Caracas, 16 jul (EFE).- Después de dos reconversiones monetarias en los últimos 13 años y miles de billetes encontrados en los cubos de basura, en las avenidas y hasta en los ríos, la moneda venezolana -el bolívar- ha encontrado, en manos de artistas, otra forma para ser revaluada y, esta vez, es utilizado como lienzo.
Del dolor que ha significado para muchos venezolanos la pérdida de estos billetes, ha salido la inspiración para que artesanos, aficionados o pintores les den un uso más simbólico, representativo y emocional o, al menos, así lo define el artista Jeean Franco González, un joven de 24 años exponente del «money art».
Proveniente de uno de los estados andinos de Venezuela, Táchira, González defiende el uso de los antiguos y devaluados billetes como un lienzo para darles un valor «especial».
Sin embargo, también reconoce que le han criticado por pintar los más antiguos, los de la «vieja república», aquellos que no llevaban el apellido de «fuertes» o «soberanos», que fueron impuestos en las reconversiones monetarias de 2008 y 2018, respectivamente.
DALÍ, «El GUASÓN» O PETARE
Sobre las caras del libertador Simón Bolívar o de los próceres de la independencia de Venezuela como Francisco de Miranda, González ilustra nuevos rostros, paisajes, objetos u otros personajes destacados del mundo cultural como el pintor español Salvador Dalí o la mexicana Frida Kahlo.
Los ya coloridos billetes, pegados sobre una cartulina, uno al lado de otro, sirven de base para ilustrar una escena particular o la fachada de la barriada más grande de Venezuela, Petare, caracterizada por una abrumadora cantidad de casas desplegadas, una sobre otra, en una gran montaña del valle, que es Caracas.
Pero también la divertida escena de una película, el lujo de un carro deportivo o la risa del famoso «Guasón», enemigo de Batman. Todo, siempre, va a depender de lo que desee encargar el cliente.
El joven relata, durante una conversación con Efe, que con estos nuevos diseños busca «darle algo especial» a los billetes para que «vuelvan a tener ese valor que antes tenían», aunque, recuerda, «quizás ya no valgan lo mismo».
«Pero hay que agarrar ese montón de papel, de papel moneda, que en algún momento significó algo y bueno, volverlos a revalorizar de alguna manera», apunta.
Y su mejor manera de hacerlo es esta, dándole valor a través del arte.
El artista, además, destaca que, muy por el contrario de lo que la gente puede pensar, las pinturas sobre billetes son más demandadas que otras elaboradas en otros lienzos.
Según cuenta, comenzó a pintar sobre billetes por Francisco Corso, otro colega que también se inspira en estos papeles.
«Cuando me metí en esto, empecé a hacer pop, mucho pop (…) o sea, lo iba a hacer para probar y lo iba a dejar porque quería seguir metiéndome en otras cosas, y me gustó y también a las personas les gustó mucho, vi que eso tenía un alcance muy grande y de ahí en adelante, pues la verdad es que Francisco fue inspiración», confiesa.
¿CÓMO CONSIGUE LOS BILLETES?
Y aunque devaluados, estos billetes y su arte, le han cambiado la vida a González, pues ahora vive de vender sus obras sobre estos papeles que, asegura, las personas le regalan.
«Tengo una caja gigante (de billetes) que me han regalado (…) tengo todos, desde el de 2 (bolívares) hasta el último que salió, los tengo todos, o sea tengo toda la colección», indicó, aunque explicó que los más antiguos, los de 1989, los ha comprado porque la gente los ve como «colección».
Esos billetes, los de 1989, tienen colores más intensos y un papel moneda de mayor resistencia si se comparan con los que comenzaron a circular en los años 2000. La diferencia salta a la vista, no solo por la calidad o la textura, sino por el impacto de la devaluación.
Venezuela ha pasado de tener un billete de 2 bolívares a uno de un millón, según el último papel emitido por el Banco Central durante el primer semestre del año, aún cuando se le han retirado ocho ceros a la moneda.
A pesar de este escenario, a los billetes les queda todavía un camino, el del «money art», una opción que apuesta a «revalorizar» a las piezas ya caducadas.
González, que espera continuar perfeccionando su técnica y adquirir más conocimientos, asegura que sus obras ya se encuentran en muchas partes del mundo.
Su pasión por la pintura llegó gracias a su madre y a la edad de 13 años. Desde entonces, comenzó a trabajar a destajo en su estado natal, pero ante la falta de oportunidades ocasionada por la crisis, se trasladó a Caracas hace dos años y, según afirma, encontró un mercado que aprecia el arte y que está dispuesto a pagar por él.
Bárbara Agelvis