Al parecer existe quien esconde piezas del rompecabezas para que no se complete la figura. Quedan vacíos y se origina, entre algunos, la incomprensión. Nos corresponde, entonces, analizar el porqué de tales vacíos, saltos para perderse en el abismo. O, tal vez, y sería más complicado, analizar la incapacidad para inventar nuevas piezas. Estoy hablando de política y esta requiere la capacidad de unirse para resolver algo. Mi país se ha convertido en un enorme rompecabezas carente de piezas fundamentales. La más importante, la falta de compromiso con el compromiso, o la incapacidad de mantener el compromiso convertido en pieza intrascendente, bufa, incongruente. El discurso del compromiso ha sido suplantado por la promesa. Esto es señal de, por ejemplo, que la cultura electoral no ha cambiado en Venezuela. Nadie ha renunciado a postularse de nuevo o a su cargo por no cumplir. No hay evaluación, crítica, autocrítica.
La política no es postura o reproducción de imágenes. Es búsqueda de respuestas y de nuevas interrogantes. No es dar vueltas sobre la piedra o subir y volver a regresarse como Sísifo. La cultura de la división elimina la política porque el otro se convierte en el rival a destruir y “yo mismo” en un recurrente mar de justificaciones. Asumo las culpas para no tener el trabajo de justificarme, decía don Simón, el maestro de escuela y hacedor de velas.
La política se ha vuelto egolátrica. Por tal razón, jamás se resolverá en un programa de televisión. Y aquí quería llegar, se ha vuelto egolátrica porque se transmite. No es compartir, conversar por más que se quiera. Es imponer una razón, y así se hace poderosa e imponente. Este monologismo encubierto, esta condición de imposición comunicada aniquila la amplitud, la diversidad de vidas y de mundos. Y, además, al imponerse la lógica de las justificaciones, nadie tiene la culpa. No hay justicia porque no hay ética, todo se vale, el fin justifica los medios. Los egos son incapaces de reunirse y de ceder, el dios “yo” aniquila a los ángeles llamados “nosotros”. Es increíble como la vida está dividida en pedazos y pedacitos. Cada día se pierde más el sentido colectivo, plural, diverso de los espacios. Miremos alrededor y desperecemos la conciencia tranquila. Están pasando cosas graves, tan graves que hay quienes dicen “Venezuela necesita una intervención”. La estupidez de la antipatria no puede ser una pieza para completar el rompecabezas. Mucho menos, una osada invención de quienes creen se la están comiendo para derrotar un gobierno que también ha perdido piezas fundamentales. Inventemos.