Si no compartimos un lugar común, en comunidad, no podremos sobrevivir. ¿Cómo podemos entender esta propuesta en una sociedad dividida por el odio en la política y demás técnicas nefastas? Además, en una nación cotidianamente amenazada por la geopolítica dominante que nos convierte en un país sin capacidad de decidir sus cuestiones elementales, mientras se disipa la constitucionalidad de la República (Un país con dos presidentes, dos…). Cuando “el enemigo” habita mi lugar, no cohabita. Y otra cosa, cuando “el enemigo” está ciego, va o viene con todo. Durante varios años la dirigencia (los que dirigen gente) de este país, de manera irresponsable (y quizá ciega) juega a la división e introduce el odio en la política, en la vida cotidiana.
Hoy vivimos el extremo de esta ecuación. (¿Cómo resolverla?). La recuperación o la configuración del sentido de la casa común es fundamental. Tenemos bastante capacidad para lograrlo, hay gente buena en todas partes pero, estamos desperdigados y, más aún, hostigados por fuerzas “superiores” que disipan las fuerzas del común, de lo popular. La cuestión es cómo definir esa superioridad, dónde se coloca y cómo actúa el conflicto estructuralista entre oficialistas y opositores y cómo manipulan a su gente, aun en medio de un complejo geopolítico que coloca a Venezuela como espacio donde se ensaya el conflicto por la dominación planetaria. Las muchedumbres controladas y conducidas al “odio entre sí”, al vaciamiento del sentido patrio o la manipulación controlada del mismo, al éxodo colectivo de lo venezolano y de venezolanos, debe entenderse como resultado de estrategias, estratagemas y estrategas que son víctimas y victimarios de este modelo conflictivo probado y comprobado en la segunda guerra mundial y hoy adquiere novísimas técnicas de control, división y manipulación de la mente y cuerpo personal y colectivo.
Amigos, si esto es cierto, debemos llenarnos de valor y trabajar el pensamiento y la acción para la convivencia y no dejarnos atropellar por pitiyanquis de todo tipo que se creen dueños de nuestro futuro. El lugar común debe alterar sus sistemas de relaciones, tener capacidad para autodefinirse e incidir en la creación y recuperación de los espacios de discernimiento y acuerdos. Cuando un pueblo aprueba una constitución se supone es para estabilizar su sociedad. Es sumamente grave la práctica política del dúo que domina la escena.