La Flecha, reseña histórica / Por: Oswaldo Manrique

Sentido de Historia

 

 

Dedicado al profesor Carlos Volcán,

y a sus trillos alegres y didácticos,

desde La Flecha a La Popa,

ahora, en un nuevo plano astral

 

Antiguamente, se le llamó Comboquito. Este sitio, que está dentro de la jurisdicción actual de la Parroquia La Puerta, Municipio Valera, estado Trujillo en Venezuela, formó parte de las posesiones desde tiempos ignotos de la comunidad indígena Bomboy, del valle del mismo nombre; una parcialidad de la poderosa Nación Timoto.

En el registro de caseríos y comarcas de 1920, elaborado y publicado por Américo Briceño Valero, La Flecha no aparece reseñada (Geografía del Estado Trujillo. Editorial Cultura Venezolana. Caracas. 1920); sin embargo, la posesión agrícola cercana denominada El Pozo, sí; quizás la escasa población y las pocas casas, respondían a las que habían alrededor de esta hacienda. Tampoco aparece existente, para 1929, en la matrícula de sectores hecha por el geógrafo francés Bennet (Guía General de Venezuela. 1929). Antiguamente, se le llamó Comboquito (Kombokito), derivado de Komboko, que en lengua indígena significa quebrada o río dormido.

El caserío La Flecha, se encuentra ubicado en jurisdicción de la Parroquia La Puerta, zona sur del área urbana de dicha parroquia, bastante cercano al casco urbano, municipio Valera, estado Trujillo, tiene el código postal oficial: 3106. Distancia a Valera, estado Trujillo, 26,6 Kms., tomando ruta de la carretera Trasandina, unos 48 minutos. Distancia a Timotes, estado Mérida, 28 Kms., tomando la carretera Trasandina, Troncal 7, para unos 52 minutos, sin tráfico de carga.

 

La iniciativa de Mitrídates Volcanes

y el poblamiento de La Flecha. Mitrídates,

el último montonero, irrumpe en La Maraquita

 

Tiene sus orígenes como asentamiento social, en la dinámica iniciativa impulsada por Mitrídates Volcanes, un dirigente campesino de los sin tierra, nativo de Pueblo Llano, estado Mérida, que llegó a estos predios de La Puerta, en las montoneras del legendario coronel Sandalio Ruz, caudillo de la Sierra de La Culata, y de las fuerzas oligarcas trujillanas; sin embargo, en opinión de sus herederos, aquel no congeniaba con el general Araujo, el «León de la Cordillera». Mitrídates, al intervenir y vencer con sus compañeros, la intrincada vegetación boscosa, subiendo por el primer camino indígena parameño, en el llamado Derrame o Chorrerón de La Maraquita, que se desprende del páramo de Las Siete Lagunas, sobre la tercera década del siglo XX, se fue perfilando el comienzo de la historia de este caserío. Su nieto Ramón Volcán “el Cholito”, hizo un importante esfuerzo por el mejoramiento del dique de la Maraquita.

Al tener dominio sobre las aguas, mediante construcción de dique y canales, y haber deforestado gran parte de esa inhóspita zona, fue organizando parcelas de labor,  dadas a campesinos pobres, divididas con pretiles de piedra en su mayoría, convirtiéndose en un área fértil de producción agrícola, que a la vez, fue generando la necesidad de ocupar espacios, para vivir los peones, ayudantes, en el área adyacente a La Maraquita, que es lo que hoy constituye el sector La Flecha; fueron pocas casas las que se levantaron, todas de bahareque y techo de fajina de caña.

