Los venezolanos hemos demostrado ser un pueblo imaginativo, creador, emprendedor; que no le teme a la adversidad, no se entrega ante ella; siempre piensa en positivo. Por muy profundas que sean las huellas dejadas por la incertidumbre, entiende que esta es una situación circunstancial; que, como cualquier otro estado disfuncional, coyuntural, de momento, puede ser superado porque “juega” con ideas; y que, cuando estas han perdido su pertinencia encuentra otras. Porque lo importante son las “jugadas” que se pueden hacer con las ideas; de allí, la importancia de pensar.
El tiempo por venir es un tiempo de grandes desafíos a los cuales la historia nos enfrenta. Construir la Venezuela Socialista, es una hermosa utopía con la cual los venezolanos nos estamos reencontrando.
Los venezolanos hemos entendido que la belleza que tienen las propuestas teóricas y programáticas que dan fundamentación y fuerza conceptual a nuestro proceso de transformación revolucionaria constituyen su principal haber, su principal ahorro, su valor ético. Pero, debe entenderse, asimismo, que la belleza que tuvieron las mismas, es el recuerdo inconsciente de su utilidad en el pasado; por lo que, la belleza de las acciones humanas son un capital que puede ser utilizado como promesa, esperanza, en el proceso de alcanzar nuevas metas, nuevos logros. Por tanto, la
Revolución Bolivariana debe ser entendida como un proceso que se está haciendo, que está sometida a permanentes cambios dentro de una permanencia en sus principios, que es un proceso dialectico. Por lo que, las propuestas programáticas formuladas, durante estos veinticuatro años de revolución no pueden ser concebidas como formulaciones mineralizadas, de lujo, como piedras preciosas en un joyero. Concebirlas de esta manera es despojarlas de su belleza; ya que, lo bello de ellas es que fueron útiles, y pueden volver a serlo. Allí reside su estética.
El 2024 debe ser un año de grandes logros para el pueblo venezolano. Pensar el tiempo por venir, de una manera distinta, entraña grandes retos; y, estos hay que asumirlos con entereza y dignidad. Por eso, las medidas adoptadas por el Presidente Maduro, para enfrentar el estado de incertidumbre que se estaba apoderando de la sociedad venezolana, abrieron nuevos caminos para alcanzar el objetivo de que el venezolano pueda ser feliz. Abrigamos la esperanza de que las limitaciones impuestas por el acoso imperial a que estamos sometidos, sean superadas y podamos vivir de manera distinta, que avancemos hacia el buen vivir.
Los venezolanos estamos llamados a entender que la Venezuela del presente es otra. A imaginar y establecer un modelo de sociedad y un modelo de crecimiento, orientado a la satisfacción de las necesidades, materiales y espirituales, del pueblo venezolano, que esté guiada por una nueva racionalidad económica, una economía para la vida, que no esté “empujada sonámbulamente por una dialéctica de necesidades errantes y fuerzas ciegas”.
Los logros alcanzados en la Venezuela del 2023, no hay lugar a dudas, fueron superiores a los del 2022; los del 2024, si queremos consolidar la Revolución Bolivariana, tendrán que ser superiores a ellos. El año que recién se inicia debemos enfrentarlo con optimismo realista. El éxito de las políticas diseñadas a partir de las propuestas de renovación y redimensionamiento de la Revolución Bolivariana emprendidas desde mayo del 2022, por el Presidente Nicolás Maduro, nos dicen que, el sueño que nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez nos legó, que la “utopía chavista”, la vamos a hacer realidad. Ellas, nos han abierto nuevos caminos; nos están permitiendo la profundización de nuestras relaciones con los países aliados; pero, al mismo tiempo, el restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con algunas naciones que se sumaron al bloqueo impuesto por los gobiernos supremacistas de EEUU. Nuestro aparato productivo se está reactivando. Se ha redimensionado la relación política con el movimiento popular, con el poder popular. Como ha dicho el Presidente Nicolás Maduro, hoy tenemos un pueblo activado en su comunidad. Pero, sobre todo, los venezolanos hoy vivimos en paz. La fraternidad es el símbolo de las relaciones entre “paisanos y amigos”. La familia vuelve a ser un núcleo fundamental de la sociedad. Los venezolanos nos reencontramos llenos de alegría, el odio está siendo extrañado de la conducta política. El tiempo por venir se nos presenta con mayores esperanzas y libertad de acción. Por ello afirmamos que: LA INCERTIDUMBRE HA SIDO DERROTADA.
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