La mutación “forzosa” del periodismo: entre el rigor y la tiranía del ‘click’ | Por: Alexander González

¿El periodismo que conocimos ha muerto? Lo que hoy atestiguamos es una mutación forzosa, una transformación tan violenta como necesaria, impuesta por el auge incontrolable de las redes sociales. Aquellos que nos formamos bajo el dogma de la verificación y la “puerta de acceso” (el gatekeeper) nos enfrentamos ahora a una realidad donde todo ciudadano con un teléfono es un potencial informador. El control editorial se diluyó, y la consecuencia más devastadora es la tiranía de la inmediatez.

¿La velocidad ha sustituido a la verificación? Los medios tradicionales se ven obligados a competir no solo contra la competencia, sino contra el rumor y la primicia no contrastada que abundan en el timeline de Twitter (X) o Instagram. Hemos tenido que migrar, forzados por la audiencia joven que abandonó nuestros canales, a crear contenido específico para estas plataformas, adoptando sus narrativas y sus formatos, muchas veces a contrapelo de nuestro rigor.

La credibilidad bajo estrés y el desafío ético

El paso al formato digital nos ofreció la interactividad y la transparencia, un valor inmenso. Pero, al mismo tiempo, sometió nuestra credibilidad a un estrés constante. La necesidad de generar clics y la tentación del clickbait amenazan con erosionar la calidad. La ética se tensa cuando el compromiso de informar rigurosamente choca con la subsistencia del medio, que depende de la publicidad digital y el tráfico. Lo irónico y trágico es que, a menudo, la noticia menos relevante para el país es la que más ingresos genera por su capacidad de viralización.

Este panorama ha impactado la percepción de la profesión. Observo con preocupación cómo muchos estudiantes asocian hoy el periodismo con la fama y la visibilidad. El “influencer” ha desplazado al periodista de investigación como referente de éxito. La métrica se mide en likes y seguidores, no en impacto social o denuncias bien documentadas. Ven en el periodismo una vía rápida para construir una “marca personal”, donde la recompensa de la visibilidad es inmediata, a diferencia del periodismo de fondo que exige meses de trabajo.

El factor venezolano: riesgos y bajas recompensas

Para nosotros, en Venezuela, el desafío es exponencialmente más complejo. La precariedad salarial debilita la capacidad de investigar a fondo. El periodista se enfrenta a la dualidad de ser un trabajador mal pagado o un activista en su propio medio. El compromiso es mayor que nunca, pero las herramientas son limitadas.

Esta coyuntura ha modificado la percepción estudiantil: observan que el periodismo riguroso y comprometido conlleva altos riesgos y bajas recompensas económicas. Un periodista experimentado muchas veces gana una miseria, mientras un influencer puede generar ingresos exponencialmente mayores. Esto desvía el interés hacia un modelo de comunicación donde la rentabilidad personal supera el servicio público, distorsionando la misión fundacional de la carrera.

La única vía de subsistencia: rigor y relevancia

La única manera de que los medios tradicionales y la profesión sobrevivan es demostrar que lo que hacemos es único: periodismo de investigación riguroso que las redes por sí solas no pueden producir. Es nuestro factor diferenciador y de subsistencia a largo plazo.

El combate por la objetividad es diario. Si bien la objetividad clásica es un mito, la búsqueda de la veracidad y el equilibrio es nuestra brújula innegociable. La regla de oro sigue siendo simple: verificar antes que publicar. Tenemos que sacrificar la inmediatez de la red para confirmar la precisión.

Para recuperar el interés de los jóvenes, el periodismo debe ser útil, local e innovador en formato. Hay que experimentar en redes, usando su ritmo y estética (documentales cortos, hilos de Twitter-X) para contar historias complejas de forma accesible, y mostrando el backstage para educar sobre la verificación.

Nuestra prioridad debe ser preservar los principios fundamentales: veracidad, rigor, verificación y servicio público. La adaptación a las redes es solo la herramienta; no es el fin. El equilibrio se logra siendo rigurosos en el contenido (el fondo) y creativos en el packaging (la forma). Un reportaje bien investigado puede resumirse en un reel de 60 segundos sin perder la fuente. Al final, el contenido de calidad sigue siendo la mejor estrategia de viralidad a largo plazo.


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