La “Niña Pancha” González y el correo postal de La Puerta / Por Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

 

 

Hemos leído una dura cita, que señala que existen seres humanos que desfilan, <<en la metamorfosis de la naturaleza>>, como si no existieran, sin ninguna significación, como si nada. En cambio, existen otros, cuya huella queda marcada en sus contornos, bien familiares, vecinales, laborales, grupales y sociales, a pesar de su bajo perfil y poco protagonismo. Esa dura cita, se le ha endosado a la mujer por mucho tiempo, a pesar de su desmesurado esfuerzo en el progreso de los pueblos.

Una de las damas más destacadas en la dinámica creadora y consagrada al trabajo social y cultural de nuestro municipio, hoy Parroquia La Puerta, en los años 30-40-50-60, fue la “Niña Pancha”. Su nombre completo es Francisca Vicenta González González, integrante de una de las familias que se caracterizaron por su voluntarioso aporte en favor del proceso constructivo de esta comunidad. Era una mujer de tez blanca, de hermosos cabellos rubios, nariz aguileña y con vivaces ojos, que contrastaban con sus pequeños labios, de donde salía una clara y melodiosa voz, que sus vecinos de aquel tiempo pudieron disfrutar. De baja estatura y amplias proyecciones culturales y espirituales.

Nos comenta, nuestra dilecta amiga y vecina Graciela Romero González, que la “Niña Pancha” González, era su tía abuela materna. Nació en 1891. Sus padres: Don Ignacio González Ramírez y doña Josefa González González, quienes conformaron un hogar con siete hijos, tres varones y cuatro hembras.

La llamaban en el pueblo afectivamente “La Niña Pancha”. El origen de este calificativo, pudo ser consecuencia de una inesperada fatalidad, al parecer, sostuvo noviazgo formal con un joven de la comunidad, pero por adversas circunstancias de la vida, se frustró el proyecto de vida común que se habían propuesto. La profesora Belkix Villegas, recuerda que en una oportunidad su abuela Josefa Rivas, le <<contó que la “Niña Pancha” tuvo un novio que fue acusado injustamente por el robo de un chivo, y murió en la cárcel, supongo que en la de Trujillo>> (Conversación con la Profesora Belkix Villegas, vía whatsapp, 9-2-24); hecho que acabó con su estado de noviazgo y su perspectiva matrimonial.

La “Niña Pancha”, <<le guardó luto toda la vida, la recuerdo vestida de negro y un sombrero pequeñito, parecía de tela>> (Conversación citada); demostrada fidelidad al compromiso con su novio.

 

La “Niña Pancha” y el servicio de correo postal

 

Con el tiempo, le tocó asumir una responsabilidad muy importante, que en muy pocos lugares la ejercía una mujer: el servicio de correo postal. Responsabilidad que cubría dirigir y administrar personalmente la oficina de correos, el franqueo, la correspondencia en general, paquetes postales, recepción de la correspondencia en tránsito, distribución de la correspondencia, cuido del depósito y fiscalización de valijas, atender los conductores de la correspondencia, en fin, una amplia gama de actividades.

Escribió el poeta Ángel González Rivas, el “Guayanés”, apreciado cronista de este pueblo, que cuando él fue Jefe de Transporte de Correos, le tocó llevar los bultos de correspondencia a La Puerta, donde conoció a la Niña Pancha González, <<quien para esa fecha era la Jefa de Correos en el Municipio La Puerta, antes de pasar a Parroquia>> (La Puerta, Humor y Versos, pág. 51. 2007); lo curioso e interesante, es que asumió dicha responsabilidad, en un tiempo y espacio, privilegiado para el patriarcado y el denominado “machismo”.

En la década de los años 20, el movimiento postal local y regional aunque lento era muy fluido, casi como el indispensable medio de comunicación, ante la emigración de los puertenses en busca de mejoras de ingresos y de calidad de vida. En la década siguiente, años 30, ya Venezuela contaba con el servicio de correo aéreo, en Trujillo tardaría un tiempo más, y en 1933, la institución contaba con una sede, el edificio de Correo, en la Esquina de Carmelitas, en Caracas donde funcionaba la principal Oficina Postal Telegráfica. Para 1941, se había creado la escuela de formación postal.

En el aislado pueblo de La Puerta, la sede del servicio de correos estaba frente a la Plaza Bolívar. Su pariente Graciela Romero González, a quien afectivamente sus amigos y familiares llamamos Chelita, <<”La Niña Pancha”, como así era llamada, fue una dama con una personalidad muy adelantada para la época, se desempeñó como la Jefa de Correos de La Puerta, cuya oficina funcionó en un anexo del mismo domicilio de ella, «allí recibía todas las mañanas muy temprano el transporte del correo que pasaba a dejar la correspondencia para los lugareños, los cuales venían a buscar las noticias de sus familiares y algunos que no sabían leer, pues La Niña Pancha, con toda la paciencia y cariño se las leía y a la vez, le contestaba de acuerdo a lo que su familiar le expresara>> (Datos aportados por la Sra. Graciela Romero González. La Puerta. 2-2-2024). Como el correo llegaba a la casa de la “Niña Pancha”, ubicada al lado del templo de San Pablo Apóstol, ella voluntariosamente les leía las cartas, esquelas, postales de vacaciones, cualquier correspondencia escrita, a los destinatarios (gente del campo) que no sabían leer y le pedían que se las leyera, si bien eso, no estaba incluido en sus funciones, sin embargo, ella los favorecía leyéndoles, y además, les escribía la respuesta al familiar, amigo o remitente, y se las enviaba, urgente o certificado, para que llegara en menos tiempo.