Este dirigente agrario, promotor de esta área de producción, fue el lugarteniente del coronel Sandalio Ruz, históricamente se considera como el último montonero de La Puerta, porque sobrevivió a su jefe, a Cesáreo Parra y al coronel Américo Burelli, que juntos conforman los cuatro varones nacionalistas de la Cordillera de La Culata.
El señor Pablo Volcán, nieto de Mitrídates, recordó que en la familia se comentaba la anécdota, que en una de las jornadas de revueltas, lo venían persiguiendo a él y su pequeño destacamento, habían entrado a La Puerta, y los perseguidores le iban pisando los talones, iban muy cerca. Sin pensar mucho, bajó y tomó rumbo al cementerio. Entró y se escondieron pegados al muro de tapia; los enemigos llegaron hasta la esquina del muro exterior y uno de ellos miró el muro y dijo, vámonos, esos no se van a meter en el cementerio (Conversación con Pablo Volcán. La Flecha. Octubre de 2021).  Así salvó Mitrídates su vida y la de sus compañeros.

El mismo señor Volcán, rememoró que cuando la revuelta contra Gómez, en rechazo a la rebatiña de las concesiones petroleras, se fue a Montecarmelo, huyendo de los enemigos, se quedó un buen tiempo y se casó con Micaela Sulbarán, joven de ese pueblo. Regresó a La Puerta, donde decidió asentarse y formar familia. Como se observa, de la partida de defunción de su esposa, Mitrídates no sabía leer ni escribir. Mitrídates está enterrado junto a su esposa Micaela, en el cementerio viejo de La Puerta.

Posteriormente, según lo recuerda el mismo Volcán, -quien nació en este sitio-, cuando avanza la construcción del tramo de la carretera Trasandina, Valera-Timotes, va creando mejores condiciones de acceso, conectando la entrada al área urbana de La Puerta, es decir, una «y”,  el cruce o bifurcación donde está la bomba de gasolina, así fue llegando nueva gente y se fue amañando allí. También, la construcción de la vía La Flecha – La Lagunita, fue aportando atractivo al lugar.

Según el testimonio de Antonio Lino Rivero, nativo del Censo y destacado conocedor de estos hechos, explicó que se hizo en tres etapas; la primera estuvo relacionada con el hecho que, la maquinaria para la Trasandina, la estacionaron en El Calvario, en la calle La Legua, en los alrededores de la antigua capilla de Fátima y el camino real, y desde este sitio, abrieron la carretera inicial, desde La Legua hasta lo que hoy es La Flecha, que antiguamente llamaban Comboquito (Conversaciones con Antonio Luis Rivero, en La Puerta, enero de 2022). Su padre, el maestro Martín Rivero, fue el capataz de estas obras viales.

En ese sitio, se divide la vía, una para La Lagunita, otra para entrar a La Puerta, y otra con dirección a Timotes, que es el ramal de la Trasandina. Se usaba mucho esta vía, debido a que el ramal de Valera a Timotes, paralela al río Motatán, es decir, desde El Cumbe, pasando por Quebrada de Cuevas, las crecientes dañaron gran parte de esta carretera. El gobierno nacional decidió construir el tramo carretero Mendoza-La Puerta, subiendo por la serranía, para llegar a Timotes, que concluyó en 1949.

La realidad rural fue cambiando, a partir de los años 80, cuando el desarrollismo urbanístico depredador, fue adquiriendo las tierras de La Maraquita, construyendo anarquizadas urbanizaciones para vacacionistas y turistas, hoy fantasmales y vacías, y dejando como resultado, un fuerte y lesivo impacto ambiental.

 

El singular topónimo: La Flecha

 

Con la  existencia de la carretera Trasandina, utilizada para ir a los pueblos de Mérida y Barinas, fue creando expectativas para el atractivo negocio del turismo y el comercio, fueron llegando personas de otros lugares de Venezuela y del mundo.

