No es “el tío Sam” ni otros tíos poderosos los que nos darán la fórmula para ser libres ni felices. Esta es una oración escrita en La Mudanza “La Casa Común”. He escrito mucho, tanto como he vivido. Desde “chamo” aprendí a leer, escribir y pensar, también a comprender que el ser humano siempre será el módulo en lo que concierne a la vida. No es el poder, podríamos sintetizar la oración, no son ellos (los poderosos) los que nos harán felices, aunque con sus artes mágicas nos hagan creer ¡que nos harán felices!
Cuando escribía en la Mudanza anterior, “A modo de carta” que necesitábamos una prueba para probar nuestro “patriotismo” no lo hago por “pantalla”. Sostengo que la campaña imperialista de los últimos días y años, tiene como objetivo “subliminal” aniquilar el concepto de Patria, de República, y, en esa dirección de la constitucionalidad. Por supuesto que, esto es difícil de comprender de manera inmediata.
En Venezuela contamos con senda bibliografía y pensamiento que caracteriza la cultura industrial del imperialismo. En este lado del mundo, en esta misma historia, en este pedazo de tierra y cuerpo ha hecho mella a lo venezolano. Actúan sobre la tierra y el cuerpo, así nos dominan y determinan. Para ello, los gringos han montado un aparato monstruoso, casi que indescriptible, también una paideia, es decir, una forma de cultura, un instrumento pensado. Ah profe, pero ¿los chinos y los rusos? También han desarrollado su paideia, su aparato y por ahí andan en el conflicto. Desde 1902 o antes, los Estados Unidos comienzan a desarrollar la conquista de América como Imperio y los venezolanos le hemos servido muy bien, se ha hecho muy bien la tarea propia de marionetas culturales, manía que hoy muestra a una clase política con sus porciones populares desnacionalizadas. De hecho, nacionalizar la conciencia, aparece como un reto intelectual importante. Y en ello, el odio creado, el odio como consigna y acción forma parte de “las mejores técnicas para dividirnos” que durante muchos años ha sido difundido como fuente discursiva de “la estrategia invisible”.
Soy antiimperialista cultural, intelectual, pero necesitamos pasar pruebas, probarnos. Debemos de ser capaces de crear y comprender los lazos que puedan unir a los seres humanos. El odio reta la convivencia. Las técnicas de la dominación y división han convertido la “cultura de los instintos y de los impulsos” en el instrumento para que sea imposible la convivencia, y en particular, para que sea imposible la comprensión mutua. Nos seguimos viendo.