Uno de los aspectos dela felicidad humana es su carácter relativo. Una persona en una época de su vida puede considerarse desdichada, pero años después puede añorar esa época pasada y darse cuenta de que no era tan desdichada. En la obra: ‘Los Endemoniados’ (1871-1872) del escritor ruso Fedor Dostoievski (1821-1881), se desarrolla una conversación entre Kirílov y Stavrogrin y el primero dice: “El hombre es desdichado porque no sabe que es feliz; sólo por eso. ¡Ahí se encierra todo, todo!. El que se percata de ello se vuelve feliz inmediatamente, en ese mismo instante” (Segunda Parte, Capítulo I, sección 5).Esa enigmática aseveración de Kirílov puede tener diversas lecturas. En muchos momentos de nuestras vidas tuvimos motivos para sentirnos dichosos, pero nos pasaron desapercibidos porque estábamos obnubilados con tal o cual problema, unos problemas que años después nos dimos cuenta de que eran muy mediocres. No obstante, esos problemas nos impidieron disfrutar los momentos dichosos.
Por otro lado, la cuestión relativa también se manifiesta cuando las personas se comparan con otras. En efecto, es frecuente que las personas envidien al que tiene mucho ‘éxito’ o dinero. Pero es interesante analizar este punto. Por ejemplo, Donald Trump (nac. 1946), un multimillonario y actualmente presidente de Estados Unidos, en una ocasión expresó: “Es muy rara la persona que alcanza una gran meta en su vida y no comienza a sentirse de inmediato triste, vacía, y algo perdida [……] Yo no tengo que mirar la vida de otros para saber que eso es así. Yo soy tan susceptible como cualquiera de caer en ese hueco” (1).Además, por lo general conocemos las cosas envidiables de las vidas de los demás, pero frecuentemente desconocemos sus aflicciones. El historiador griego Heródoto (aprox. 480-425 A.C.), en su obra : ‘Nueve Libros de la Historia’ ,señala: “Sé que si todos los hombres sacaran a la luz pública todos los pesares que les atormentan, y cada uno pudiera examinar los pesares que atormentan a los demás, entonces nadie quisiera cambiar los suyos por los de otro, y cada hombre recogería sus propios pesares y se regresaría a su casa” (Libro 7, Sección 152).
El filósofo polaco Wladislaw Tatarkiewicz (1886-1980), muy conocido por sus obras sobre estética, también publicó una apasionante obra titulada: ‘El Análisis de la Felicidad’, y en ella dice: “Es un hecho característico que la mayoría de las personas no quisiera estar en ‘los zapatos de los demás’, aunque la vida de esa persona parezca más feliz, sus condiciones de vida material sean mejores, y su disposición de ánimo sea más alegre. Un hombre está unido a sus preocupaciones y problemas, porque son ‘sus’ preocupaciones y problemas” (2). Tatarkiewicz no interpreta ese aferramiento a su propia individualidad que tienen los humanos. No obstante, quizás podríamos intentar una posible explicación evolutiva darwiniana.Desde un punto de vista evolutivo resulta obvio que un pre-humano o humano que se haya aferrado a su propia individualidad, tuvo mayores probabilidades de sobrevivir y reproducirse (ser seleccionado favorablemente por Selección Natural). Dicho en otras palabras, un individuo que ‘se quería a sí mismo’, tenía más probabilidades de ser seleccionado favorablemente. Pero ese apego a la propia individualidad también nos trajo por evolución consecuencias que provocan desdicha: Deseo de reconocimiento social, vanidad, etc.
NOTAS: (1) Pag. 12 en Peter Singer (1993) ‘How Are We To Live’. Oxford Univ. Press. (2) Pag. 315 en W. Tatarkiewicz (1976) ‘Analysis of Happiness’. Martinus Nijhoff. (Edic. original en polaco: 1962)