En la memoria oral, no se olvida la anécdota en relación a este nombre, que ocurrió cerca de la plaza Bolívar. Cuentan que en una oportunidad le preguntaron al poeta Ángel González Rivas “el Guayanés”, que ejercía como comerciante de este pueblo, el porqué llamaban ese sitio La Flecha, y no se supo si por desconocimiento, porque él llego a vivir muchos años después, en los años 60 del siglo XX, o por jocosidad o para asustarlo, le dijo al viajero: «es que ahí, había un indio, que cuando se molestaba comenzaba a tirar flechas a diestra y siniestra», que al carro que pasara por la vía Trasandina a Timotes, le lanzaba flechas, y el poeta que realmente no sabía cómo se originó ese nombre, recomendaba a las personas que tuvieran mucho cuidado al pasar por esos lados.

Lo cierto de la aparición del topónimo es que, en los años 40 del siglo XX, comenzando sus actividades, la gente del Hotel Guadalupe, colocó una valla vial, que tenía una destacada y simbólica flecha de color blanco, y abajo, en letras del mismo color el nombre: Hotel Guadalupe, ese es el origen del nombre, que a los habitantes se le hizo fácil señalar y llamar a este sitio como La Flecha, derivado del símbolo vial, que estaba en la valla. Ese aviso desapareció hace muchos años. Imagínense, las pocas casas que había en aquellos tiempos, que la bomba surtidora de gasolina, propiedad de don Audón Lamus, estaba en la entrada del Hotel Guadalupe, zona norte del área urbana de La Puerta.

La versión precisa que nos da Antonio Lino Rivero, sobre el proceso de construcción de esta carretera, es la siguiente: «En el año 1944/45 se construyó el tramo de carretera de La Puerta a Comboquito (hoy La Flecha) para empezar la construcción de la vía La Puerta-Timotes. Para esa época yo estudiaba en el grupo escolar José Luis Fauré Sabaut situado en la avenida Páez, esquina calle 8, diagonal a la plaza. Cuando terminaron la vía La Puerta a Timotes, la unieron con la vía que pasa por Pueblo Nuevo. En La Puerta, existía desde el año 1950 el famoso hotel Guadalupe y era donde llegaban los turistas zulianos. Al unir las vías Timotes-La Puerta- Pueblo Nuevo-Valera, el pueblo de La Puerta quedó un poco aislado y los turistas que iban de Maracaibo seguían directo para la Mesa de Esnujaque, que era un pueblo muy turístico y el clima parecido al de La Puerta. En vista de esto los dueños del hotel Guadalupe que habían perdido mucha clientela, instalaron una gran flecha en el sector Comboquito donde les indicaba a los turistas dónde estaba ubicado el hotel Guadalupe; ese es el verdadero origen del nombre del sector La Flecha>>.

Como para que no quedara duda, aseguró con otro de los vecinos mayores: «El que sabe bien esta historia es mi primo Rafael La Cruz, que vive en el sector El Viso, quien fue mi compañero de estudios en La Puerta, y trabajó en la venta de repuestos que tenía en la bomba de gasolina de Pablo Volcán, anteriormente la tenía don Luis Ignacio Araujo, hermano de mi papá Martín». Así de sincero es el amigo Antonio Lino.

 

Gentilicio

 

La generalidad de estos parroquianos, se les atribuye el gentilicio de puertenses, pero en lo específico, el gentilicio que hemos escuchado que se le da a los nativos de este sitio, es el de flecheros y flecheras, sin haber conocido arco o ballesta, ni  disparado ninguna flecha.

 

La Trasandina dinamizó el crecimiento de La Flecha

 

El señor Juan Pablo Volcán, uno de los antiguos pobladores, recuerda que otras casas se fueron levantando cuando se construyó la carretera Trasandina; durante el gobierno de Pérez Jiménez, llegó gente de otros lugares y se amañaron en el sitio, luego la vía fue asfaltada por el gobierno de Rómulo Betancourt en 1959 (Conversación con Pablo Volcán); sin embargo, mantuvo sus características agrícolas. Dicha comunidad está integrada por gente sencilla, agricultores, trabajadores, comerciantes.

