La Universidad Valle del Momboy ha sido perturbada por una serie de eventos que han sacudido sus cimientos. Una universidad que era evaluada como la quinta universidad privada de Venezuela, con un claro liderazgo en muchas áreas, considerada por la cúpula del sector económico nacional como una referencia en el tema del emprendimiento, hoy vive una crisis que pone a prueba su identidad y su supervivencia. Algo sucedió, algo que va mucho más allá de la crisis del país. Se vulneraron principios y valores. Hoy se debate entre la incoherencia y la rigidez. La universidad que incrementó significativamente el capital humano trujillano y por esa vía creó capital social, hoy muestra un pobre capital relacional y un pésimo capital ambiental, que no hacen otra cosa que destruir valor y en consecuencia destruyen capital social. Pero en medio de este caos que desordena y paraliza, la UVM tiene reservas, su existencia tiene sentido, muestra una historia de vida, hay éxitos y fracasos, hay vida, tradición, visión, misión, valores, hay mucha gente valiosa de abundante corazón, y lo más importante, dispuesta a rescatarla. Ese es el camino, lograr que la Universidad Valle del Momboy se conecte consigo misma, con lo mejor de si misma, para que cuando la turbulencia llegue al punto de bifurcación, donde se define el destino de las organizaciones, cambie lo que deba cambiar, se transforme, alcance mayores niveles de complejidad y expanda sus capacidades para volver a ser un activo generador de capital social. “Todo será para el bien” proclamaba Juliana de Norwich, y agregaba, “estamos envueltos de la cabeza a los pies en la bondad de Dios”. Lo que sucedió debe ser materia de aprendizaje para toda la comunidad universitaria. El rescate y la renovación es tarea de todos. La UVM debe salir fortalecida y renovada. El momento es ya. Manos a la obra. Dios bendiga a toda la comunidad universitaria UVM.