolo de la hermandad universal, sino también de la libertad y la expresión del espíritu humano…¡Ojalá algún día se pueda tocar la Novena Sinfonía en nuestro país para celebrar la reunificación de la población y el fin de tantos odios, divisiones y desdicha, y para celebrar la libertad de todos!!! …NOTAS: (1) Pag. 109 en Hug Williams ‘Fifty Things You Need to Know About World History’, HarperCollins Publishers, London, Chapter 5: ‘Ludwig van Beethoven’s Ninth Symphony’ (2) Pags. 43-44 en André Reszler (1974) ‘La Estética Anarquista’. F.C.E., México. (3) Pag. 116 en Hugh Williams, Op.Cit.
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