De acuerdo con el dato suministrado por el señor Volcán, nieto de Mitrídates, la parte de arriba se le llamó antiguamente Comboquito, porque pasaba una pequeña quebrada de agua fresca y saludable, desde la montaña hasta los lados de la casa de Orángel Briceño, más arriba de lo que se conoce como El Vergel.

 

La gasolinera, punto de entrada y de salida

 

Una infraestructura, que complementó el avance de este sitio, y ha sido emblemática para la comunidad parroquial, lo es la gasolinera, la estación de servicio que se le llama comúnmente la bomba de La Flecha, que está en el cruce carretero, instalada a comienzos de los años 60 del siglo XX.

Anteriormente, según Antonio Lino Rivero, nuestro apreciado colaborador y conocedor de estos sitios y hechos, hubo otra bomba de gasolina, muy pequeña, cuyo propietario era el señor Luis Ignacio Araujo, quien la comenzó a construir entre los años 1947 y 1948. Para 1949, ya funcionaba la surtidora bomba, y una venta de respuestas del señor César La Cruz, también vecino de este lugar.

Si hay alguien vinculado a esta estación de servicios, e igualmente, del caserío La Flecha, es el señor Pablo Volcán, nieto de Mitrídates Volcanes, un testigo de excepción en cuanto a la formación, crecimiento y consolidación de este caserío. Ha sido un permanente protagonista y testigo de la vida de esta comunidad, aquí ha estado residenciado, y en la estación de servicios ha laborado por más de 60 años ininterrumpidos.

En su local comercial, montado en lo alto de una pared, como si fuera un cuadro de pintura al oleo, exhibe el Certificado original del permiso que reza: «De conformidad con el Decreto N° 187, concede a Juan Pablo Bolcán, permiso para el expendio de productos derivados de hidrocarburos, que se utilizan en el transporte terrestre», bajo la denominación de «Estación R. La Flecha», situada en «Carretera Vía Timotes, La Puerta, Edo. Trujillo»; de combustible de fecha 1 de julio de 1965, Otorgada por el Ministerio de Minas e Hidrocarburos de Venezuela. Cronografía propia de este blog, N° 5021.

A pocos centímetros y en la misma pared, también se puede observar, con cañuela y vidrio, el diploma de reconocimiento al señor Pablo Volcán por su participación en las actividades de Asociación Trujillana de Empresarios Gasolineros (ATRUGAS), en el año 1964. Estos importantes documentos, nos dan información histórica, de esta estación de servicios como factor dinamizador del crecimiento del sector La Flecha, y que sustituyó a la bomba anterior, e igualmente a la surtidora de Audón Lamus, que funcionaba en la entrada norte de La Puerta, lateral a la entrada del Hotel Guadalupe.

 

Escuela, servicios, gasolinera y comercios

 

El gobierno construyó una escuela primaria, y paulatinamente, creció el caserío La Flecha, que hoy conocemos, vitrina de dos realidades socios económicas totalmente distintas, la que representa los agricultores y productores, y la gente sencilla nativa de este lugar, y la que exhiben las urbanizaciones, propiedad de gente pudiente, que viene por temporadas vacacionales. La Escuela de La Flecha, es ahora denominada Escuela Concentrada La Flecha, NER N°5, que es una de las que primero se construyeron en la parroquia.

Con el crecimiento poblacional, de unidades de producción, del transporte y de la actividad turística de La Puerta, el caserío entrecruzado, ha obtenido favorablemente cierta modernización en materia de servicios; existen algunos restaurantes, cafés, sitios de comida rápida y comercios, bodegas, barbería, alojamiento en posadas turísticas, estación de servicios y gasolinera.

 

Monumentos, lugares históricos y curiosidades religiosas

 

Fundamentalmente, La Flecha ha sido y es una zona agrícola, en su alrededor existen fundos importantes como El Pozo, que anteriormente eran criaderos de ganado vacuno y ovino. Hubo hasta hace algunas décadas, una empresa de champiñones, con nivel de exportación.

