Hace 120 años, en la noche de los muertos, 40 trujillanos organizados de 10 en 10, con el torso desnudo y descalzos, bajo el mando del Doctor y General Leopoldo Baptista, subieron con su famosa “carga a machete” y sin disparar un tiro, las faldas del cerro El Copey matando a todo aquel que llevara ropa, y decidiendo con esa temeraria acción, la suerte de la batalla más numerosa, larga y sangrienta que registra la historia de Venezuela. Del lado de la Revolución Libertadora lucharon 16.000 personas, del lado del gobierno 9.000, y en el campo quedaron 3.000 muertos. Allí se consolidó la dictadura del General Cipriano Castro, que luego dio continuidad el General Juan Vicente Gómez hasta 33 años después.
La Revolución Liberal Restauradora había llevado a Castro y Gómez, al poder en 1899, con su ejército predominantemente andino, pero se enfrentaban a numerosas reacciones armadas de diversa naturaleza. A principio del año 1902 dos núcleos de oposición se consolidaban al oriente y al occidente del país, con los militares más prestigiosos, modernos pertrechos y abundantes recursos. La unión de estos dos frentes representaba una seria amenaza a los andinos, y a pesar de los esfuerzos del gobierno, los dos ejércitos se reúnen en Villa de Cura. Castro y Gómez deciden concentrarse en La Victoria para enfrentarlos.
El ejército de la revolución libertadora decide combatir al ejército de la revolución liberal restauradora, en el poder, allí donde se encuentran. Y todas las fuerzas de uno y otro bando inician lo que sería su batalla decisiva el 13 de octubre. El general Manuel Antonio Matos, jefe supremo de La Libertadora, tiene entre sus generales a Domingo Monagas, Luciano Mendoza, Lorenzo Guevara, Pedro Pérez Crespo, Juan Palacios, Nicolás Rolando, Zoilo Vidal, Gregorio Segundo Riera, Amábile Solagnie, Gregorio Cedeño, Luis Crespo Torres y a Rafael Montilla Petaquero llamado “El Tigre de Guaitó”, entre otros. Cipriano Castro comanda las tropas del gobierno con los generales Juan Vicente Gómez, Manuel Salvador Araujo, Rafael Gabaldón, Leopoldo Baptista, Bautista Ferrer, Francisco Linares Alcántara (h), Pedro María Cárdenas, Modesto Castro, Régulo Olivares, Román Moreno, Ovidio Pérez Bustamante. Emilio Ríos, Rafael González Pacheco y otros trujillanos como Antonio Médici, el general Fontiveros y varios Araujo, Briceño, Daboin, Vázquez, Víctor Manuel Baptista, Crespo, Francisco Paredes, Eugenio Morillo, Benjamín y Sebastián Marín, Víctor Villegas, Isidro Pérez y muchos otros venidos de todos los lugares de Trujillo.
Tres semanas de combates van diezmando ambos ejércitos, sin decidirse la victoria, hasta que se pone en práctica una táctica ideada por Leopoldo Batista, que culmina con el asalto de las tropas trujillanas, a machetazos, a las tropas de Matos en el cerro El Copey, esa noche de los muertos del 2 de noviembre 1902. Leopoldo Baptista además del grado de general ganado en combates, tenía cuatro grados universitarios pues era abogado, ingeniero, agrimensor y doctor en Ciencias Políticas.
El día de los muertos de 1902 se le da continuidad a la larga tradición venezolana de autocracias militaristas que aún no culminan.
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