La estrategia invisible, por Juan Barreto

 

El título inicial de esta mudanza es la estrategia invisible o de cómo hacerle el juego al teatro humano de la división y la guerra injusta. En una clase, esas reuniones hechas para hablar desde el pensamiento crítico, trataba de explicar algunos rasgos de la transformación del texto en test-o. Es decir, la transformación de un discurso complejo de alto valor en el mensaje y, por lo tanto plural en su significación, en un discurso referendario cuyos resultados elementales de lectura oscilan entre un sí o un no, dependiendo de las intenciones previas de aquel quien ejerce la capacidad y el poder de tal transformación. El poder real radicaría en aquel capaz de controlar el deseo de los otros auditorios-espectadores-lectores adelantándose a la fabricación de una respuesta “testual” apropiada en su condición previa a una estrategia invisible, desarrollada desde distintos ámbitos para producir aceptación o repulsión de un bando, de una cultura o, particularmente, de una ideología y conducir el conflicto a una irresolución permanente, a esa guerra constante llamada incertidumbre. Esta constante justo se genera por una condición básica: Los lados en pugna usan la misma estrategia, por ello se convierte en invisible, creando coincidencia en los resultados gracias a los automatismos grotescos generados por la dinámica controlada de los textos. Estos textos, cualquier tipo de textos, pierden su condición compleja de sentidos culturales, étnicos, religiosos o políticos, según sea el caso, al ser convertidos en este trabajo de empobrecimiento o desgravamen semántico, en un test. Mientras el productor de un texto complejo no puede adelantarse, justo por su complejidad, a la respuesta de un auditorio, el productor de un test ha adquirido la propiedad de conducir al auditorio a esa respuesta interesada.

Ya no se trata de polemizar, creer o no en un discurso, de cuestionar o proponer alternativas frente a los textos culturales generados por los distintos grupos humanos, sean quienes sean. Aquí podría funcionar, todavía, la mezcla de los modos éticos, estéticos, del bien o del mal con capacidad de diferenciarse en sus estructuras simbólicas para producir una síntesis de lo heterogéneo. Están perdidos o casi perdidos en la sociedad aquellos espacios del discernimiento que sirven de signo a las instituciones justas. Por el contrario, gracias a los terribles genios del control mediático, el poder real radica en colocar a la población o a sus partes “diferenciadas”, en una condición mental-corporal referendaria que permite degradar o aceptar en sus atributos a un ente cultural virtual simulado cuyo rasgo de desagrado o aceptación ha sido elaborado durante el proceso de producción de ese texto convertido en test-o. Los productores de tan sutil “píldora” programan sus consecuencias.

inyoinyo@gmail.com

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