Guayaquil (Ecuador), 13 ene (EFE).- La crisis carcelaria en Ecuador parece no tener fin luego de que la noche de este viernes se escaparan seis reclusos de la Penitenciaría del Litoral, la cárcel más grande y poblada del país, aledaña a la Cárcel Regional de Guayaquil, de donde huyó, al parecer el fin de semana pasado, José Adolfo Macías Villamar, alias ‘Fito’, líder de la organización criminal ‘Los Choneros’.
Solo desde el 9 de enero de este año esta crisis deja al menos 16 muertos, unos 178 empleados de prisiones retenidos, de los que una veintena ya han sido liberados, y una orden de captura con fines investigativos por la fuga de ‘Fito’ contra la directora de la cárcel, Nelly Cuzco Ramírez, de quien se perdió todo rastro.
Hacia las 22:00 hora local del viernes (3:00 GMT) se dio la alerta de la nueva fuga de la también conocida como Penitenciaría del Litoral.
En la zona dos helicópteros y varios drones rastrearon a los reclusos que presuntamente escaparon al saltar el muro de la torre vigía que se ubica en la parte de atrás de la cárcel que alberga a unos 5.300 presos.
Tras esa primera reacción, a las 23.34 hora local (18.34 GMT) la Policía informó de la recaptura de dos reos, mientras los operativos de seguridad siguen este sábado en toda la ciudad.
¿Cuáles son las cárceles de Guayaquil?
Ecuador tiene un total de 31.321 personas privadas de la libertad en sus 35 cárceles, según el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad (SNAI).
De ese número, 12.254 reclusos permanecen en el complejo carcelario de la costera provincia de Guayas, cuya capital es Guayaquil, y que está conformado por cinco recintos.
De esas edificaciones, la Penitenciaría del Litoral y la Regional son las más pobladas de todo Ecuador, con 10.000 presos entre las dos.
¿Quién manda tras las rejas?
Para Diana, una mujer que trabaja como niñera y cocinera en San Lorenzo, una ciudad ecuatoriana de la provincia de Esmeraldas, fronteriza con Colombia, «en las cárceles mandan los presos», según comentó a EFE.
Eso es lo que ha podido averiguar desde que su único hijo, de 25 años, fue encerrado en la Regional hace un año.
Aunque asegura que él «nunca ha robado» y se dedicaba a «trabajar en la construcción», decidió viajar toda la noche hasta Guayaquil para tratar de verlo.
En la puerta de entrada a la prisión empezó a llorar cuando los encargados de la seguridad le informaron que «no hay visitas», pues «están suspendidas desde el martes».
De inmediato alegó: «Soy hipertensa y lo que dicen en los noticieros me tiene enferma».
Diana hacía alusión a que hay unos 178 funcionarios de prisiones retenidos desde el martes en seis cárceles (Esmeraldas, Latacunga, Ambato, Azogues, Cuenca y Loja), donde se registran motines simultáneos, con un saldo de tres presos fallecidos.
Para contrarrestar el evidente poder que ejercen los delincuentes en las cárceles, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, quiere construir dos centros de reclusión inspirados en los que México y El Salvador usan para retener a narcotraficantes y pandilleros.
Estos centros se ubicarán en la provincia amazónica de Pastaza y la costera de Santa Elena, tendrán capacidad para 736 presos y contarán con dispositivos para la inhibición de la señal celular y satelital, y otros elementos inéditos en las prisiones ecuatorianas en donde, desde 2020, las masacres dejan más de 450 presos muertos.
Tensa calma
Aunque el viernes en la mañana el reporte en las cárceles de Guayaquil era de «total calma, sin amotinamientos ni intentos de fuga», según dijeron a EFE policías y militares instalados en las puertas de ingreso, la situación cambió anoche con la más reciente fuga.
A lo largo del día y con una tensa calma que se percibía en el ambiente, familiares de reclusos se acercaron a «entregar alimentos y medicinas con receta médica únicamente para los reclusos que están por delitos menores», explicó un policía encargado del filtro de revisión.
Hasta ese punto llegó Carmen. «Vine a visitar a mi hermano que está preso pero no me dejan entrar. Antes también venía a ver a mi sobrino, pero lo mataron hace un mes. Nos entregaron el cuerpo como si fuera un perro muerto, sin darnos explicaciones de qué fue lo que pasó», denunció la mujer.
Aunque es evidente el incremento en el número de militares y policías que custodian los alrededores de las cárceles de Guayaquil fuertemente armados, «la corrupción agudiza el problema», explicó un miembro del Ejército.
«Las bandas manejan todo»
«Está comprobado que desde adentro las bandas manejan todo porque se han encontrado lujos como PlayStation, celulares con internet, whisky, aires acondicionados y televisores durante las revisiones que se hacen a las celdas de los cabecillas de las bandas», agregó.
En el caso de ‘Fito’, quien estableció un sistema de extorsión y tortura tras las rejas, «parece que vivía casi como en una suite de hotel», comentó el uniformado.
De ‘Fito’, según reportes de medios locales, se sabe que junto a sus compinches cobraba hasta al menos 10 dólares semanales a cada preso.
Y en la Penitenciaría del Litoral hallaron en agosto pasado una piscina con tilapias de exportación. Durante el registro «también se detectaron perros, patos y torres de vigilancia construidas por los mismos reclusos, que hacen lo que se les da la gana ahí adentro», alertó otro miembro del Ejército.
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