Luego, con los años, ingresó al servicio de correos la señora Anita Castellano, que trabajó con la “Niña Pancha”.
La responsabilidad por este servicio público, le absorbía gran parte de su tiempo, la correspondencia llegaba a su casa, a las 4 de la madrugada. Según Graciela Romero, la “Niña Pancha”, <<comenzó a trabajar en el correo en la década de los 40. Tenía unos 30 años, y la jubilaron como de 55 años. Murió de 79 años, por problemas cardíacos>> (Datos suministrados por Chelita Romero); sin duda, tuvo una vida muy agitada.

 

Pancha González, multifacética: cantora,

poetisa, católica y también bordando

 

En esos tiempos, las reuniones organizadas para celebrar algún bautizo, cumpleaños o día de santo de alguien en la casa, tenía su anfitrión o anfitriona que daba paso al entretenimiento, en ellas, <<Poesía y música encontraban ambiente propicio en los paseos a la hacienda “San Isidro”, propiedad de don Ignacio González>> (Abreu, 78). La estancia de la familia González, se convertía en sitio del canto y baile; una de las cantantes y anfitriona, de esas tenidas sociales de los años 30, lo fue Pancha González.

 

Finca San Isidro, lugar de paseos

y celebraciones musicales

 

En sus remembranzas de infancia, nuestro profesor de aula universitaria Alirio Abreu, narró en 1950, uno de estos eventos, <<En la tarde fuimos a San Isidro, una finca cercana al pueblo, tal vez la más bella de la región, a la cual se llega por un caminito que parte del camino Real que va a El Pozo y a Quebrada Seca. Había que cruzar un arroyo, bajo árboles de guama, luego se atravesaba un pequeño potrero y se pasaba, antes de llegar a la casa de la finca, al lado de una gruta de la Virgen, rodeada por un jardín encantado. El agua de la fuente, al caer sobre las piedras y las caracolas, producía una música que los pájaros imitaban en su canto. La casa de la finca era clara, acogedora, de amplios corredores y salas; tenía al frente un potrero y un trapiche el día era de un derroche de luz y de alegría. Las personas se diseminaban por el campo y por los pequeños senderos y a la noche se comenzó el baile con los músicos del pueblo y con la vitrola que prestó Julio Viloria>> (Abreu, Alirio. Los días de la infancia. Pág. 25. La Puerta. 2007). Esta finca, era propiedad de Ignacio González, bisabuelo materno de Chelita Romero. Las jornadas musicales y bailes, pasaban de la medianoche.

En esos tiempos, rememora Chelita Romero, que <<los González, se reunían con otras familias de la comarca, para compartir y relacionarse con otras amistades, además de divertirse y alegrar sus encuentros organizando “Veladas”, que consistían en actuaciones, tales como interpretar poesías, cantos, bailes o danzas con algún músico que tocaba el violín o la mandolina. Y así, transcurrían las veladas que así se llamaban>> (Datos suministrados por Chelita Romero); las noches posteriores se reunían en casa de diferente familia, Viloria, Sulbarán, Abreu, Carrasquero, Villegas, entre otras.

El mismo “Guayanés”, anotó en su recopilación de versos, un grupo de damas preocupadas por la poesía, <<entre ellas las poetisas Francisca González y Josefa Viloria, quienes con su bella musa pusieron muy en alto el nombre de La Puerta>> (González, 20). Ofreció lo mejor de su talento como artista espontánea aficionada como contribución al progreso cultural y espiritual de La Puerta.

Además de su obra en el campo del teatro, el baile y el canto, Pancha González, de lo que trataremos en otro artículo, fue una mujer consagrada al catolicismo de su Parroquia, participó en el coro de la iglesia y en el grupo de damas de la Sociedad de la Virgen de la Paz. La misma Graciela Romero González, en su nota de datos biográficos, toca otras habilidades de la “Niña Pancha”, <<Así transcurrió la vida de esta noble dama, además de pertenecer y dedicar parte de su tiempo a las actividades religiosas, colaborando con la Parroquia y con los sacerdotes: el Padre Trejo, el padre Mario Castillejo. Otra de sus habilidades junto a sus hermanas: bordaban y confeccionaban los manteles de la Iglesia, las sotanas y estolas de los sacerdotes y vestimenta de los Santos>> (Notas de Romero); diversidad de ocupaciones.

Nuestra dilecta colaboradora, y promotora cultural de nuestra Parroquia, Profesora Belkix Villegas, nos comparte uno de sus recuerdos de la “Niña Pancha”, <<A mí me buscaban de angelito y ella era la encargada de la decoración para la coronación de la Inmaculada, el último de mayo, la Niña prendía las estrellitas en el momento de la coronación>> (Conversación citada). Colaboradora con las actividades de su iglesia.

Francisca Vicenta González González, enfermó del corazón, y murió en el año 1970. Con la “Niña Pancha” González, la mujer puertense, trabajadora, leal, honesta, se encuentra esplendorosamente representada, en el proceso constructivo de esta comarca trujillana. Mi agradecimiento a Chelita Romero, Belkix Villegas y a Miguel Arturo Psaridis, por su aporte de datos para la elaboración de esta nota biográfica.

 

 


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