La mujer, ni con el pétalo de una rosa, es el dicho que más se escucha al referirse a ese ser que puede dar vida, no solo porque trae al mundo a un hijo sino porque lo cuida, así como lo hace con su esposo, sus padres, hermanos y su prójimo, sin olvidar cuidar de sí. Hoy 8 de marzo se conmemora a esa mujer valiente luchadora, que no se da por vencida, que siempre tiene fuerzas para salir a delante y que no se detiene ante nada, mucho menos si se trata de defender y trabajar por los suyos.
En Venezuela, tierra de mujeres hermosas y valientes, les ha tocado vivir momentos duros, pero que por muy difíciles se mantienen fortalecidas, con una sonrisa, con una palabra de aliento, porque esa es la esencia de ser mujer. El amor, ese sentimiento que invade el corazón de las mujeres y que las impulsa a que cada cosa, cada detalle vaya impregnado de amor, ternura, comprensión, valentía, y muchas más virtudes que solo ella sabe representar y transmitir.
Esos momentos duros, son algunos como hacer colas por horas, madrugar para salir a comprar comida, cargar bombonas de gas para poder cocinar, caminar por horas por falta de transporte, salir a buscar un medicamento para un hijo o familiar enfermo, a muchas, quitarse el pan de la boca para dárselo a un hijo que tiene más hambre, ese y muchos mas sacrificios son los que hace la mujer trujillana, venezolana, pero que lejos de derrumbarla la hacen crecer, la robustecen, la vuelven más fuerte y valiosa; y a esa mujer hoy queremos felicitar, homenajear, aquella que no necesita una cartera, una traje, o unos zapatos de lujo, porque con su mirada, su sonrisa y sus palabras, puede ganarse el corazón de los otros, con su manos rotas e incluso sucias de tanto trabajo conquista el amor y el valor, en una sociedad donde la dama ya tiene su sitio ganado. Aunque las venezolanas y trujillanas nunca pierden el glamur.
Cuando la vida te cambia y toca enfrentarla
Cualquiera en estos tiempos, pudiera decir que amor con hambre no dura y que la mujer, llega un momento en que no soporta tanta presión, sin embargo, al conversar con algunas mujeres valientes trujillanas de distinta edad, diferentes roles expresan que aunque es la peor crisis que han vivido no hay mejor satisfacción que terminar cada día viendo la sonrisa de sus hijos en medio e las necesidades pero satisfecha por que se pudo salir adelante.
Rosa Rivero con más de 83 años comenta que jamás había vivido una época tan difícil, es comerciante y aun trabaja en su puesto de víveres, el cual esta acabado en su totalidad porque ya el dinero no alcanza para comprar productos para la gente, pero allí se mantiene esperando en dios, confinado en que la situación va a cambiar y espera tener vida para ver el cambio en Venezuela y Trujillo
Testimonios sin rostros
Para Carmen Olavarrieta, quien ya está jubilada con 65 años de edad, su vida dio giros inesperados, soñó su jubilación como un proceso de disfrute de descansos, de viajes, de comer bien y hacer lo que durante su etapa de trabajadora y empleada nunca pudo, pero ahora ni siquiera le alcanza para comprar los medicamentos, su vida quedó encerrada en las cuatro paredes de su hogar , orando para que toda esta pesadilla termine, creyó poder ayudar a sus hijos pero terminó siendo ayudada por ellos con los aporte económicos y sola porque la mayoría de sus hijos mas allá de irse de casa por hacer sus familias se fueron del país.
Y así como ellas, muchas mujeres que día tras día se levantan desde muy temprano a luchar, a bregar por la vida y hacer de tripas corazones para sacar a delante a sus hijos, aquellas jóvenes que dicen “no me voy de Venezuela” porque quiero ver el cambio, aquellas que en medio de su intuición sienten que todo cambiará, que sus hijos volverán a ser felices, porque para ellas no existen imposibles.