Estas son las breves palabras de Dedicatoria en un también breve libro que he bautizado como Resurrección de lo pequeño. Después de escribirlas, su esencia va aclarándose en mi pensamiento. Lo íntimo es aquello que forma más parte de mí. Sabemos nos pertenece porque viene desde dentro en personal asociación con el mundo hasta el infinito. Lo íntimo es la imposibilidad de dejar de ser en lo íntimo hacia el infinito como horizonte de sueños. Vuelo desde lo que somos. También debo decirles de otro libro, Itinerario de Las mudanzas del encanto y, justo ésta que lees, cerrará tal Itinerario. Un tercer libro también está esperando editarse, lo he llamado Semiótica del Orgullo.
En la mudanza anterior hablaba del dolor en las manos. Hoy aclaro. Me refiero con ello al compromiso de trabajar las palabras y con ellas va el compromiso de quien las escribe o simplemente las nombra. A quien no le duele las manos cuando las dice o las escribe es porque están dichas sin compromiso. Ha sido rota la intimidad, entonces, la palabra no viene desde dentro. Es todo, menos compromiso. Es publicidad, engañifa, distancia donde desaparece la intimidad y también la infinitud. La mediación íntima se traduce en cercanía. Este es el sentido del susurro al oído, la conversación, la reunión, la cayapa, el convite, el juego grupal… Cercanía porque a quien le hablamos está allí al lado, quien nos habla actúa desde sí. En la cercanía ninguna mediación es simulada. Este espíritu, pudiera decirse se evidencia en lo clandestino, en lo oculto, en lo que debe decirse en voz baja para que no sea captado por alguien que “no debe ni puede oír”.
Pero lo íntimo -cercano está roto, invadido, agredido. Terribles operaciones culturales de invasión a lo íntimo controlan las relaciones personales. Miedos y dependencias han sido curtidas en la piel cultural de los cuerpos y en los cuerpos mismos. Miles de años de lenguajes cercanos están rompiéndose por el trabajo cruel de manos deshumanizadas. Lo íntimo se convierte en privado y lo privado en propiedad. La propiedad privada sobre los cuerpos. Sólo te invito a pensar sobre todo esto. Una propuesta para pensar desde el dolor de las manos comprometidas con el trabajo de la palabra. Compromiso con lo íntimo infinito, con esa cercanía que el lado sabio del pueblo trabaja con sus adoloridas manos. Debemos insistir en los lenguajes de la cercanía. La división por quienes no les duele las manos es un evento histórico de debilidad. Hoy estamos obligados a desenvainar las mejores palabras. Seguro de que el trayecto de vuelta a la cercanía no es nada fácil. En voz baja, aquí entre nos, sería lo íntimo para las grandes cosas.
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