 

Virgen del Carmen, de la peña

 

De unos 20 centímetros aproximadamente, es la imagen de la Virgen del Carmen, que colocó hace varios años la señora Benita Abreu al frente de su casa, ubicada en un recodo en la carretera Trasandina, que va de La Flecha subiendo a Valeralta, en una peña muy inclinada. La reliquia la adquirió de unos artesanos de Isnotú. Como le viene de familia, ha sido y es devota de la Virgen del Carmen. Benita, sexagenaria, es oriunda del Alto de San Juan, que se encuentra en la ruta a Timotes, agradable caserío agrícola y de mucha espiritualidad religiosa. Ella le tiene mucha fe y la puso para la protección de los conductores que transitan por esas curvas. La peña, por su forma, tamaño y en una fuerte curva, es de pasar con precaución.

La agradable abuelita, dijo que la saca de su gruta de piedra, los 16 de julio, para sus rezos y cánticos en una casa vecina. Semanalmente le pone sus flores y la alumbra cuando se puede. Esto devela un particular culto mariano carmelita, en nuestra Parroquia.

 

El Rey Negro de La Flecha

 

Una de las curiosidades religiosas que se localizan en la parroquia La Puerta, estado Trujillo en Venezuela, lo es el Rey Negro de La Flecha.  Sentado, vestido con su amplia túnica color crema intenso,  turbante chocolate y roscón de rey, sentado, al lado de un enorme ánfora plateada, y pose de espera, sobre una alfombra mandarina. El barbudo rey negro, observa a los que bajan a pie y los que van en vehículo, hacia la población de La Puerta. Mide unos 20 centímetros de altura aproximadamente. En su lado derecho, hay una cruz de palma. Al parecer, es una imagen de Baltasar el Negro, uno de los simpáticos sabios o magos de Oriente, que fueron a visitar al Niño Jesús recién nacido, y que se recuerda como tradición católica, cada 6 de enero.

Está ubicado, con cierta comodidad, en una especie de gruta natural, con un salido de piedra que lo protege, dentro de una peña, en la carretera que sube de La Flecha a Valeralta. Lo instaló ahí el vecino de la casa azul de enfrente, hace unos pocos años. No se pudo localizar a este señor, y los  vecinos desconocen el motivo por el que lo colocó en ese lugar. La Flecha, por el número de casos, se le ha señalado históricamente como el caserío de los suicidios.

 

La Flecha y su gente

 

Hacemos la salvedad, que los nombres que señalamos a continuación, son algunos de los más recordados en la memoria de esta colectividad de La Flecha, tanto por su participación en el proceso de construcción de este caserío y comunidad, como por aquellos, que en forma directa o indirecta, han dado su aporte, bien como agricultor, comerciante, maestro, o simplemente por sus anécdotas y simpatía. Esto es, apenas el inicio para ir rescatando, tanto los hechos importantes, como los protagonistas.

Mitrídates Volcanes, el último montonero, lugarteniente del legendario coronel Sandalio Ruz, caudillo de la Sierra de La Culata; intervino y vence con sus compañeros, la intrincada vegetación boscosa, Derrame o Chorrerón de La Maraquita, que dio inicio al asentamiento de esa zona y La Flecha.

Además de los pioneros constructores de comunidad, existen personas que se van ganando el afecto y el reconocimiento en el seno de sus familias vecinas por su espíritu proactivo, o por sus cualidades o acciones, como las que se menciona a continuación.

Juan Pablo Volcán, distinguido comerciante y testigo de la formación de la comunidad de La Flecha.
Ramón Volcán “El Cholito”, nació en La Maraquita (1923-2015), padre de Oscar y el profesor Carlos Volcán, de grata recordación, fue un destacado dirigente agrario de la región, y responsable activista comunitario, fue presidente de la Junta Comunal de La Puerta. Nieto de Mitrídates, hizo un esfuerzo por el mejoramiento del dique de la Maraquita.

