La gasolina no encendió el motor del Hospital Central

En el Hospital Central “Dr. José María Vargas” no se acaban las carencias aunque se han realizado arreglos con dinero de las ESA

¿A dónde van  los recursos de las Estaciones de Servicio Alternativas? Es la pregunta más frecuente desde que se instalaron las ESA en el estado Táchira durante el año 2016. Según el gobernador del estado, José Gregorio Vielma Mora, 20 % de lo allí recabado va dirigido al Hospital Central “Dr. José María Vargas” de la ciudad de San Cristóbal, y el resto para vialidad, educación y comunidad.

En estas estaciones de servicio el litro de gasolina de 91 octanos tiene un valor de 300 bolívares, y la de 95 octanos cuesta 330 bolívares, a diferencia de las bombas normales, en las que el venezolano de todo el país cancela el litro de combustible de 91 octanos a 1 bolívar y el de 95 octanos a 6 bolívares, pagándose así en las ESA 299 bolívares más con el litro de 91 y 294 bolívares más con el litro de 95.

En varias oportunidades el mandatario regional ha explicado que con esas estaciones de servicio se busca acabar con el contrabando de combustible, promovido por la diferencia en el precio del litro de gasolina entre Venezuela y Colombia, en donde para el mes de agosto de 2017 un litro de 87 octanos costaba 5.800 bolívares.

La cantidad de recursos que han ingresado al Táchira a través de las ESA no es conocida, pues ningún vocero gubernamental lo ha informado, ni siquiera desde la mesa de combustible instalada en el Consejo Legislativo Estadal -CLE-, y aunque se habla de que con un porcentaje de estos ingresos se busca mantener dotado al primer centro asistencial de la entidad, familiares de los pacientes afirman que la realidad es otra.

El “Semanario de Los Andes” conversó con el director del HC, Jean Carlo Sánchez; con familiares de pacientes recluidos en el hospital y con el diputado del parlamento regional, Gustavo Delgado. Cada uno dio una versión distinta sobre lo que estaría ocurriendo con esos ingresos.

 

“NOS PIDEN TODO”

Familiares de pacientes del Hospital Central no creen que se estén llevando recursos de las ESA para dotar los diferentes servicios del centro asistencial, pues aseguran que tienen que comprar desde una inyectadora hasta la anestesia.

En las afueras de las emergencias, sentados en el suelo, esperando que los llamen para darle información de su familiar o que les pidan algún insumo, pasan días y noches, hasta que su ser querido es dado de alta.

Jean Carlos Mendoza tenía 34 horas esperando en las afueras de la emergencia de sala de parto. Su esposa iba a dar a luz. En 24 horas gastó 300 mil bolívares, que tuvo que pedir prestados para comprar inyectadoras, anestesia, el kit quirúrgico y cualquier medicamento. “El servicio es malo. Tuvimos que comprar inyectoras, anestesia, todo se compró aquí. Los médicos no lo informan a uno. El personal lo trata a uno mal, le dice que espere afuera y así llueva, truene o relampaguee tiene uno que quedarse aquí sentado”.

Jenny Vargas estaba esperando saber del estado de salud de su cuñada -que entró a sala de parto- desde las 3 de la tarde del día anterior y 18 horas después desconocía cómo se encontraba, tan solo supo que su sobrino nació bien. “Tuve que comprar hasta la historia médica de ella y el bebé. Hemos gastado casi 400 mil bolívares. No sé en qué está invirtiendo porque tuvimos que comprar el kit de la cesárea completico y nos salió bien caro. Aquí la gente tiene un negocio, por las batas piden 250 mil bolívares y lo que vale son 25 bolívares, lo venden personas que lo ven a uno buscando. Ni siquiera el laboratorio funciona porque lo que hacen es examen de orina y de heces”.

Denunció que hace dos años llegó al hospital con un embarazo de 7 meses de gestación, estaba perdiendo líquido, pero no le hicieron eco, ni revisaron cómo estaba la criatura. Al día siguiente fue que la colocaron en trabajo de parto, sin avisar a sus familiares. “A las 7 de la noche dijeron que la niña había muerto y la doctora me respondió con groserías, y no es el deber ser porque ellos están aquí para atenderlo a uno”.

A Leidy Rojas le pidieron hojas de ingreso, tubos de ensayo para tomar muestras y medicinas de todo tipo para su cuñada que ingresó con preclancia. Se quejó del mal estado de la infraestructura del centro hospitalario, pues no hay salas de espera y los baños de las emergencias no estarían funcionando. “Aquí la gente trabaja con las uñas. Si la familia no tiene dinero el paciente se muere ¿Dónde está la plata? Ladrones todos… En las farmacias tampoco hay medicamentos, pero en medio del hospital hay gestores. Llevo gastado millón 500 mil bolívares. Al subir y ver los techos nos preguntamos ¿dónde está la plata de las estaciones de servicio?”, agregó.

María Fonseca es estudiante de enfermería y está haciendo pasantías en el Hospital Central de San Cristóbal. Asegura que son pocos los pisos que cuentan al menos con un algodón, por lo que para hacer una cura se tiene que llevar hasta la sutura.

“Hay kioscos dentro del hospital que revenden cuatro o cinco veces. El servicio médico es bueno, pero trabajan con lo que se les da. Dudo que el hospital haya recibido insumos porque no ha llegado ni una mota de algodón. Aquí no hay ni un tensiómetro, y 12 camas necesitan unos 4 tensiómetros y solamente hay uno. Cuando una persona entra a sala de parto solo le hacen eco si es emergencia, de resto lo mandan a hacer afuera. Sale más barato en una clínica privada que le garantiza casi todo al paciente”.

 

SOLO TALENTO HUMANO

Gabriel Cárdenas trabaja en el servicio de neurocirugía, ubicado en el piso 6 del Hospital Central. Para él, el talento humano es con lo único que cuenta el centro asistencial, pues no tienen los insumos necesarios, ni las condiciones adecuadas para laborar como quisieran. “La disposición de los médicos para trabajar y colaborar día a día es lo que hay”.

Explica que en su servicio el principal método de diagnóstico son las imágenes, la tomografía y la resonancia magnética, pero aunque el HC tiene dos tomógrafos ninguno está operativo, lo que retrasa el diagnóstico y el abordaje de forma inmediata de los pacientes, generando deterioros que conllevan a daños permanentes y secuelas complejas, que pudieran ser evitables si existiera el recurso para realizar un diagnóstico oportuno y una intervención inmediata.

“Luego de que se realiza el diagnóstico, que se demora porque muchas veces el paciente no tiene el recurso económico para realizarse una tomografía en un medio privado, viene el inconveniente de que si es necesario realizar una cirugía o una intervención de emergencia, tampoco se cuenta con los recursos para los materiales, por lo que deben buscarse por fuera, traerlos, y una vez con todo establecido realizarla, por lo que una cirugía que debe realizase al momento de entrada del paciente, muchas veces demora más de 24 horas, dependiendo de la capacidad económica del familiar”.

Pedir medicamentos e insumos, así como realizar exámenes fuera del Hospital Central de San Cristóbal, y buscar la ambulancia para trasladar al paciente a hacérselos, es una constante. No hay familiar que no se queje, ni que no tenga una historia que contar, mientras buscan los recursos para poder ayudar a su ser querido. Aunque se habla de un servicio asistencial gratuito, la falta de insumos pega en el bolsillo

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