El escritor peruano Mario Vargas Llosa (nac. 1936). Premio Nobel de Literatura en 2010, publicó en el año 2000 su famosa novela ‘La Fiesta del Chivo’, y en mi opinión es su mejor novela.
Utilizaremos la edición de la Editorial Alfaguara (España) para las citas.
Rafael Leonidas Trujillo (1891-1961) fue un militar y dictador que ejerció el poder en la República Dominicana desde 1930 hasta su asesinato el 30 de mayo de 1961. Se autoproclamó ‘Generalísimo’ y ‘Benefactor’, pero frecuentemente fue conocido como ‘El Chapitas’ por su afición a las medallas, y ‘El Chivo’ por su fama de depredador sexual. Desde 1930 hasta 1962, Santo Domingo fue llamada Ciudad Trujillo en honor al dictador. Rafael Leonidas Trujillo fue sumamente cruel y sanguinario. Por ejemplo, en octubre de 1937 ordenó a sus tropas la matanza de haitianos en lo que se conoció como ‘La Masacre del Perejil’. Los soldados dominicanos llevaban una rama de perejil y a los que veían con aspecto de ser haitianos les pedían que pronunciaran la palabra ‘perejil’. Los que tenían como lengua materna el criollo haitiano tenían dificultad para pronunciar dicha palabra, y se calcula que entre 9 mil y 20 mil haitianos fueron asesinados en la República Dominicana cerca de la frontera con Haití, a machetazos, balazos o cuchilladas (BBC News Mundo, 8/10/2019). Según algunos historiadores fueron más de 35 mil haitianos asesinados (Wikipedia ‘La Masacre del Perejil’). Pero es difícil calcular el número preciso porque muchos cadáveres fueron lanzados a los tiburones.
La novela de Vargas Llosa mezcla personajes y hechos reales con personajes y hechos ficticios pero absolutamente verosímiles.
El dictador Trujillo dormía muy poco, se levantaba a las 4 am y era obsesivo con el aseo, la limpieza y la puntualidad, y castigaba severamente cualquier falta a sus subordinados. Aun cuando ya tenía 70 años, seguía con la costumbre de desflorar a muchachitas adolescentes vírgenes de unos 14 años. De hecho, la principal historia de la novela gira en torno al espantoso trauma sexual que le quedó a Urania Cabral, personaje ficticio, que fue ofrecida por su propio padre Agustín Cabral (también ficticio) al dictador, cuando ella tenía 14 años. Él ofreció su hija con la esperanza de recuperar la confianza del dictador que había tenido durante 31 años y que inexplicablemente perdió. En tal sentido se organiza ‘La Fiesta del Chivo’ con una sola convidada: Urania Cabral. Cuando el dictador empezó a besuquearla dijo: “romper el coñito de una virgen siempre excita a los hombres” (Pag. 507). Pero no pudo tener erección y se enfurece y la desflora rudamente con los dedos. Urania adoraba a su padre pero se va del país y se educa con unas monjas en Michigan y llega a ser una notable abogada en Nueva York. Solamente regresa a la República Dominicana unos 35 años después en 1996, no para visitar a su anciano padre apoplético de 83 años, a quien odia y desprecia por lo que ella sufrió, sino para ajustar cuentas con los demonios mentales de su pasado. En efecto, Urania Cabral quedó horriblemente traumatizada y en una parte de la novela dice: “Mi único hombre fue Trujillo. Como lo oyes. Cada vez que alguno se acerca y me mira como mujer, siento asco. Horror. Ganas de que se muera, de matarlo” (Pag. 513).
El dictador Trujillo se rodeó de algunos intelectuales lacayunos, entre ellos Joaquín Balaguer (1906-2002) que escribían los panegíricos y los versos ceremoniales para adular al ‘Benefactor’, llamándolo el “Elegido por Dios” etc.
Balaguer nunca tuvo una mujer pero tampoco fue conocido como homosexual. Nunca se interesó por adquirir fortuna, era beato, tenía hábitos muy austeros, era metódico, muy trabajador y jamás perdió la serenidad ni alzó la voz. Su dicho favorito era: “Hay que vadear el río poquito a poquito y pasando por las piedritas”. De hecho, su notable habilidad política se puso de manifiesto después de la eliminación de Trujillo.
