La leyenda de Carracciolo Palomares “Calzones Negros” | Por: Oswaldo Manrique

Hace poco, recibimos la ingrata noticia de la partida del destacado académico y escritor Guillermo Morón. Por una de sus obras, pude enterarme de la leyenda de un trujillano, que a comienzos del siglo XX, vendió cara su derrota y su muerte, lo que me obligó a esculcar sus rastros históricos; se trató del nativo del valle de Bomboy, conocido como el “macho” Palomares, y después, como protagonista de esa leyenda, se le llamó “Calzones Negros”. Su nombre Caracciolo Palomares.

Joven, sobresalió por su portentosa fuerza y buenas condiciones físicas, pero el medio y el tiempo de caudillos, lo formó violento. Tuvo que decidirse entre ser peón o macoreto de haciendas o sumarse con sus robustas dotes, conocimientos y manejo de armas a la tropa de algún caudillo local; para su infausto destino, se incorporó a la del “Chatico” Briceño, desalmado y de tan pésima reputación, que el gobierno de Castro, le dictó orden de alejamiento de todo el Estado Trujillo; era yerno del general Araujo “León de la Cordillera”, jefe de los “Ponchos” oligarcas.  Esa fue la escuela del “Macho” Palomares. Los montoneros andinos, no usaban uniforme, sin embargo, hubo en su indumentaria algo que los distinguía, Carracciolo usaba calzones de dril negro, franela, sombrero de paja, alpargatas y espuela. El color negro de sus calzones,  llamaba la atención, porque significaba un grado de jefe o cierto mando en la tropa, en efecto, andaba con su propio grupo: los Palomares.

Después de la paliza militar, infligida en 1892, por los “lagartijos” del Tigre de Guaitó,  a los “ponchos” en el Zanjón de los Muertos, en La Mocotí, el “macho” Palomares, se sumó al ejercito de campesinos del general Montilla, asumiendo responsabilidad y comando. En la campaña de occidente de 1903, le tocó enfrentar al general Rafael González Pacheco, en Resgua, cuando montaron las ametralladoras sobre el ferrocarril, que en marcha, fue diezmando con sus disparos las líneas enemigas. En Barquisimeto son derrotados y obligados a retirarse. Montilla se marchó a Guaitó;  Carracciolo «calzones negros» se separó y se encaminó hacia tierra trujillana.

El Dr. Gabaldón en su versado testimonio, narró cómo fue la retirada del Macho Palomares, <<En Carora salieron fuerzas del gobierno a apresarlo, sus compañeros se dieron a la fuga, y él solo cometió la temeraria imprudencia de hacerles frente, defendiéndose ferozmente desesperado, hasta que cayó de su cabalgadura muerto acribillado a balazos. ¡Triste final de este excepcional valiente! Desechó siempre el camino que guía la gloria, para constituirse en temor y desconfianza de todos, y particularmente de los grupos que le rodeaban>> (Gabaldón, 152-153). Esto ocurrió, un día de mayo de 1903.

Varias leyendas se fueron repitiendo acerca de la vida de Carracciolo, particularmente lo ocurrido en Los Cascajos, sitio entre Arenales (Lara) y Cerro Libre (Trujillo), una de ellas, la narró Guillermo Morón, en La Noticia viaja en Mula (1995); trata del relato que le hizo una lugareña a su madre, sobre varios hechos, uno relacionado con los huesos de difuntos,<<el otro día el negro Miano se encontró una cadera del indio Palomares, párate calzones negros, decía el indio Palomares, que se llamaba Carracciolo y era trujillano como Domingo Coronado el maestro que mató de un tiro el Matachinos, sin decirle párate calzones negros>>;  este es uno de los más hermosos pasajes, escritos por Morón, en su prosa criolla, mezcla de drama con humor, y magia, muy propia de su obra.

Siguiendo su narración, describe el violento encuentro de los cazadores del gobierno, con  nuestro personaje: <<al indio Carracciolo Palomares, trujillano…se lo echaron al pico cerquita de Los Cascajos, cuando la batalla que parece que fue, se vino alzado, enguerrillado, con el pelo de indio suelto como si tuviera melena, llegó a Los Cascajos con su machete y trabuco bocón>>; y fue sorprendido por el Jefe Civil, y su trulla de cazadores de hombres y le dieron el alto:

–        Párate calzones negros.

–        Vení por ellos, gran carajo. Le respondió el Macho Palomares.

–        Párate calzones negros. Le repitió desafiante el cazador, enseñándole el machete:

–        Aquí los tenéis hijueputa>>.

El desenlace del encuentro, según el historiador caroreño, fue así: <<Entonces los cazadores de peones alzados de las haciendas, hicieron lo que siempre decían…le caen a plomo, a machetazo limpio, después cobran a peso a la legua de camino de persecución, a fuerte la noche de persecución…pero el indio Carracciolo Palomares no es un peón de hacienda, es un guerrero, guerrillero de guerrillas de verdad, carajo, guapo y machetero, carajo, vení por los calzones, hijueputa, el guerrillero Palomares calzones negros murió peleando en Los Cascajos, su batalla de él solito, una trulla de doce policías de tropa quedaron muertos con él sobre Los Cascajos, a machete limpio fue la pelea, el túmulo de Carracciolo Palomares, se fue haciendo piedra a piedra>> (Morón: 268); se refiere a la tumba de Carracciolo, en Los Cascajos, que luego se mezcló con las piedras y <<relumbran al sol de puro blancos que son, aunque sean huesos de muerto negro o huesos de muerto indio>>, porque sus muertos, allí mismo se quedaron.

 

 

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