LA CULTURA DE LA POBREZA | Por: Francisco González Cruz

 

Hay lugares donde predomina la escasez, la gente tiene pocos ingresos económicos y serias limitaciones para vivir con bienestar, y sin embargo se sobrevive con dignidad. Y los hay que tienen mejores condiciones económicas, con mayores ingresos y menores limitaciones, y sin embargo viven en pésimas condiciones. Lugares donde la gente es pobre, pero tiene una cierta cultura del bienestar, donde reinan las buenas relaciones humanas, hay respeto, orden e incluso ornato. Casas y vecindarios humildes donde no falta plantas con hermosas flores, árboles frutales y hasta algunos cuadros colgados en la pared.  Y también los hay donde hay menos pobreza pero al ambiente es malo, hay ruido y basura por todas partes.

Desde que Oscar Lewis etiquetó el tema de la cultura de la pobreza muchas páginas se han escrito sobre las diversas realidades, pero la experiencia que se vive a diario por esto lugares constata de comunidades que, a pesar de sus limitaciones, viven mejor que otras comunidades vecinas que disponen de más altos ingresos.

En zonas rurales se ven las casitas modestas con pisos de tierra, paredes de bahareque y techos de zinc que lucen impecables, con gente atenta que sirve al café en limpios pocillos de peltre, y que tienen su huerta, con plantas medicinales y ornamentales. Y en los caminos no hay basura y el río baja cristalino. Por allí cerca otra comunidad donde predominan las casas grandes de pisos de cemento con cubierta de cerámica, techos de bloques bien frizados y techos de tejas, y exhibe un ambiente sucio, donde la gente es gritona y grosera, la basura cubre los bordes de la carretera y el río da lástima lleno de basura.

La cultura de la pobreza entonces no es patrimonio de los pobres. Se puede ser pobre en medio de una cultura del bienestar. Así como se puede ser rico en medio de una cultura de la pobreza. “Burros con plata” se les dice. Este fenómeno tiene que ver con esa palabra tan principal y tan esquiva que es la “cultura”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) define la cultura como «El conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.»

Aquí se trata de “modos de vida”, valores personales y comunitarios, tradiciones y creencias, también el “darse cuenta” de lo que es bueno para uno y para los demás. La cultura de la pobreza es vivir y convivir con el lenguaje feo, desagradable, lleno de palabras soeces, en medio de chismes y groserías. Cultura de la pobreza es el uso de palabras tóxicas que descalifican y ofenden, gritan e insultan.

Cultura de la pobreza es vivir y convivir con el maltrato al otro y a la naturaleza, tolerar la basura, el sucio, el ruido y el escándalo. El desorden, el irrespeto. La transformación de la cultura de la pobreza hacia la cultura del bienestar comienza con el lenguaje. “De la abundancia del corazón habla la boca”, dice la Biblia.

 

 

 


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