La independencia en el tiempo actual | Por: Alexi Berríos Berríos

 

Alexi Berríos Berríos

 

Es preciso comprender la declaración y posterior firma del Acta de la Independencia como una pretensión de las élites razonada desde el 19 de abril de 1810, con miras a hacerse con el poder político y así consolidar su potestad. Hemos de saber, siguiendo los argumentos del afilado historiador Caracciolo Parra Pérez, que el pueblo se fue con los caudillos partidarios de la causa realista por cuanto ignoraba en rigor la palabra independencia y deletreaba el vocablo libertad. Esto explica, en parte, la pérdida de la primera y segunda república en las manos de Francisco de Miranda y Simón Bolívar, más la desfiguración de la Confederación Americana de Venezuela, constituida por las “Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo”, después que Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi redactaran El Acta de la Independencia que sería aprobada el 7 de julio y expuesta formalmente el día 14 del mes en curso, en función de dar a conocer los motivos que produjeron la decisión de independencia de Venezuela y el derecho que teníamos a convertirnos en Estado soberano.

Pronto, sin embargo, las cosas se turbaron, surgiendo una encarnizada guerra civil que destrozará a Venezuela a lo largo del siglo diecinueve y cuyas consecuencias serán el caudillismo, la muerte, las oligarquías corruptas, la traición, la ambición, la desintegración geográfica, la anarquía… Algo que deberíamos analizar hoy buscándole con serenidad sentido a la palabra democracia y al término independencia para rendirle honor a los padres fundadores de la patria, y salir de una vez por todas del vigente modelo político que superó al monagato del siglo diecinueve y nos detuvo en el enlosado de los héroes militares como si ellos pudieran dar testimonio del tiempo actual.

Libranos, Señor, de penetrar en las debilidades de un ídolo de la Independencia o en la flacidez de un superhombre inventado en los tinteros de los “historiógrafos” del gobierno, puesto que, de hacerlo, seríamos censurados con dureza por considerar la crítica o la polisemia como un proyectil destructor de la “historiocursigrafía” que pretenden instalar los mandamases   contra viento y marea en Venezuela. Esto, sin contar la iracundia extendida en el oficialismo si se objeta la supuesta independencia de la patria, al observarse el encadenamiento a Cuba, Rusia, China, Irán, Turquía… Ambas cosas, como vemos, figuran como pecados mortales y son rechazadas a voz en grito por una “dirigencia política” que no vive en este siglo, y que, por tal razón, debe ser reprobada a 213 años de la declaración de la independencia y el denuedo demostrado por hombres que colocaron la piedra fundacional de la patria que en estos instantes debemos defender con gallardía para encauzarla por el ritmo del nuevo tiempo.

 

 

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