Fue presidente en tres ocasiones. Su primer mandato presidencial ocurrió cuando Trujillo dispuso que su hermano Héctor Bienvenido fuera reelegido para la presidencia en 1957 y optó por Balaguer como vicepresidente. Tres años más tarde, en 1960, la OEA convenció al dictador de que no era apropiado tener como presidente a un familiar y entonces Trujillo obligó a su hermano a renunciar y Balaguer quedó como presidente, pero era un presidente títere sin ningún poder. Hay algunas evidencias de que Balaguer estaba enterado del complot para asesinar a Trujillo, pero se hizo el loco, y logró sobrevivir y mutar desde ser un ‘presidente fantoche’ del dictador Trujillo hasta ser un ‘opositor crítico’ que condenó a nivel internacional ‘las injusticias y crímenes de la Era de Trujillo’…¡El típico camaleón político!…Su primer mandato presidencial fue entre 1960 y 1962. Su segundo mandato presidencial entre 1966 y 1978 y su tercer mandato entre 1986 y 1996.
En la novela, a los pocos días de la violación de Urania, el dictador fue ametrallado por 7 conjurados que habían planificado el asesinato con la ayuda de la CIA.
La novela es un penetrante estudio psicológico…¿Cómo se puede explicar la subyugación psicológica casi hipnótica que Trujillo ejercía sobre sus subalternos?…Se cuenta que tenía una mirada que taladraba y era un artista de la manipulación. Se deleitaba de manera sádica propiciando intrigas y rencores entre sus subordinados que competían para adularlo. Asimismo, Trujillo se acostaba con las esposas de algunos de ellos y luego gozaba contándolo en público y humillándolos.
En efecto, hay personas que en la vida real tienen una vocación por el servilismo ante su caudillo. En una de las partes más conmovedoras de la novela, Urania Cabral le reprocha a su padre esa conducta rastrera y le dice: “¿Valía la pena papá? ¿Era por la ilusión de estar disfrutando el poder? A veces pienso que no, que medrar era lo secundario. Que en verdad a ti, a Arala, a Pichardo, a Chirinos, a Álvarez Pina, a Manuel Alfonso, les gustaba ensuciarse. Que Trujillo les sacó del fondo del alma una vocación masoquista, de seres que necesitaban ser escupidos, maltratados, que sintiéndose abyectos se realizaban” (Pag. 76).
Por otra parte, uno de los personajes reales más siniestros de la dictadura fue el coronel Johnny Abbes García (1924-1967), jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) que murió en Haití asesinado a balazos. En la novela se describe que tenía un aspecto físico deforme, era frío e impasible, de una crueldad patológica en las torturas a los presos, y sospechoso de ser homosexual. Estaba casado con una mujer mexicana de aspecto hombruno que era lesbiana y buscaba mujeres en los burdeles.
Trujillo mató a muchos disidentes lanzándolos a los tiburones en el mar. En la novela también se describe cómo Trujillo y la SIM eran especialistas en ‘no dejar ninguna huella’, y para ello eliminaban a los asesinos que utilizaban en sus crímenes. También aniquilaban la imagen pública de los disidentes. Por ejemplo, a un exilado lo mataron en un hotel de Caracas y al cadáver le pintaron los labios y le pusieron ropa íntima de mujer para aparentar que había sido asesinado en una reyerta entre maricas.
Otro personaje tétrico era Ramfis Leonidas Trujillo Martínez (1929-1969) hijo del dictador que murió en 1969 en España al estrellar su automóvil deportivo. Era borracho, derrochador de dinero, violador de muchachitas adolescentes, sufría crisis temporales de locura, y en compañía de Porfirio Rubirosa (1909-1965), playboy dominicano famoso por sus proezas con las mujeres, Ramfis regalaba automóviles Cádillacs de lujo y carísimos abrigos de visón a famosas artistas como la estadounidense Kim Novack (nac. 1933), la actriz húngaro-estadounidense Zsa Zsa Gabor (1917-2016) y las bellas coristas del Lido de París, etc.
Ramfis y los hermanos del dictador eran de una crueldad escalofriante. A los participantes en el atentado contra Trujillo los torturaron con fruición hasta matarlos. A uno de ellos, un día le dieron carne después de varios días sin comer. Luego le informaron que esa carne era de su propio hijo y por medio de un guardián sonriente, le mostraron la cabeza cortada agarrada por los pelos.
En fin, ‘La Fiesta del Chivo’ no es una narración histórica en el estricto sentido de la palabra, porque Vargas Llosa se toma algunas libertades para escribir de manera ficticia, pero la novela indudablemente ilustra muchas cosas de la política real más sórdida y tenebrosa.
Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)