Pastor Heydra
En junio de 1945 Franklin Delano Roosevelt, sustituido por Truman a su muerte, Churchill y Stalin, en representación de las tres grandes potencias militares y económicas de la época, cambiaron la faz política de la tierra, al derrotar, unas semanas después la entente nazi fascista.
Se repartieron el mundo en serio, como en alguna forma ya lo habían hecho algunos de ellos en tratados anteriores como el de Paris de 1919, que selló el final de la I Guerra Mundial en el cual las potencias coloniales, entre otras la Gran Bretaña, creó el fenómeno árabe-palestino-israelí, que hoy tiene a más de uno con las paticas en la cabeza. Todo lo cual determina que el pasado tiene su peso en el futuro de los pueblos, y de las gentes. No hay que desecharlo.
Con esos tratados surgió “la guerra fría”, que está allí, aparentemente calmada, pero tomando giros económicos y políticos de otra monta. Pujan la nueva China que hizo Ten Xiao Ping, la Rusia de Putin, y la U.S.A. de Trump.
Mientras, el agua que pasa bajo nuestros puentes venezolanos, no tiene casi ni nombre. La realidad de un país rico, es patética. Basta saber que no hay liquidez monetaria, los bancos dan en efectivo hasta 30 mil bolívares, menos de lo que importa un taxi o una compra, solo salvable si en el establecimiento hay tarjeta de débito, y este tiene punto y línea; sin adentrarnos en la escasez, el costo de alimentos y medicinas, la caída de la producción, la inseguridad y pare de contar.
Nuestra clase, económico y política dominante, por su mezquindad y falta de visión, falló con mayúsculas en 1993, y nos ha dado 18 años de retroceso, para no contar los cinco del “chiripero”, conduciéndonos a lo peor del siglo XIX. Ahora han pretendido muchas iniciativas fallidas para enderezar su grave entuerto desde el año 2000, ante una película ya vista en La Habana desde 1959. Un episodio que conocen, pero al que lamentablemente y por el beneficio de sus intereses, apenas comienzan a comprender.
La última que montaron fue la de iniciar un arreglo con el invento del “diálogo dominicano”, ensamblado por el ex presidente español Rodríguez Zapatero quien con su suerte de “teatro del absurdo” de Ionesco, ha sobrevivido política y económicamente, gracias a nuestros gafes.
Este se escenificó en tres tandas y el 18 tendría su corolario. Hecho que no aconteció ante la negativa de AD de incorporar a su flamante delegado, el plenipotenciario diplomático y primer cotilla de la corte de Ramos, Luis Aquiles Moreno, siguiendo los pasos de Timoteo Zambrano; quien sí sabe de esas lides, y por eso se retiró a tiempo, sabiendo, que el gobierno no cederá en nada que no le interese, para el crujir de la pantalla de un tal Florido. Por eso puse los ejemplos de Yalta y Potsdam, donde hubo definiciones ¿Equívocas o no? Pero definiciones al fin, que han regido al mundo durante más de 70 años.
¿Qué pasará en República Dominicana? Triste historia, sólo salvable por la tesis de que deben mantenerse los canales de comunicación, pero como dijera el andaluz Felipe González, sin resultados, lo cual en cante jondo sonaría a “esa se las ganó Maduro”.
Y es que el problema es de cañones, así de simple, como en Yalta y Potsdam, por eso los franceses no tocaron ni las flautas en ese entonces. Ese resto de la MUD, poco representa. La oposición lamentablemente hoy es una diáspora sin liderazgo, ni son, ni concierto. El gobierno nunca tuvo la intención de atender los 4 puntos que le plantearon, tan solo soltó a unos 50 presos, pero olvídense del resto. La oposición partidista, (llámese MUD o “Soy Venezuela”) no tiene fuerza real, coherente, cohesionada, concreta, pujante, para obligar en este momento a tratados o acuerdos. Por eso quedamos en lo que vemos. Pura pajita. ¿De qué pueden hablar los representantes de Ramos, -porque hasta Borges y Rosales se incorporaron en RD-, sobre el futuro de lo que podría ser una nueva Venezuela? Nada, pues todos ellos conforman un pasado decadente, por cierto, un tanto ominoso. Sólo pueden conversar de las sandeces cotidianas, sin tomar realmente en cuenta lo que está sufriendo el pueblo, al que no le interesan esas elecciones “cuida espacios” que tanto les inquietan.
Modestamente tengo un pálpito, la oposición silvestre, inasible, es mayoría, y algo hará. No hay duda, lo dije la semana pasada, algo delicado se mueve en el ambiente ¿qué es? ¿Cuándo estallará, quienes dirigirán? ¿Un nuevo 27-F? No lo sé. Pero ese es el ambiente, ni el gobierno, ni las organizaciones opositoras las tienen consigo, lo cual por ratos pone a correr esa chispa, como diría Mao, en una pradera, por ahora desconocida, que no será la del Pacto del 58, ni la irrupción cuasi indómita de 1999.