La Cuarta Ola y las transiciones

Los gobiernos buscan concentrar todo el poder y eternizarse en el ejercicio del mismo. La fenomenología de la política nos demuestra que esas dictaduras tarde o temprano desaparecen, y se restablece el orden democrático. Huntington en su libro “La Tercera Ola” hace referencia a las transiciones democráticas que tuvieron lugar en una treintena de países de Europa, Latinoamérica, Asia y especialmente Europa Oriental, con el advenimiento de sistemas democráticos frente a regímenes autoritarios.
Pero en su libro no llega a considerar el fenómeno de la Primavera Árabe en el Medio Oriente ni las nuevas formas híbridas de gobierno donde los autoritarismos se revisten de formalismo democrático y hacen más complejas las transiciones hacia la plena democracia. Para él, existe un imperativo democrático con períodos de expansión y períodos de retroceso. Europa vivió las transiciones de gobiernos militares a democracias plenas con el fin del gobierno militar en Grecia, la revolución en Portugal y la transición española.
En Portugal, por la participación activa del pueblo en una revolución democrática y pacífica, con la victoria del Partido Socialista de Mario Soares en las elecciones generales en abril de 1975 y que condujo a la aprobación en abril de 1976 de una Constitución progresista. En España, el proceso de transición se inició el 20 de noviembre de 1975 con la muerte de Francisco Franco y la institucionalización del nuevo modelo político, económico y social en la Constitución de 1978.
En nuestro continente, una transición interesante fue la de Uruguay (1980-1989), dentro del marco de la redemocratización en Sudamérica con la caída de las dictaduras de Chile, Argentina y Brasil. Siempre dentro de la variable internacional de las nuevas democracias europeas rebeldes ante el comunismo soviético, además de las experiencias de España, Portugal y Grecia.
En Uruguay, sólo en 1989 fueron las primeras elecciones libres sin los militares. La oposición supo crear una alternativa democrática creíble, resistió toda cercanía al régimen, ganó espacios y fue desprestigiando al gobierno que perdía respaldo popular y costo político. La economía ayudó a deslegitimar a los militares, pero los movimientos sociales fueron fundamentales, las organizaciones civiles y de Derechos Humanos aceptaron la estrategia de los partidos en una gran concentración social. Los políticos uruguayos negociaron las reglas de la transición con los militares a diferencia del Brasil, el control militar fue permanente con una negociación parlamentaria de oposición. En Argentina, los militares dejaron el poder, pero ante los intentos de golpe de Estado fue necesario una negociación pero dentro de la constitucionalidad. En Chile, fue más compleja pero fundamental la unidad de todos los factores de oposición y el aterrizaje blando hacia la democracia. En América Latina y así también en Venezuela, por la importancia de las Fuerzas Armadas debe tomarse en consideración este sector en toda negociación, aunque en el caso venezolano por esa especial forma de régimen híbrido y por la diferencia de ópticas en la oposición, sería más complejo el proceso.
Pero con los nuevos autoritarismos democráticos y populismos de derecha y de izquierda tal vez estamos entrando en la Cuarta Ola de las transiciones.

 

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