La lucha venezolana de muy bajo perfil: sin planes unitarios para el cambio político perentorio

 

Por: Luis A. Villarreal P.

La Oposición venezolana —’sin querer queriendo’— ha entrado en un proceso de ‘hibernación’ respecto a sus actividades internacionales, debido a las lamentables circunstancias que atraviesa Ucrania por la invasión grotescamente putiniana de la que es víctima; conflicto brutal y sangriento sobre el que están puestos los ojos del mundo, y sobre el que se ha manifestado un rotundo rechazo de las mayorías nacionales representadas por sí mismas, por sus gobiernos u organismos multilaterales en su deseo de manifestar sus convincentes valores fundamentados en el derecho internacional, que obliga al respeto de soberanía y derechos humanos, la paz mundial y preservación humana.

No obstante, observamos que este inusitado y alevoso conflicto ocasionado por un imperio —que desde que lo es ha dejado claras sus intenciones expansionistas y de dominación global, y su resuelta costumbre de invadir y apropiarse de extensos territorios y de conquistar con perniciosos procedimientos naciones y etnias precarias e indefensas—, será un antes y un después en las relaciones de la Europa cada vez más ‘occidentalizada’ con el resto de ese continente.

Los países del mundo libre y democrático han visto con estupor el accionar de un gobierno desquiciado que amenaza la condición de la vida humana, al vociferar sin tapujos sobre el posible uso de sus armas estratégicas no convencionales de destrucción masiva, y señalar el camino de la III Guerra Mundial como ‘solución’ definitiva.

Pero también ha sido una  excelente ocasión para que los países  benefactores de la libertad mostraran su cohesión y entereza, su músculo e inteligencia, a quienes forman parte de estos acechos, de estas intimidaciones militares coordinadas y apoyadas por autócratas y dictadores, quienes de seguro encontrarán su merecido; porque nuestra corta historia nos determina a evitar que el mal se interponga ante los valores del bien.

Lo que está ocurriendo en Europa no se diferencia en mucho a las causas y detonantes de las guerras mundiales, en las que luego de la destrucción ha florecido el interés por la convivencia pacífica.

Que no se repitan esos cruentos capítulos no depende de la UE, de la OTAN o de EE. UU. y sus aliados en el Quad de Asia Pacífico o del resto del mundo, sino de la actitud belicosa que por prepotencia y soberbia puedan asumir potencias que lo quieren todo o nada, como Rusia e incluso China. 

En la actualidad el gobierno agresor ruso —tal vez herido en su orgullo, en sus frustrados cálculos relámpago para poner bajo control a Ucrania, que resiste, y zafarse de las sanciones que le proliferan y pueden arruinar la economía rusa— ha sobrepuesto la amenaza de que las sanciones son ‘también’ una declaración de guerra.

El gobierno autoritario ruso —quien lleva de la mano a la comisión oficialista negociadora en México, y que le sirve de fortaleza al gobierno cuestionado venezolano—, de cumplirse la determinación abrumadoramente sancionatoria de los principales países del mundo, se verá disminuido en su poder;  lo que repercutirá negativamente en los países latinoamericanos que se benefician de la sombra moscovita, y hacen causa común para extender la dominación de Venezuela.

Estados Unidos ya ha reiterado su compromiso con el rescate de la democracia venezolana, en su decisión de extender un año más la declaratoria de emergencia —declarada desde 2015 por el gobierno de Obama— porque las circunstancias en Venezuela “no han mejorado” y siguen siendo una “inusual y extraordinaria amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos».

La Casa Blanca destacó la “erosión de las garantías de los derechos humanos, la persecución de los opositores políticos” y “la reducción de la libertad de prensa” entre los flagelos más lamentables que perjudican al país, razones por las que EE. UU. considera que existe una situación de emergencia.

Guaidó, sigue en su lucha de calle y en congruencia con los sectores que se ven afectados por las repercusiones de una economía sin consenso tripartita de los factores laborales, empresariales y oficialistas;   toda vez que el poder adquisitivo de los trabajadores, jubilados y pensionados no les alcanza para sobrevivir.

Las pequeñas, medianas y grandes empresas —que hacen ‘como pueden’ para mantenerse en la esperanza de no perderlo todo, de que vendrán tiempos mejores—, no hayan qué hacer y qué pensar sobre el anunciado ajuste salarial de medio petro (126 Bs.) y de un posible bono alimentario de menor cuantía, al mes; lo que no deja de ser insignificante para la dieta diaria, y que seguramente proseguirá sin duda el rumbo inflacionario.  O sea, el círculo vicioso del desbarajuste económico.

Insistimos en que es necesario el ‘diálogo’ entre factores opositores, partidistas, gremiales e institucionales.  Este encuentro entre los actores políticos nacionales no oficialistas debe darse cuanto antes, es impostergable —y más urgido que el de las suspendidas negociaciones en México—, porque la lucha por el  cambio de dirección política debe ser perentoria y no debe caer en el vacío.

 

 

 

 

 

 

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