Luis Ignacio Araujo, había instalado en ese sitio la primera bomba surtidora de gasolina. César la Cruz, quien en 1957, tenía allí una venta de repuestos cerca de la bomba de gasolina (Conversación con Antonio Lino Rivero. La Puerta. Enero 2022). De los primeros comerciantes de la zona.

Martín Rivero, maestro, fue el capataz de estas obras viales. La maestra Olga, de las pioneras docentes de la escuela, y de las más bondadosas, según recordó Ramón Albornoz, de los primeros alumnos y nativo de este sitio.

Un personaje de la picaresca local lo fue Lorenzo Romero “El Gordo”, quien era comerciante y tenía en su local, unos micrófonos y de vez en cuando se paraba en la entrada de su negocio, ubicado en el cruce, y se convertía en locutor, imitando a los de la radio, y se dedicaba a complacer con melodías a los conocidos. Recuerdan que a quien más molestaba: -Ahora vamos a complacer a nuestro amigo Pablo Volcán, con una de las jilguerillas, e inmediatamente, le ponía un disco de acetato, resonando a través de las cornetas.

Hay también como en todo pueblo rural, cúmulo de creencias sobre las facultades curativas, que se entremezclan con las extrasensoriales o mágicas, que se comentan y se atribuyen a ciertas personas.  Donde la curandera Matilde Dávila, que en un tiempo mantuvo a la comunidad preocupada por sus «efectivos» trabajos esotéricos y ocasionó reclamos ante las autoridades y también ante el señor cura,  por su supuesta alianza con espíritus infernales, pero a la vez, allí se fue constituyendo un punto espiritual, mágico y hasta misterioso, que destacó cuando la inesperada llegada del helicóptero presidencial en los tiempos del Dr. Rafael Caldera, y aterrizó en los predios de la casa vieja del Dr. Espinoza, destacado dirigente de Copei y del gobierno de Trujillo. En la memoria de Fermín Rivas, vecino de este lugar, está muy claro aquel episodio, en el que siendo niño, llamó a su mamá, porque había una señora bruja bien peinada montada de lado en una escoba, y la hélice del aparato, la había despelucado toda, y cuando se retiró, la señora logró coger vuelo.

Otro personaje del referido ambiente, lo fue Regina, la hechicera de La Flecha, de quien se dice, que no se le podía ver la cara dos veces, otros decían que foscamente tenía una belleza oculta, de esas que no se ven de buenas a primeras, su estampa un poco dura y desdeñosa, así como su fuerte mirada de ojos claros, pero cuando otorgaba una sonrisa, demostraba su belleza interior, y buenos augurios en el caso.

El «Siete diablos» Dávila, también conocido como «Cacharrito», fue desde joven muy pendenciero, a quien le atribuían poderes sobrenaturales, como evitar ser herido mortalmente en sus sonadas peleas, o desaparecer ante el peligro de ser emboscado.

El loco Juan Ruz, que cuando no dormía en los trapiches, lo hacía a orilla de la carretera. Trabajó por muchos años en la bomba de gasolina frente a Cobrapsa, en la avenida Bolívar de Valera.

El viejo Ramón Albornoz «El Flechero», alumno de la maestra Olga, que dedicó su vida a trabajar como peón, en todas las haciendas de La Puerta.

Como se puede apreciar, el conjunto de factores y hechos, que hemos explicado anteriormente, dinamizadores de su modernidad y de su economía, particularmente, la incursión agraria en La Maraquita, la carretera Trasandina, Troncal 7, Valera-Timotes; la carretera La Flecha-La Lagunita; la gasolinera, la champiñonera, indican que este sitio se convirtió en un espacio de oportunidades, para propios y extraños que se quedaron a vivir y fomentar familias, y también nos señala el proceso transitado en la formación social, cultural e histórica de esta comunidad puertense, llamada La Flecha.

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