Para los pacifistas, los que amamos la vida, los defensores de la paz, los que rechazamos cualquier tipo de violencia, nos resultó vergonzoso e indignante, una afrenta a la condición humana lo ocurrido el domingo 12 de septiembre en las islas Feroe, Noruega.
Según BBC News Mundo, en las islas Feroe, un archipiélago de 1393 kms2, integrado por 18 islotes, 17 habitadas, es un territorio que desde 1948 goza de autonomía del reino de Noruega; pero desde hace años practica lo que han denominado el extraño «deporte» de la caza de cetáceos, sobre todo el delfín.
De acuerdo al informe del corresponsal de la agencia de noticias británica, el domingo 12S, la playa Skalabotnur en Eysturoy, amaneció con un paisaje dantesco; la sangre derramada de inocentes delfines tapizaba la arena lo que causó estupor entre los lugareños. La noticia inundó las redes y las voces de personas defensoras de la fauna acuática y conservacionistas no se hicieron esperar en el mundo entero.
La matanza de 1428 delfines despertó la sensibilidad perdida entre los pobladores de la isla que, jamás habían visto semejante atrocidad; los hermosos delfines cubrían con su sangre los alrededores de una playa antes tranquila, pacífica; aquella aciaga mañana parecía un campo de batalla donde se había impuesto la irracionalidad, la ley del más fuerte, el peor verdugo, el hombre, el bestial depredador terráqueo.
En cifras, las matanzas han ido incremento, la peor había sido la de 1940 con 1200 delfines asesinados; siguió la de 1879 con 900 víctimas; después en 1873 con 856 y en 1938 con 854 cetáceos muertos.
Según se estableció el asesinato masivo de delfines es una actividad que se escenifica desde hace años en la isla, que ha sido «legalizada» por las autoridades locales pero que, sin duda, genera reacciones diversas, aunque es apoyada por los jóvenes que son adictos o fanáticos de tal aberración.
Creemos desde la latitud humana, sensible, defensores de la vida, la poesía, como humanistas, el affaire de islas Feroe, de Noruega, debe ser escrito donde se asentaron los desafueros de tristes personajes tales de Hitler, Stalin, Mussolini, Franco, Hirohito,Pinochet, Castro, Somoza, y otros tantos verdugos de la humanidad. Basta de impunidad. Pensamos que de la misma manera desde la ONU, la máxima autoridad mundial, se debe intervenir sobre este enojoso asunto y, a la vez, dictar una resolución de estricto acatamiento; prohibir que los océanos, ríos y mares, sigan siendo contaminados con plásticos, explosiones nucleares, derrames petroleros y otras sustancias nocivas. Aguardamos que estas exhortaciones sean escuchadas por Antonio Guterres,actual presidente del organismo. El orbe se lo agradecería infinitamente.