Por: Luis A. Villarreal P.
Nuestra democracia salió airosa del propósito castrista patrocinante de la guerrilla ingenua que quiso descarrilarla, siguiendo lineamientos marxistas —sin copiar a Marx verdaderamente—, cumplió el mandado de quienes han ejercido el autoritarismo izquierdista.
Tantos avances de aquellas cuatro décadas que en dos han hecho añicos. Cuánto hemos evocado al Pacto de Punto Fijo, en vista de la incapacidad opositora partidista para revertir la situación que padecemos.
Muchos opinan que nuestra Venezuela está en un ‘punto muerto’, porque no se ve la forma de salvarla como quisiéramos; el acontecer global —geopolítica, pandemia, la guerra en Ucrania— pareciera estar en contra; solo el aguante se renueva cada día.
Aparte de eso la oposición no ha podido ni sabe ya qué hacer, sus ‘esfuerzos’ no han sido suficientes. Ahora se apresta al 2024 eleccionario (?). Este espectro de circunstancias favorecen solamente al oficialismo, que aprovecha para robustecerse más en su poder, sin importar las dificultades que soporta la población que aún está acá o la que se ha ido.
Lamentablemente, la resiliencia se vuelve conformista y remota en la esperanza. Las ventanas se han venido cerrando impidiéndonos ver nuestra salida, el mundo que merecemos, las posibilidades que tenemos bajo el estandarte de la Unidad. Por tal razón, se necesitan acciones que produzcan inspiración.
La guerra en Ucrania, ocasionada por la invasión rusa es una guerra diferente —aparte de lo que ha dicho el Papa Francisco del artífice invasor Putin: «Provoca conflictos desde intereses nacionalistas anacrónicos… «— porque el país agresor es poderoso militar y energéticamente; es intimidante debido a su cualidad y a su tradición misma. Por ello, se le habían soportado otras invasiones y apropiaciones territoriales.
En el caso de Ucrania, la apropiación de Crimea, y el reconocimiento de dos ‘repúblicas’ en la región de Donbás no son otra cosa que zarpazos para mutilar a un país soberano y engullirlo frente a los ojos del mundo que ya no lo permitirá.
Además, Rusia utiliza su capacidad energética como herramienta política para dividir la Unión Europea, para desestabilizar el mudo. Allí están países de la talla de Italia, Alemania, Reino Unido, e incluso Japón, pagando las ‘razones’ de su dependencia energética —de gas y petróleo—, y de otros continentes que sufren desabastecimiento y carestía alimentaria porque también Ucrania es granero del mundo.
Los países productores y exportadores de crudo y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) están en corre corre, porque deben suplir el petróleo que por las sanciones Rusia no podrá proveer.
Estados Unidos, aunque ya empezó a disponer —por un lapso más corto que largo— de sus cuantiosas reservas estratégicas almacenadas ha activado su gestión política para lograr con urgencia el aumento de producción; sin mucho éxito, en países como Arabia Saudita y Emiratos poseedores de probados yacimientos; y sin importar sus desavenencias y enfrentamientos políticos, ha tocado las puertas de Venezuela —cuya poca producción y sus reservas han causado devoluciones en su comercialización por deficiente calidad— y las de Irán, productor sancionado.
Las severas sanciones impuestas a Rusia por su aberrante osadía en Ucrania, son contraproducentes principalmente al mundo occidental. Europa y parte de Asia sufren escasez pero también EUA que además de primer productor del mundo es el mayor consumidor de productos derivados del petróleo; y por supuesto el pueblo ruso pagará las consecuencias por la alevosía de su gobierno.
Frente a esta situación, se está viviendo una guerra energética; y la víspera de una cibernética que atentará contra el funcionamiento eléctrico. Estos son preámbulos nunca vistos que propenden a pasar no ‘a los hechos’ que ya están en pleno desarrollo, sino a una escalada sin retorno: la Tercera Guerra Mundial.
El posicionamiento de las fuerzas de la OTAN, reforzadas y movilizadas por sus miembros en la Europa limítrofe a Rusia, el equipamiento de ucranianos e incluso polacos para enfrentar armas químicas y biológicas, son el preocupante ‘preludio’ del enfrentamiento catastrófico.
La oposición partidista venezolana, se ha limitado a decir dos cosas: que EUA no ‘cambie’ de proveedores petroleros por otros de igual condición autoritaria, dígase a los rusos por venezolanos e iraníes.
Como está en juego la suspensión de sanciones, lo que ‘beneficia’ al régimen, han expresado su contrariedad Leopoldo López y María Corina Machado. Al respecto debaten los partidos Demócrata y Republicano, toda vez que hay alza en los precios de la gasolina y sus derivados en territorio estadounidense, además por las próximas elecciones parlamentarias, en las que ambos partidos tratarán de salir fortalecidos.
Y lo otro, que ha merecido las palabras de Capriles y Guaidó, es el ‘acuerdo’ avenido entre la Corte Penal Internacional (CPI) y el gobierno cuestionado para habilitar ‘in situ’ una oficina de la fiscalía de ese organismo mundial, con lo que según ellos se llevará un control y un mejor proceso en beneficio de los derechos humanos, y en la aplicación de justicia a los causantes de crímenes de lesa humanidad en esta tierra de gracia.
Seguimos a la espera de que quienes integran la Oposición —partidista, gremial e institucional, sin distinción— puedan entender que la Unidad sigue haciéndose indispensable para sortear o afrontar todos los peligros y dificultades que atraviesa la lucha por el rescate de Venezuela.
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