La mudanza del encanto / Ganar la libertad         

 

Perder el miedo, ganar la libertad sería la síntesis de esta complicada propuesta para mirarnos y sentirnos como pueblo capaz de transformar en su movilización creadora los espacios de dominio y control en espacios públicos para esta liberación colectiva. Yo llamo a quien lee estas líneas reflexionar al respecto puesto que, el andamiaje colonial, primero, y el neocolonial, ahora, ha convertido al continente, como sistema dominante “en el lugar apropiado para ensayar los nuevos reacomodos de la globalización y el mercado”. Si esto es así en parte, debemos tratar de romper el tablero de controles múltiples que manipulan todo tipo de acción humana y la reconducen al reacomodo de ese sistema de control, el mercado humano de la vida, sus enseres y sus ideas. Hay momentos en que la tensión de la causa americana crece y permite acercarnos al debate con los elementos más creativos emitidos por la movilización de la gente, movilización capaz de hacer tambalear los mecanismos de control que van desde un carabinero, un paco o policía hasta la pomposa retórica narrativa de los medios masivos de difusión de estos mensajes de la manipulación.

Sería interesante conversar sobre el papel de aquellos que vamos perdiendo el miedo y nos disponemos colectivamente a vivir el desafío de ganar la libertad, creando y recreando modos de vivirla en un ciclo de dominio que ya va por los diez mil años. La respuesta de este tipo puede no sean triunfantes, pero dejan huellas que en el pasado han sido borradas. Y si son triunfantes “vamos que chuta…” La capacidad de disentir, ampliar el ojo, conjugar los derechos colectivos por la vida digna, generar la lucha contra todo tipo de opresión vinculada a sistemas de gobierno y del mercado de la gran empresa geoestratégica partiendo del lugar en donde vivimos se llama aterrizar en una comunidad constantemente amenazada y escindida desde dentro y desde fuera.

Entonces, será posible ganar la libertad desde mi+nuestro lugar habitado si descubrimos y superamos los mecanismos de control para vivir en el miedo. Esa movilización de los chilenos que caminan hacia una plaza y se abrazan tiene una sustancia subversiva gigantesca puesto que un pueblo dividido no es capaz de empujar el carro pesado de la historia y el poder. Simón Rodríguez hablaba en sus momentos de “lugares de reunión”. El bajo pueblo camina hacia su reunión nuevamente. La alta dirigencia tratará de convertirlos, nuevamente, en manada previsible y asustadiza cuando ve al cazador.

 

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