Montevideo, 3 jun (EFE).- Asistido por un motor de Inteligencia Artificial (IA) y métodos de revelación de fotografía que incorporan agua de mar y arena, la exposición ‘Desembarco’ del fotógrafo Federico Ruiz Santaesteban busca reconstruir posibles retratos de ancestros inmigrantes en Uruguay.
Los rostros en blanco y negro presentados en muros y en arena muestran desde niños hasta ancianos con rostros ficticios que, sin embargo, están cargados de nombres, historias y recuerdos familiares reales.
Según explica el autor a EFE, el proyecto contó con la colaboración de 20 familias que proporcionaron imágenes y anécdotas sobre sus antepasados que emigraron hacia Uruguay desde distintos puntos del mundo.
«Está siendo un proceso muy emotivo», dice Ruiz sobre el significado de los rostros para estas familias, ya que cada semana se revelan nuevos en una muestra que dice presente en el Museo de las Migraciones de Montevideo.

La tecnología, el mar y las historias
Durante el proceso de revelado que se lleva a cabo, la IA construye los negativos de las fotos, cargados con imágenes sobrevivientes y algunos de ellos deteriorados por el paso del tiempo y el trabajo que los hongos llevaron a cabo.
Después, además de los códigos técnicos, Ruiz los interviene con fragmentos de las historias que se han transmitido de forma oral en las familias para luego ser revelados con un método que utiliza agua de mar y arena.
«Tiene una dosis de memoria poética, con los ancestros que llegaron del mar y otros que se quedaron del otro lado del océano», explica.
Además del deterioro de las fotos existentes, muchos de estos antepasados cuentan con imágenes limitadas, por razones económicas vinculadas a la época.
Sin embargo, la exposición reconoce que el método de reconstrucción no es un mecanismo preciso y que el motor de IA actúa como una forma de presentar rostros posibles más que exactos.
No obstante, el proyecto no busca la precisión, sino que parte del entendido que la ficción juega un rol en todas las historias, como también lo son las anécdotas de tradición oral que se usan para construir la imágenes.
De hecho, durante el proceso se dieron situaciones donde los retratos contaron con un gran parecido al antepasado real o a un descendiente, como el caso del ancestro reconstruido de uno de los colaboradores del proyecto, de origen charrúa, que tuvo gran similitud con el recuerdo de su apariencia por parte de familiares.
«Le llevó el retrato a su hermano que lo conoció y se emocionó mucho porque dijo que era igual a como lo recordaba», puntualiza Ruiz.

Nuevas alternativas
El particular método de revelación de fotografías no es algo ajeno al artista uruguayo, quien durante la mayoría de su carrera ha experimentado con métodos sustentables y de bajo costo. En esa línea, el proyecto no es ajeno a los debates sobre el impacto ambiental.
Es que, semanas antes de la inauguración de la muestra, el tema del consumo de agua y energía por parte de los motores de IA estuvo presente en el entorno del proyecto.
En ese contexto, Ruiz afirma que la exposición es el opuesto del uso de la Inteligencia Artificial como sobregeneración de imágenes para no verse.
En su misma línea, el director del Museo de las Migraciones, Luis Bergatta, añade en una entrevista con EFE que la exposición «presenta una contracara» de las polémicas sobre la IA.
«Se está usando para la reconstrucción de familias, de su propia identidad, inclusive la sanación de algunas personas», dice Bergatta, al tiempo que añade que ese uso le da al proyecto «otro peso».
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