La falta de gas y gasolina nos está matando

Al ya tortuoso drama de la escasez de gasolina, se suma la desaparición sistemática del gas licuado.

 

 

“Comenzó Cristo a padecer”;  esa es la exclamación natural de la mayoría de nuestra gente de barriadas y urbanizaciones, mientras el camión repartidor de bombonas tarda semanas y hasta meses en llegar a cada comunidad y por momentos se vive de ilusiones al escucharse también   que “Ya viene el Gas comunal o de equis o zeta empresa privada” que lo distribuye.

Con la bombona al hombro, en autobús,  a “pata limpia”, en moto o en carrito de mercado, alguno de los miembros de la familia puede recorrer distintos llenaderos buscando el producto, saliendo frustrado en la mayoría de los casos..

Si las personas disponen de respetable dinero en efectivo,  pueden comprar la bombona “bachaqueada” con un sobreprecio más o menos de 200.000 %; si no disponen de tiempo, podrán pagarle a alguien para que la compre el dólares, lo que duplicará o triplicará el costo; pero también tendrá la opción de comprar leña para cocinar en fogón o apelar a las cocinitas eléctricas chinas, solo que en su mayoría son de escasa vida útil.

Así como van las cosas, la situación en Trujillo y en la mayoría de las regiones del país la posibilidad de que la situación se complique mucho más es muy grande, particularmente si se agrava el problema del suministro de gasolina que ya está afectando a los ciudadanos, el cual rebota también con el drama del gas doméstico.

 

Definición del producto

Está claramente definido,  que 89 % de la población venezolana utiliza el gas propano o “licuado” como combustible para cocinar, y en términos geográficos posee gran importancia, debido a que no hay infraestructuras de transporte (gasoductos) hacia regiones como nuestros  Andes o los Llanos.

A nivel socioeconómico el impacto del gas es enorme. Esto es lo que permite o permitía que la gran mayoría de los venezolanos pueda cocinar sus alimentos, cosa imposible con las actuales políticas de explotación derivados del petróleo y  el morbo de un Estado que se cree paternalista, pero que se hunde en sus propios errores sin aceptar su culpa y fracaso.

La comercialización del vital producto está sufriendo por los mismos factores que han producido escasez en tantos otros rubros como la gasolina e insumos que no se elaboran o producen en Venezuela,  sencillamente los controles de precios.

El precio actual no representa ni los costos de producción y esto es fatal a la hora de hablar de solidez y desarrollo.

En la región central, vale decir Caracas, Miranda, La Guaira y Valles de Aragua, un cilindro de 10 kg cuesta alrededor de 15 dólares, mientras en el interior, incluyendo Trujillo,  está regulado en 0,3 dólares, solo que quienes lo expenden cobran a los ansiosos vecinos el doble de su costo verdadero y eso está matando a la gente que no tiene poder adquisitivo, la gran mayoría. .

La escasez está provocando que su precio real en la calle termine siendo el del mercado internacional de los países que no tienen producción petrolera, un patrón similar al que hemos visto con la gasolina, cuyas consecuencias han sido nefastas y al extremo humillantes.

Actualmente solo hay el gas propano para satisfacer el 65 % de la demanda nacional. De cada diez hogares que necesitan una bombona, ocho no pueden obtenerla. Eso seguirá empeorando a medida que merme la producción y no se reactiven las importaciones, porque en Venezuela lamentablemente está quebrada la empresa de hidrocarburos y el gas natural brilla por su ausencia o es un privilegio de pocos.

El llamado es a nuestras autoridades. No se molesten cuando un vocero reclame o diga la verdad de lo que ocurre, porque si en el caso contario fuesen quienes nos gobiernan los afectados, qué pensarían al respecto?…La respuesta la tienen ustedes, solo que en muchas oportunidades se hacen los “Willie Mays”,  y caso contrario a la filosofía incluyente, igualitaria y justiciera del principio socialista, también actúan como simples especuladores y alcahuetes, por omisión, de quienes se lucran a expensas del pueblo humilde. ¡ Amanecerá y veremos!.

 

 

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