Hoy se cumplen 100 años del natalicio del líder más influyente de Venezuela de la segunda mitad del siglo XX: Carlos Andrés Pérez.
El país en este año centenario de su nacimiento le tributa reconociendo el valor y el coraje no solo al hombre visionario sino al estadista que con su conducta y obra cambió el destino del país y de varias generaciones.
Carlos Andrés Pérez no supo de descansos cuando se trató del país. Desde la adolescencia inició una azarosa y arriesgada carrera política acumulando un historial de acciones y obras en procura de un destino mejor para su pueblo. Puede decirse que de su generación es el líder indiscutible y de los hombres de su tiempo el más sobresaliente.
Más allá de la infinidad de obras y ejecutorias ya suficientemente resaltadas por estos días de su centenario, quiero destacar el talante democrático de este hombre y su infinita capacidad para perdonar y aceptar sus errores. En un país donde no pocos asumimos errores y perdonamos es de resaltar la actuación de un hombre que con humildad perdonó a sus más feroces adversarios.
Dos presidencias controversiales que por la dimensión de las decisiones y ejecutorias que lideró sirvieron para que sus adversarios intentaran persistentemente lincharlo moralmente y eliminarlo del mapa político. La guerra de ataques de la que fue víctima Carlos Andrés no tiene precedente en la historia republicana y democrática. Con saña propios y extraños intentaron sacarle del camino. Superó con valentía un golpe de estado en su segundo mandato derrotando no solo a los militares golpistas sino a quienes cobardemente la auspiciaron. Epítetos y calificativos de todo tenor se le endilgaron.
La confabulación que hasta la cárcel lo llevó también la asumió con la hidalguía del que se sabe inocente y del que apuesta más a la historia. Esa circunstancia la superó saliendo ileso pero golpeado más por la traición de muchos de sus compañeros a quienes nunca imaginó en la conjura. Su respuesta ante la perfidia como el mismo la definió no lo detuvo hasta el final de sus días desterrado en el exilio.
CAP siempre estuvo consciente de que su conducta y obras se impondrían más temprano que tarde. El tiempo en muy corto plazo se encargó de desmentirlos y poner las cosas en su lugar. A ellos se refirió siempre con respeto. Llegó hasta justificarlos atribuyendo su actuación como una conducta heredada del pasado y que el suponía superada en el tiempo.
Hoy es oportuno destacar la reciedumbre de este hombre para soportar la infamia y la acción virulenta de sus adversarios. En un país dividido y enfrentado por el odio estimulado por quienes en mala hora nos desgobiernan es buena la enseñanza de Carlos Andrés Pérez que nunca anidó en su corazón saña ni revanchismo. Muchas veces le oímos decir «Llueve y escampa» cuando en tiempos tormentosos enfrentaba circunstancias complejas y difíciles.
Hoy 27 de octubre día de su nacimiento rendimos justo reconocimiento al líder demócrata y progresista; al venezolano auténtico, visionario y desarrollista; al modernizador Carlos Andrés Pérez pero sobre todo al hombre de carne y hueso que supo convivir y respetar a sus más enconados adversarios apostando siempre al país y a su vocación histórica.
Gigante Carlos Andrés Pérez.
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