Comienzo a escribir esta mudanza con la siguiente afirmación: En Venezuela no existe democracia, constitución, estado, gobierno, oposición, derechos, ciudadanos. En Venezuela existe es una hiper representación, un gran fingimiento mediático. La realidad no existe, existen son representaciones manipuladas de la realidad. La “realidad” está cogida por el cuello y metida en un cajón herméticamente controlado donde dos sistemas de presión permanente obligan a sus manadas controladas a chocar permanentemente entre sí, sometidas por estas válvulas cuyos flujos ideológicos mediatizan a las personas y las coloca en constante roce por intereses determinados por cúpulas ideolomediáticas. Los manipuladores de cada válvula, tal vez manipulados por otros, generan un “inconsciente de manada” que se hace colectivo en contra del inconsciente de manada del otro bando. Este 16 N se prepara en Venezuela una nueva dosis de este conflicto de bandos encerrados en el cajón odioso de la política dominante.
Deténgase amigo lector a estudiar este fenómeno, cómo funciona y cómo usted está participando en él. Converse con quien tiene al lado y con el que está en la acera contraria. No le dejemos a los dueños del televisor nuestro destino, rompamos el circo político, el espectáculo que nos distrae de los asuntos claves y nos quieren divertir con anécdotas históricas mientras saquean nuestros más elementales vínculos primigenios y diversifican al mejor postor “nuestras” riquezas nacionales que nunca han sido nuestras. Gobierno y oposición, cada quien con sus arlequines y “grandes medios” nos conducen a aniquilar nuestros lazos de pueblo y comunidad para convertirnos en manadas movilizadas por el dictamen de algún canal de televisión, armadas de odio y de todo tipo de racismo para aniquilar al otro. Irresponsables “dirigentes” de ambos bandos que conducen a la nación a su matanza, a la aniquilación de las relaciones sociales más elementales como la solidaridad y el discernimiento.
Detengámonos a conversar con valentía lo que realmente está pasando con la gente del poder que nos han convertido en millones de conejillos de indias. Gobierno y oposición nos conducen al suicidio colectivo, mientras recomponen sus tretas de diversión y división para que esa realidad encubierta por el cajón cultural de la guerra del siglo XXI no se destape. Un buen fotógrafo latinoamericano podrá darse cuenta que hay algunas fisuras y los movimientos sociales sabrán abrir cauces creativos para reconstruir la causa y la casa humana.