La división opositora, sustento del triunfo chavista

Jurados trabajan en un puesto de votación durante las elecciones regionales, el 21 de noviembre de 2021, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

Caracas, 26 nov (EFE).- El resultado de los comicios regionales del pasado domingo en Venezuela muestran, a priori, al chavismo como un poder casi monolítico, pero su aplastante victoria está sustentada en la división opositora, cuya suma de votos de los diferentes partidos demuestra que una coalición unitaria hubiera arrebatado varios estados al oficialismo.

De las 24 entidades que tiene Venezuela, el chavismo se impuso en 19 de ellas, además de Caracas -con un estatus especial-, pero en al menos 8 la división opositora y la estrategia oficialista jugaron un papel importante, atendiendo a los resultados publicados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el número de candidatos antichavistas que se postularon al mismo estado.

Mientras el oficialismo acordaba cómo y con qué candidatos se presentaban a las elecciones, la oposición se enfrentaba con acusaciones entre sus líderes después de haber sido, hace poco más de cinco años, el mayor bloque cohesionado de los últimos 20 años, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

DIVIDE Y VENCERÁS

Los antichavistas han ido mostrando cada vez más sus diferencias en los últimos cuatro años y, en esta oportunidad, en la que la mayoría decidió participar en las elecciones, no lograron ponerse de acuerdo para presentar una sola candidatura por estado.

En el estado Táchira, la opositora y actual gobernadora, Laidy Gómez, buscaba la reelección con el apoyo de la Alianza Democrática, pero la MUD postuló a Fernando Andrade, con lo que el voto antichavista se disgregó y, el triunfo que, a tenor de los porcentajes, pudo haber obtenido Gómez lo logró Freddy Bernal, del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Bernal obtuvo 138.717 votos, mientras que Gómez logró 135.277 y Andrade 54.960, por lo que si se suman estos dos últimos -ambos opositores- superan al chavista por 51.520 votos.

Esta situación se dio, de manera similar, en los estados Bolívar, Falcón y Lara, donde la falta de acuerdos y acusaciones entre unos y otros, sumado a la presentación de varias candidaturas opositoras, facilitó el camino al chavismo para lograr más Gobernaciones, que al hacer la sumatoria antichavista, hubieran perdido.

Varias personas asisten a un puesto de votación durante las elecciones regionales, el 21 de noviembre de 2021, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

PERO, ¿CÓMO SE FRACTURÓ LA OPOSICIÓN?

Después de lograr un gran bloque cohesionado para triunfar en las parlamentarias de 2015, la oposición venezolana perdió el norte al no conseguir definir una estrategia efectiva para sacar del poder al presidente Nicolás Maduro.

Los principales líderes de la MUD comenzaron a enfrentarse hasta disgregarse, y el quiebre definitivo llegó en 2019 con acusaciones de corrupción y señalamientos entre sus propios miembros.

El escándalo que más marcó la división fue el que salpicó a varios de los entonces diputados que supuestamente realizaban gestiones, de manera solapada, para dar indulgencias a empresarios vinculados al chavismo.

EL ORIGEN DE «LOS ALACRANES»

Desde entonces, la alta dirigencia de los partidos opositores más conocidos comenzó a referirse a esos diputados como «alacranes». Según la oposición, el Gobierno desarrollaba un plan para la compra de parlamentarios que les eran adversos.

El antichavismo terminó de disgregarse y los «alacranes» también comenzaron a acusar de corrupción al líder de la oposición Juan Guaidó por el manejo de los activos en exterior a los que podía acceder por el apoyo de varios países, donde se encontraban esos bienes, que lo reconocieron como presidente interino, tras su proclamación como mandatario.

En medio de la diatriba, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) decidió intervenir los partidos opositores más conocidos -Primero Justicia, Acción Democrática, Voluntad Popular- y arrebató las directivas a sus líderes tradicionales para otorgarlas a exmilitantes acusados de corrupción o también llamados «alacranes».

De manera que, a las elecciones regionales y locales del domingo, la oposición llegó fracturada, con marcadas diferencias, insultos, sin acuerdos y con el añadido de que otro grupo de dirigentes formaron nuevas alianzas y se presentaron a los comicios.

Un hombre observa una lista de mesas de votación durante las elecciones regionales, el 21 de noviembre de 2021, en Caracas (Venezuela). EFE/Miguel Gutiérrez

UN TRIUNFO «ARTIFICIAL»

Pero aún bajo este escenario que favorece al chavismo, en los últimos años el oficialismo se ha encontrado, cada vez más, con el rechazo de buena parte de la población que antes lo apoyó y se sintió identificada con el proceso que propuso el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013).

El presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, explicó recientemente a Efe que, según sus estudios, el 76 % de los venezolanos quiere un cambio, lo que supone que «tres cuartas partes de los venezolanos son opositores a Maduro».

Sin embargo, el chavismo ha sumado como una estrategia más las peleas entre opositores para seguir obteniendo la mayor cantidad de cargos posibles en elecciones, por lo que el cambio que desea una gran parte de los venezolanos no se ve reflejada en el mapa.

Bárbara Agelvis y Saraí Coscojuela

 

 

 

 

 

 

 

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