La dimensión histórica del “¡pónganse de acuerdo!” | Por: María Eloina Conde

 

Por: María Eloina Conde

La transición ha iniciado, de nosotros depende si serán 6 meses o 6 años más. No es una sentencia para manifestar un deseo, no es una hipótesis peregrina, es simplemente lo que un repaso a nuestra historia nos dice claramente. Apuntaba Rafael López-Pedraza que “en Venezuela no hay una historia lineal, sino un ciclo repetitivo de auge y caída, de promesas incumplidas y frustraciones» y a la vez nos recordaba que “para romper con este ciclo repetitivo, necesitamos una profunda transformación cultural y psicológica; debemos dejar de creer en los mitos y comenzar a construir una nueva narrativa para nuestro país.». Es un proceso que no podemos postergar y al que la coyuntura actual nos acerca.

Nada de lo que está sucediendo en la vida política nacional es enteramente nuevo. La controversia para una candidatura presidencial unitaria ya ha pasado y no hay que hacer demasiado esfuerzo escarbando en libros de historia para encontrar paralelismos. Al final del período constitucional del General Isaías Medina Angarita en 1945, todo parecía indicar que el sucesor de ese periodo fértil para la economía y para el fortalecimiento de la democracia, sería el Dr. Diógenes Escalante, quien ejercía de embajador de Venezuela en Washington y contaba con el apoyo del partido de gobierno, a la vez que había logrado alianzas en torno a él de otros partidos. De presentarse a la elección su triunfo se daba por hecho, pero un confuso episodio de salud lo hizo abandonar esa candidatura y esto resquebrajó la unidad y consenso que había en aquel entonces.

“Pónganse de acuerdo”, esas palabras que hemos escuchado tanto estos días, fueron las mismas que usó Arturo Uslar Pietri en una conversación con el Gral. López Contreras para aludir a la urgencia de construir alianzas con el Gral. Medina Angarita, presidente saliente, hasta llegar a un nombre que pudiera ejercer no sólo la candidatura sino el gobierno y que pudiera ser aceptable para ambos. Lo que pasó luego partió en dos la historia del país: un golpe militar derrocó a Medina Angarita y aunque luego hubo una elección libre, secreta y directa, el gobierno presidido por Don Rómulo Gallegos no sólo no duraría, sino que tras un nuevo golpe militar serviría de antesala a la dictadura que más hemos de recordar como país, y que por una larga década dejaría cicatrices que aún no han curado del todo. Fue el comienzo del mandato del Gral. Marcos Pérez Jiménez.

No es la primera vez que hemos necesitado hacer una transición hacia la democracia, eso demuestra que los ciclos que como nación hemos experimentado han ido de la mano de lecciones que se han aprendido por algunas generaciones y se han olvidado por otras, justamente los más jóvenes debemos recordar la historia que nos ha traído hasta acá, y entender el papel de personajes bisagra que han servido de conectores en el proceso de pasar el poder del sucedido al sucesor. Son momentos en los que, nos guste o no, la política de dialogo es más necesaria que la política de fuerza.

Cabe recordar que una vez derrocado Pérez Jiménez se instaló la junta militar presidida por Wolfang Larrazábal, quien contaba con dos atributos que eran de suma importancia para una tarea como esa: era militar del mayor rango y tenía antigüedad dentro de las fuerzas armadas, factores que generaban respeto dentro y fuera de sus filas, lo que no significaba que no existiera resistencia u oposición, pero que pudo demostrar que el mundo militar es capaz de tener carácter civilista porque en el proceso complejo de una transición de la dictadura a la democracia, nos guste o no, es la fuerza armada que funciona como garante.

Sin pretender que valga como resumen, podemos conseguir en distintos episodios de nuestra vida e historia nacional momentos en los que hemos transitado la complejidad de una elección presidencial, el traspaso del poder político y la transición a la vida democrática. Es tan evidente este rasgo que López Pedraza reflexionaba que “la idea del progreso en Venezuela es una ilusión: cada vez que creemos estar avanzando, caemos de nuevo en los mismos errores.» En nuestras manos, nuestra madurez y nuestras acciones está demostrar que hemos aprendido la lección, en demostrar que entendimos que el consenso y la unidad son los elementos clave para aprobar la materia. Como país lo necesitamos. No debemos esperar.

La transición ha iniciado, de nosotros depende si serán 6 meses o 6 años más. El “Pónganse de acuerdo” de Uslar Pietri, debe retumbar en la cabeza de quienes tienen en sus manos la decisión de poner primero el país y luego sus intereses tanto personales como partidistas, el reconocimiento de nuestras diferencias aun en el mismo lado de la historia es fundamental, incluso la tolerancia y el respeto pasan también por el filtro de las redes sociales. El país observa, el mundo entero observa cómo solucionamos el problema en el que solitos nos metimos, porque somos los venezolanos los que vamos a resolverlo. Seguir buscando satisfacer los extremos es alejarnos de las soluciones, debemos pasar del ensayo y error, al ensayo y aprendizaje para de una vez por todas construir el futuro brillante que podemos tener como país y demostrar que queremos y podemos avanzar y escribir nuevas páginas de nuestra historia, juntos.

 

@mariaeloinaportrujillo

Atiempomec@gmail.com

 

 


 

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